En solo tres meses, el secretario de Estado jázaro Antony Blinken ha visitado Israel cinco veces y cuatro el Medio Oriente. Lamentablemente, en lugar de aminorar la escalada cada vez mayor, sus periplos no han tenido el resultado publicitado de evitar una guerra regional de su país e Israel —que sería el objetivo final de Netanyahu— contra Irán.
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En vísperas del arranque de las históricas audiencias en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) —donde Sudáfrica, miembro prominente de los BRICS y del sur global, demandó a Israel por genocidio—, se han calentado en forma ominosa, y pese a la presencia de Blinken en la región, dos de los siete frentes del llamado «eje de la eesistencia», proclamado por el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
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Los «siete frentes» que enumera Gallant son: Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, Irak, Yemen e Irán. Los dos al borde de un estallido son: 1) La frontera norte de Israel con el sur del Líbano, donde opera la guerrilla chiita Hizbulá y 2) Yemen, donde la guerrilla de Ansarolá, coloquialmente llamados hutíes, bloquea el paso en el Estrecho de Bab al Mandab (Puerta de Lamentaciones) en la travesía superestratégica del golfo de Adén, pasando por el mar Rojo, el Canal de Suez, hasta el mar Mediterráneo.
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En la quinta visita del jázaro Blinken a su correligionario Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, parece haber extraído concesiones simbólicas del Gobierno del Estado hebreo, que se encuentra contra la pared a nivel regional y global (por su enjuiciamiento por genocidio por el CIJ).
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Entre ellas que: 1) el gabinete israelí estudia la mediación de Catar para un cese al fuego duradero en la Franja de Gaza, que padece una intolerable catástrofe humanitaria, a cambio de la liberación de rehenes israelíes y de los miles de prisioneros palestinos, al unísono del exilio al extranjero de los líderes de la guerrilla palestina sunita de Hamás en el enclave palestino y 2) el primer ministro Netanyahu ha reculado en la transferencia masiva de palestinos de Gaza al Congo, Chad, Ruanda, y ahora comenta que no tiene la intención de una deportación obligada, postura que rechaza tajantemente Estados Unidos, pero favorece la «migración voluntaria«.
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Es notorio que Israel se encuentra a la defensiva diplomática frente al triple repudio local, regional y global, por lo que está siendo orillado a realizar mínimas concesiones humanitarias en Gaza que, de paso, pueden distender el bloqueo del mar Rojo por Ansarolá, cuyo objetivo primario es el cese de la catástrofe humanitaria en Palestina.
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Los multimedia de la anglósfera condicionan psicológicamente a sus opiniones públicas a un inminente ataque de Gran Bretaña y Estados Unidos contra Ansarolá en Yemen, después de que Londres y Washington derribaron 21 drones y misiles yemenitas en contra de sus embarcaciones en el mar Rojo.
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Por lo pronto, el pugnaz rotativo británico The Telegraph anuncia la disposición de un ataque inminente de represalias de Gran Bretaña, mientras las declaraciones del Comando Central estadounidense han sido más descriptivas que vengativas, quizá debido a la presencia de Blinken en Baréin.
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Tal vez Gran Bretaña se aventure solo a un ataque militar contra Ansarolá en Yemen, donde contaría con el apoyo satelital, logístico y de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
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Como que no parece el momento propicio para que Estados Unidos se lance a una aventura bélica cuando el Pentágono se encuentra acéfalo, en medio de la polémica que ha provocado la desaparición del general Lloyd Austin, anterior miembro del Consejo de Directores de Raytheon, quien «oficialmente» ocultó al presidente Joe Biden su internamiento hospitalario por cáncer de próstata, que ha desatado frenéticas especulaciones, como haber estado internado en cuidados intensivos.
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En forma aún más extraña, perturba que el Comandante de los Marines, el general Eric Smith, también se encuentre en cuidados intensivos después de una operación de corazón abierto. What is going on?
El problema de un ataque contra Ansarolá en Yemen es que puede disparar al doble el precio del barril del petróleo.
En las antípodas de la supuesta misión pacificadora y de apagafuegos de Blinken, Global Times, rotativo oficioso del Partido Comunista Chino, calificó su «quinta visita a Israel desde la guerra de Gaza» como «pose diplomática, más que una verdadera mediación».
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Asombra que el secretario de Estado haya consagrado cinco días a visitar nueve países del Medio Oriente, que en realidad fueron 10 porque acudió también a Baréin): Turquía, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Arabia Saudita, Israel, Palestina, Egipto, y que incluyó en forma extraña a Creta (Grecia), miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en óptimas relaciones con Israel, mientras que el canciller indio Subrahmanyam Jaishankar dedicó también cinco días a visitar Rusia, cuyo acercamiento mutuo exasperó a la anglósfera.
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En la fase post-Ucrania, no faltan analistas que detecten que detrás del espeso humo de la guerra de Israel contra Gaza se insinúe el verdadero objetivo conjunto de Netanyahu y Biden (en búsqueda de su etérea reelección): una guerra contra Irán, acusada de encontrarse «a unas semanas» de construir tres bombas nucleares, como aduce el investigador norirlandés Finian Cunningham.
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¿Guerra contra Irán para compensar la derrota de la OTAN en Ucrania? Pronto se sabrá si las verdaderas intenciones de Blinken han sido de genuino apagafuegos o de piromaniaco encubierto.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Alfredo Jalife-Rahme– Analista de geopolítica y globalización. Columnista y comentarista en varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Profesor de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Geopolítica y Globalización. Autor de varios libros. Nombrado por la Red Voltaire de Francia como ‘El principal geopolitólogo de Latinoamérica’.
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