Me alegro que esté viva

Sr. Director:
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Cuando tomé conocimiento de la noticia de que se había descubierto el paradero de doña Bernarda Vera, cuyo nombre figuraba como ejecutada en Dictadura Militar, un sentimiento triste inundó mi corazón, y con profundo embargo, primeramente consideré pensar en la mala fe de los procesos y las resoluciones humanas; después de todo, a simple lectura, puedo ver que se trata de un caso en donde hay una persona que se ha ocultado figurando como muerta en circunstancias terribles como la de ser víctima de terrorismo de Estado, probablemente unicamente para merecer un beneficio que el Estado concede en uso y ejercicio de la memoria de todos los chilenos.

Han pasado los años desde el retorno a la democracia, y a nuestra patria se le olvida que la justicia transicional sigue un proceso que demora mucho, y por cierto que tiene demasiadas aristas que verificar y revisar; siendo importante resaltar a lo menos un par de cosas sobre el caso de doña Bernarda Vera,

En primer lugar, que en todo este proceso histórico, así como los hay quienes figuran muertos estando vivos, también los hay quienes figuran vivos, estando muertos, sin que sus familias hayan hecho la denuncia en su oportunidad, y esto por una simple razón: El Miedo.

Noticias como la de doña Bernarda Vera, permiten una primera impresión donde se ve el producto, pero no la causa; y lo cierto es que este supuesto de fraude de beneficios es más complejo en cuanto a sus causas, pues olvidamos cuál es el real y verdadero impacto que el miedo y el terror del estado de guerra y persecución han provocado en la humanidad; hay quienes infringen la Ley o abusan de un derecho por miedo, y aunque respondan por sus actos ante la justicia, la sensación de miedo que en este caso, me atrevo a decir, tienen los supervivientes de un proceso de persecución relacionado a quiebre de institucionalidad democrática, guerra civil o conflicto armado es algo que no puede negarse aun en estos tiempos, pues sería desconocer un elemento importante dentro del ejercicio de la memoria.

En este contexto, yo creo admisible la posibilidad de que haya existido quien tuvo que recurrir al exilio de su familia y amigos, su hogar y su país, por miedo; y de ese modo alcanzar la supervivencia dentro de un conflicto que per se es complejo y con demasiadas aristas para que un simple ser humano pueda abordarlas todas, siendo ese el motivo por el cual finalmente la sociedad termina fraccionando, escogemos bandos de uno u otro lado.

Huir de la persecución en nombre del ius cogens y de la supervivencia vital no es un crimen, así como tampoco lo es asentarse en un lugar para nunca volver al origen, ya sea por miedo a represalia, la persecución o incluso la discrminación; más de algún abatido de las guerras del mundo debió pensar: no quiero volver, porque yo ya no tengo hogar; o bien algunos queremos solo olvidar lo que pasó.

Teniendo presente esta reflexión, y sumando como antecedente a su consideración, la existencia de este terror que presenciaron muchos chilenos de aquel entonces, y que hoy muchos mantienen en distintos grados, quiero cambiar mi primera impresión acerca de la noticia de doña  Bernarda Vera, no creo que se trate meramente de un oportunismo político de beneficios, porque me asiste la convicción que detrás de cada proceso de víctimas y victimarios de dictadura, ahondan los recuerdos de un miedo y un terror, que la mayoría de los chilenos solo ha visto en películas y libros, excluyendo por cierto a quienes han sido víctimas de horribles crímenes tipificados en el código penal y a los diversos inmigrantes que han huído de sus paises de origenes debido a la inestabilidad y corrupción de sus gobiernos y mafias locales.

Si hemos de dar al césar lo que es del césar, que sean las autoridades quienes fiscalicen la particular circunstancia de doña Bernarda Vera así como de todo aquel que se encuentre en el mismo supuesto, pero con una salvedad importantísima, no omitamos el terror que asiste a la memoria de estos procesos de tal forma que esta noticia nos haga reflexionar la causa y no el producto o el fin del caso; porque la justicia transicional es más compleja que un crimen o simple delito; pido por vuestro espacio, que esta noticia no sea la causa de algunos para restar mérito al ejercicio de nuestra memoria, ni mucho menos, para abanderarse en posturas que nos hagan partícipe de un negacionismo colectivo a la memoria de nuestras víctimas de aquel entonces, así como no dejamos de creer en nuestras víctimas que hoy por diversas causas.

Nuestras víctimas, todas merecen eso y más.

Por estas consideraciones, invitándolo a usted y sus lectores a pensar en un instante sobre el miedo y el horror que muchos chilenos vivieron por el quiebre de la institucionalidad, y en general, el horror que viven muchas personas producto de las guerras civiles y los conflictos armados, es que mi corazón rebosa de alegría al saber que doña Bernarda Vera se encuentra viva, que la dictadura no la mató como al resto de nombres que figuran en las listas de la Comisión Rettig.
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Tomás Marguirott Ross
Abogado.