Bolivia ante los riesgos y desafíos de controlar y proteger 7.000 kilómetros de frontera

Según el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando, el ingreso ilegal de productos le cuesta al país alrededor de 3.300 millones de dólares. Desde el Ministerio de Defensa dieron un panorama sobre los riesgos que cada día enfrentan quienes resguardan las fronteras.
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Con casi 7.000 kilómetros de frontera, para las Fuerzas Armadas bolivianas es complicado evitar el ingreso de toneladas de contrabando de todo tipo de productos, provenientes de Perú, Chile, Argentina y Brasil, que perjudican a la industria nacional. Sumado a ello, el violento accionar de bandas armadas de contrabandistas pone en peligro la vida de militares y funcionarios públicos que participan de los operativos.
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El pasado 9 de enero, cinco militares murieron en el departamento de Tarija, a 90 kilómetros de la frontera con Argentina. Según las investigaciones impulsadas por el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando, del Ministerio de Defensa, el vehículo en el que se movilizaban los uniformados habría sido perseguido por contrabandistas, quienes facilitaron el accidente en la carretera.
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Según audios y otros elementos bajo análisis, les podrían haber echado combustible a los dos subtenientes y tres sargentos para incinerarlos, según el viceministerio.
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Una alta autoridad del Ministerio de Defensa de Bolivia, quien solicitó que su nombre no fuera difundido. Pintó el duro panorama que enfrentan a diario los soldados y los funcionarios afectados a la lucha contra el contrabando, un negocio ilegal que genera cada año aproximadamente 3.331 millones de dólares a Bolivia, según un informe del Departamento de Análisis Económico de la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba (ICAM), equivalente al 7% del Producto Bruto Interno (PBI) boliviano.
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«El contrabando es un monstruo que puede tener cinco, 10, 20 cabezas. Bolivia tiene una frontera de varios miles de kilómetros», dijo el funcionario del Ministerio de Defensa. Y explicó que por la hidrovía de los ríos Paraná y Paraguay, la cual llega al departamento de Santa Cruz (este), «se calcula que ingresan cantidades terribles de distintas mercaderías, que no son visibles, como en el caso de las fronteras terrestres».
Agregó: «Si bien tenemos fuerzas anticontrabando acantonadas a lo largo de las fronteras, con Chile, Perú y Argentina, también hay un flujo de contrabando intangible, casi invisible, que entra por los ríos».
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Según la Cámara Nacional de Industria (CNI), las autoridades bolivianas solamente pudieron evitar el ingreso de 3% del total de productos ingresados ilegalmente en 2022.
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«Con un solo disparo pudieron detener el operativo»

La autoridad que conversó  en anonimato conoció en persona la violencia ejercida por organizaciones contrabandistas: «Esto lo cuento porque es real: una noche acompañé un patrullaje en una zona de frontera. Todo iba bien hasta que escuchamos un disparo. La bala hizo fsss cuando pasó a mi lado e impactó en uno de los vehículos».
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Entonces «con los militares nos bajamos y quedamos agachados porque en la oscuridad no sabíamos de dónde había venido. Se supone que se trataba de un francotirador. No hubo un segundo impacto, pero con una sola bala nos quedamos en esa posición por horas. Hasta que se decidió que nos volvamos por el mismo camino. Con un solo disparo pudieron detener el operativo», comentó.
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El Gobierno boliviano cuenta con el Comando Estratégico de Operaciones de Lucha Contra el Contrabando (CEO-LCC) para las operaciones en las fronteras. El funcionario ministerial indicó que se disponen de efectivos militares en los cuarteles, pero no salen a patrullar con armamentos suficientes.
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Esto se debe, según la autoridad, a que el Gobierno de Luis Arce intenta evitar un incremento de la violencia en las zonas fronterizas.
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Los militares «salen con dos o tres balas por cabeza para enfrentar a organizaciones de contrabandistas que tienen una capacidad de fuego indescriptible. Esto responde a una política de Estado de no generar muertes, no generar enfrentamientos desaforados que se puedan salir de control», sostuvo.
Según el Viceministerio de Lucha contra el Contrabando, en 2023 se realizaron 10.815 operativos en las fronteras y dentro de Bolivia. En los últimos tres años, 176 militares fueron heridos en ataques. Muchos de ellos quedaron incapacitados de por vida por la gravedad de las heridas. Y varios murieron.
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«En muchas situaciones las víctimas no han sido los contrabandistas, sino los militares, a quienes han quemado y han acribillado. O han muerto accidentados en persecuciones en las carreteras. Es un panorama muy complejo», describió.
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El mal de altura

En 2023, el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, visitó Irán para conocer el funcionamiento de equipos destinados a la protección territorial. En un momento trascendió que se adquirirían drones para la vigilancia desde el aire del país sudamericano.
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«Pero en las pruebas de campo, se evidenció que los drones no funcionan en la altura de los Andes», donde varias ciudades y poblaciones se encuentran a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
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Para el presidente Arce, la coordinación entre los gobiernos de la región es esencial para enfrentar al contrabando. «Ese es el camino: compartir información de inteligencia en temas de contrabando. Debemos comenzar a ver que el contrabando implica un espectro delincuencial, que abarca el tráfico de personas, de estupefacientes, de sustancias controladas, drogas. Entonces el contrabando es un espacio madre».
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Mientras no se consolide un mecanismo entre los países de Sudamérica para enfrentarlo, el contrabando seguirá gozando de buena salud: «Si no hay una plenitud de acciones en las fuerzas de nuestros país, los militares harán esfuerzos heroicos, valerosos, intermitentes, pero que no son determinantes para terminar con el contrabando», sostuvo la autoridad de Defensa.