Diego García Lambas: “De todos los universos posibles, este es uno de los que puede tener conciencia de sí mismo. Y eso es maravilloso»

“Me emociona que se cree un centro en estos tiempos, donde muchas veces vemos que se cierran espacios para la ciencia”, afirma el destacado astrofísico argentino, quien visitó la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile para participar en el simposio inaugural del nuevo Centro de Estudios Cosmológicos Profesor Jaime Roessler Bonzi. “No solo están los telescopios en Chile; hay mentes brillantes y estudiantes dispuestos a alcanzar conocimiento trascendental”, destacó.

Por Carolina Aliaga
Fotografías: Alejandra Fuenzalida

Es uno de los principales referentes en el estudio de las estructuras del universo a nivel latinoamericano. Con una carrera marcada por la docencia, la investigación y la colaboración científica internacional, el doctor Diego García Lambas, académico de la Universidad Nacional de Córdoba, investigador principal del CONICET y director del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental (IATE), llegó hasta la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile para participar en el simposio inaugural del Centro de Estudios Cosmológicos “Profesor Jaime Roessler Bonzi”.

Invitado especial del encuentro, el profesor García Lambas valoró la creación de esta nueva unidad transdisciplinaria en tiempos en que proliferan los recortes y cierres en ciencia. En esta entrevista con con diario La Razón www.larazon.cl, reflexiona sobre los misterios del universo, el rol de América Latina en el desarrollo astronómico y la necesidad de fomentar el pensamiento crítico desde la formación científica.

Profesor, bienvenido a Chile. ¿Qué significa para usted participar en la inauguración de este centro?

Me parece muy importante que se cree un centro nuevo, sobre todo en estos tiempos en los que muchas veces se cierran espacios y pareciera no importar tanto el estudio de ciertos temas. Me emociona profundamente ver que, en lugar de retroceder, se avanza. Es muy auspicioso. Y más aún si se trata de un centro que articula diferentes saberes para explorar cuestiones tan fundamentales como el origen del universo y la conciencia.

No es lo mismo que antes. Estamos en una época donde es difícil abrir nuevos espacios para el pensamiento. Por eso este gesto me parece valiente y necesario. Desde el primer momento sentí una enorme conexión con la comunidad de la Universidad de Chile.

¿Existen experiencias similares en otros países?

Sí, claro. Hay centros de cosmología consolidados en otras partes del mundo, pero muchos de ellos se crearon en contextos distintos, décadas atrás. Que ahora se funde uno en Chile es doblemente significativo, especialmente en la Facultad de Ciencias, que ha formado físicos y científicas de enorme proyección internacional.

Chile no solo tiene telescopios únicos en el mundo. También tiene estudiantes y académicos brillantes, con ganas de investigar y de alcanzar conocimiento trascendental. Por eso este centro es una gran oportunidad para toda la región.

¿Qué impacto cree que puede tener esta iniciativa en el desarrollo de la astronomía en América Latina?

Creo que es fundamental. Tener acceso a observación astronómica es valioso, pero si el análisis y la generación de conocimiento ocurren siempre en otro lugar, el progreso no es completo. Chile ha sido muy hábil en aprovechar sus recursos astronómicos y también en formar una masa crítica de físicos, físicas y científicos y científicas.

Muchos de los físicos que se han formado en esta facultad tienen reconocimiento internacional. Es fundamental que existan espacios propios para desarrollar investigación desde aquí, con mirada regional y compromiso con las nuevas generaciones.

En su conferencia habló sobre las estructuras del universo. ¿Cómo explicaría este concepto a quienes se inician en la astronomía?

Cuando uno observa el universo, en realidad está observando la evolución de una condición inicial. Eso es algo muy emocionante. Lo que vemos no es solo lo que está allí ahora, sino un proceso que comenzó cuando el universo era completamente distinto, sin átomos, sin galaxias. Y sin embargo, ya estaban allí las semillas de lo que hoy llamamos estructuras.

Estudiar estas grandes estructuras cósmicas, como la distribución de galaxias, cúmulos y filamentos, es una forma de reconstruir la historia del cosmos. Es como una arqueología del tiempo. Y nos permite entender no solo cómo ha evolucionado el universo, sino también cómo surgieron las condiciones que hicieron posible la vida.

