Sobre la educación existe una inquietante realidad debido a la discusión en el Poder legislativo por el aumento de los puntajes mínimos para ingresar a las pedagogías. Efectivamente, se exigirá un promedio de 626 puntos en Competencia Lectora y Matemática M1 en la PAES, aumentando lo que hoy se solicita en 124 puntos más. Esta medida se funda en la supuesta búsqueda por elevar la calidad, pero debe constituirse en un proceso que reconozca las realidades de los territorios.
Según el Ministerio de Educación (2023), actualmente ejercen cerca de 263.690 docentes en Chile. Sin embargo, se proyecta para 2025 un déficit de entre 26 mil y 32 mil profesionales, representando un 19% del total requerido (Elige Educar, 2023). En tanto, en la Región de Tarapacá, donde hay 3.588 docentes, el panorama es más crítico y se estima un déficit cercano al 30%.
Esta visión técnica puramente cuantitativa deja fuera la relevancia de la vocación, las trayectorias personales y las realidades de nuestros territorios. Estudios del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional, (DEMRE), mediante simulaciones de los ingresos con los nuevos requisitos que establece la Ley de Pedagogías, advierte un panorama desolador si no se introducen correcciones urgentes. De 11.133 seleccionados el 2023, la simulación indica que en esta nueva admisión se lograrían solo 7.220, con una pérdida de 5.913 estudiantes menos en pedagogía, cifra realmente alarmante.

La Universidad Arturo Prat, como institución pública con identidad regional, no ha abandonado el desafío de formación de pedagogos, formando más de 3.111 docentes solo en Tarapacá. Pero este esfuerzo no bastará si no reorientamos el debate y generamos políticas que atraigan nuevas vocaciones, fortalezcan la formación inicial y revaloricen la docencia como pilar del desarrollo.
Tenemos el deber de analizar todas las aristas para evitar borrar los sueños de quienes quieren y pueden transformar vidas desde una sala de clases, dando respuesta a las necesidades de una educación de calidad.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Alberto Martínez – Rector de la Universidad Arturo Prat