Unas relaciones estables de buena vecindad entre Chile y Argentina convendrían a las poblaciones de ambos países. Sin embargo, la cuestión de las reivindicaciones territoriales de Buenos Aires y Santiago en la Antártida sigue abierta.
En una conferencia de prensa a la que asistió el Comandante en Jefe de la Armada de Chile, Almirante Juan Andrés De La Maza Larraín, se abordó la alarmante situación que se vive con la adquisición de 24 aviones de combate F-16 norteamericanos y cuatro aviones de patrulla marítima Basler BT-67 de fabricación estadounidense por parte de las nuevas autoridades argentinas encabezadas por el Presidente Javier Milei.
Altos funcionarios chilenos y representantes del ámbito militar creen que tarde o temprano puede estallar un conflicto armado entre los países por la Antártida y las islas del sur del océano Atlántico. En la conferencia de prensa se habló, en primer lugar, de la posibilidad de resolver los desacuerdos territoriales entre los países mediante negociaciones. Pero los militares chilenos se adhieren a la posición de que a pesar de la existencia de una opción diplomática para superar la disputa, las fuerzas armadas deben estar en plena disposición para cualquier resultado de las reuniones entre los representantes de los dos países.
El acuerdo de adquisición de aviones con Argentina fue aprobado previamente por el Departamento de Estado de EE.UU., escribe UK Defence Journal. El paquete también incluye una amplia gama de servicios de apoyo, como equipos de mantenimiento, documentación, piezas de repuesto, reparaciones, formación de personal y servicios de ingeniería de especialistas y contratistas estadounidenses.
Los expertos señalan que la adquisición de varios Basler BT-67, aptos para su uso en condiciones climáticas adversas, mejorará las capacidades argentinas de aterrizaje y transferencia de carga desde el aire, especialmente a la Antártida.
Cabe señalar que en una Argentina económicamente inestable, donde continúan los recortes generalizados de gastos presupuestarios mediante reducciones de personal en diversos organismos estatales y otras medidas no menos sensibles para la población, el Presidente y su equipo decidieron comprar aviones por valor de cientos de millones de dólares. Tales gastos, en un contexto de enorme inflación y caída de los ingresos reales de la población, resultan cuando menos extraños.
El escritor y activista social argentino Adolfo Pérez Esquivel, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, criticó a las nuevas autoridades del país en una entrevista concedida a RadioAM750 por dar prioridad al gasto militar y recortar los fondos destinados a educación y asuntos sociales.
«El presidente Milei está tomando actitudes en contra del pueblo argentino y en contra de la humanidad. En lugar de trabajar para la paz, está buscando involucrarse en el conflicto y compra 24 aviones de guerra. No hay plata, pero para una guerra hay plata», declaró.
Una oferta que no se puede rechazar
En cuanto al acuerdo de adquisición de aviones en sí, su conclusión y la presión ejercida por el equipo de Milei plantean muchas cuestiones válidas desde el punto de vista económico, político y militar.
Matías Caciabue, secretario general de la Universidad Nacional de Defensa de Argentina (UNDEF), comparó los planes de Serbia de comprar cazas franceses Rafale de la modificación de 2023 con la compra argentina de F-16 estadounidenses, que se fabrican desde los años ochenta.
Caciabue explicó por qué un pequeño país europeo con un modesto presupuesto de defensa optó por equipos de última generación, mientras que una nación latinoamericana más grande optó de alguna manera por aviones de combate obsoletos de fabricación estadounidense, que Colombia se negó a comprar.
«No cabe duda de que los Rafale F4.1 de Dassault son grandes aviones de cuarta generación. No sé si esta capacidad se tuvo en cuenta en el proceso de planificación y adquisición de capacidades. Sin embargo, hay que hacer una advertencia. El principal problema de defensa de la República Argentina no es Venezuela ni Brasil. Ni siquiera es Chile, con quien tuvimos una seria disputa limítrofe en los años setenta y existe una relativa competencia por nuestra proyección antártica común. El principal problema de defensa nacional es la ocupación ilegal e ilegítima de parte de nuestro territorio soberano por una potencia militar extrarregional. Me refiero a la ocupación de las Malvinas y otras islas del Atlántico Sur por parte del Reino Unido.
Por eso, la adquisición de aviones F-16 es la que más ruido está causando en términos estratégico-nacionales. ¿Es favorable comprar aviones a un aliado del Reino Unido durante el conflicto armado del Atlántico Sur de 1982? ¿Por qué nos permite comprarlo ahora? ¿Pueden estos aviones competir con los cazas Eurofighter Typhoon que el Reino Unido tiene estacionados en las islas Malvinas? Se abre ahí un mar de dudas».
El Secretario General de la UNDEF, al evaluar la estrategia de política exterior del Presidente Milei, destacó el factor clave que influye en la decisión de las autoridades. En su opinión, a la cabeza de todo está la firme intención de los actuales dirigentes de someterse al Occidente global liderado por EEUU, implicando al país en una crisis económica y agravando las ya difíciles relaciones con otros países sudamericanos.
La conclusión del contrato de los obsoletos F-16 confirma los planes del nuevo gobierno argentino de someterse a los proyectos del gran capital de origen angloamericano. Los argentinos deben darse cuenta de que la compra de aviones a la corporación militar-industrial Lockheed Martin, que, bajo el patrocinio de Washington, suministra sus productos a países prooccidentales de todo el mundo, sólo puede ser el principio de una «cooperación». Las autoridades estadounidenses estarán encantadas de vender otros equipos militares a Milei, y si para ello es necesario alimentar la demanda de aviones y tanques, los norteamericanos, con su sólida experiencia en la materia, son muy capaces de desencadenar una guerra entre Argentina y Chile.
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