¿Cuál considera que ha sido uno de los hallazgos más relevantes en su campo en los últimos años?

Hemos logrado establecer un modelo estándar del universo. Eso es muy bueno, pero también plantea desafíos. A veces se abusa del modelo: se ajustan sus parámetros para que funcione, sin cuestionarlo a fondo. Y eso puede inhibir el progreso. Las controversias son necesarias porque abren nuevas posibilidades.

Un ejemplo fascinante son los alineamientos entre estructuras cósmicas. Las galaxias no se distribuyen de forma completamente aleatoria: hay patrones, relaciones sutiles que estamos recién empezando a comprender. Otro hallazgo importante tiene que ver con la relación entre las estructuras y la radiación de fondo, esa especie de fotografía primigenia del universo. Estudiarla es como hacerle una tomografía al cosmos.

Mencionó también los misterios de la materia y la energía oscura. ¿Cómo impactan estas incógnitas en el avance de la física?

Son preguntas abiertas que nos hacen soñar. Llevamos más de 90 años tratando de entender qué es la materia oscura, y todavía se nos escapa. Y lo mismo con la energía oscura, que parece estar acelerando la expansión del universo. Resolver estos enigmas no será sencillo, pero el solo hecho de enfrentarlos ya transforma la física.

Durante décadas fuimos descubriendo partículas fundamentales: el electrón, el protón, el neutrón, el neutrino… Pero ahora nos enfrentamos a algo completamente distinto, una materia que casi no interactúa con la luz. ¿Qué tipo de lenguaje usa esa materia? ¿Habrá otra forma de entender la realidad que aún no conocemos?

¿Cree que debemos cambiar los paradigmas actuales?

Sí. La astrofísica y la cosmología han sido siempre generadoras de grandes revoluciones científicas. Tal vez estemos ante una nueva. Ojalá lo que aprendamos sobre el universo nos ayude también a comprender mejor el modelo de partículas. Pero no será fácil. Quizás sea una gran transformación. Por eso, todo aporte que cuestione lo establecido y ofrezca nuevas perspectivas es bienvenido.

Usted ha sido reconocido no solo por su labor científica, sino también por su vocación formativa. ¿Qué lugar ocupa la enseñanza en su carrera?

Para mí es central. Si uno no puede brindarse a los demás, a estudiantes, colegas, a la comunidad, el trabajo pierde sentido. He aprendido muchísimo de mis estudiantes. A veces, una pregunta, una duda, una intuición que surge en el aula puede abrir caminos insospechados.

Siempre digo que debemos estar atentos a lo que dicen los otros. Incluso las máquinas se comunican entre ellas. Tal vez deberíamos aprender de eso y comunicarnos más, para mejorar tanto como personas como científicos.

¿Cómo ve el desarrollo de la astronomía en América Latina? ¿Qué oportunidades identifica para una mayor colaboración entre Argentina y Chile?

Las colaboraciones ya existen y son muy importantes. Muchos colegas argentinos llevan años trabajando en Chile, y estoy seguro de que eso seguirá creciendo. Tenemos una energía única en Latinoamérica, una potencia creativa que debemos cuidar y cultivar.

Y ese cultivo se hace a través de las nuevas generaciones. Los estudiantes son quienes van a continuar el trabajo. Nosotros, los más viejos, estamos terminando nuestras carreras, pero todavía tenemos cosas que aportar. Lo importante es transmitir esa vocación con entusiasmo.

Para cerrar: ¿qué mensaje le gustaría dejar a la comunidad universitaria y al país?

Pensar en cosmología es pensar también en nosotros mismos. En nuestro lugar en el universo. Y eso debería llevarnos a ser mejores personas, a formar comunidades más reflexivas y solidarias. La ciencia no es solo conocimiento: también es ética y convivencia.

De todos los universos posibles, este es uno de los que puede tener conciencia de sí mismo. Y eso es maravilloso, porque significa que el universo, a través de nosotros, ha llegado a conocerse, a preguntarse por su origen y su destino.