Columna de Scott Ritter | EEUU se construye una trampa en el mar Rojo

El 18 de diciembre, tras una gira por Oriente Medio con paradas en Kuwait, Baréin, Catar e Israel, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, anunció el lanzamiento de la Operación Guardián de la Prosperidad.
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La Operación Guardián de la Prosperidad está bajo el paraguas de la Fuerza Combinada de Operaciones (CTF, por sus siglas en inglés) 153 y está centrada en la seguridad del mar Rojo, para proteger la navegación marítima.
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El 19 de noviembre, los rebeldes hutíes de Yemen se apoderaron de un carguero israelí, el Galaxy Leader, en solidaridad con los palestinos de Gaza. Los hutíes anunciaron que bloquearán todo el transporte marítimo que transita por el mar Rojo en dirección a Israel, estableciendo de hecho un bloqueo de Israel hasta que Israel permitiera la entrada de ayuda humanitaria en Gaza.
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Posteriormente, los hutíes atacaron numerosos buques que pasaban por el estrecho de Bab el Mandeb, un paso angosto que conduce al mar Rojo y más adelante al Canal de Suez, amenazando el comercio mundial, ya que llevó a que grandes gigantes del petróleo y del transporte marítimo, como BP, MSC, Evergreen, OOCL y Maersk, suspendieron sus operaciones a través del mar Rojo. Los daños causados a la economía israelí por el bloqueo hutí se estiman en miles de millones de dólares y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, amenazó con utilizar la fuerza militar contra los rebeldes si EEUU no intervenía en su favor.
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La CTF 153, que opera bajo mando estadounidense y egipcio, se encarga de la seguridad marítima internacional y de la creación de capacidad en el mar Rojo, Bab el Mandeb y el golfo de Adén. Su dotación de cuatro buques —tres destructores estadounidenses USS Carney, USS Mason y USS Thomas Hudner y el destructor de misiles guiados HMS Diamond de la Marina Real británica— participa en la interceptación de misiles y naves no tripulados hutíes lanzadas contra Israel o contra buques mercantes que operan en el mar Rojo.
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Austin también ordenó al grupo de ataque del portaviones USS Dwight D. Eisenhower, formado por el propio buque, un crucero y dos destructores, que se uniera al CTF 153 como parte de la Operación Guardián de la Prosperidad. El submarino de clase Ohio USS Florida, equipado con 154 misiles de crucero Tomahawk, también opera en la región.
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Austin anunció que a EEUU y Reino Unido se unirían Baréin, Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, Seychelles y España como parte de la Operación Guardián de la Prosperidad. Entre las ausencias más destacadas figuran países árabes como Egipto y Arabia Saudita. Pidieron a Australia que aportara un buque de guerra, pero solo ofreció personal.
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La fragata de misiles guiados de la Marina francesa FS Languedoc ya opera en el mar Rojo y, al igual que sus homólogas estadounidense y británica, participa en el derribo de drones y misiles hutíes. Sin embargo, Francia declaró que la Languedoc funcionará bajo mando francés, lo que complicará su relación con la CTF 153.
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El Ministerio de Defensa italiano anunció que desplegará la fragata naval Virginio Fasanto en el mar Rojo. Su relación de mando con la CTF 153 permanece poco clara por el momento.
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El problema militar al que se enfrenta el CTF 153 es triple.
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1. Es necesario establecer una barrera defensiva contra los ataques de los hutíes con misiles y drones. Para eso será necesario que los destructores de misiles guiados y las fragatas establezcan una línea de piquete a lo largo del canal oriental del estrecho de Bab el Mandeb, que protegerá la navegación de cualquier ataque.
2. La CTF 153 deberá realizar patrullas agresivas destinadas a disuadir y repeler cualquier intento de los rebeldes de repetir el secuestro del Galaxy Leader.
3. La CTF 153 tendrá que proporcionar capacidades de desminado para hacer frente a cualquier mina marina que los hutíes puedan colocar en las estrechas aguas de Bab el Mandeb.
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Estas misiones por sí solas serán agotadoras y difíciles de cumplir. En la actualidad, aunque los buques del CTF 153 han derribado docenas de drones y misiles hutíes, decenas de ellos han logrado alcanzar objetivos en Israel y en el mar Rojo. En pocas palabras, la CTF 153 no tiene suficientes buques para proteger adecuadamente a Israel o al transporte marítimo de los ataques.
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Y dada la falta de buques antiminas en la organización de la CTF 153, cualquier despliegue de minas marinas por parte de los hutíes cerrará efectivamente la región a la navegación comercial, y amenazará los despliegues militares en la zona, hasta que puedan implementarse capacidades de desminado.
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La única forma en que la Operación Guardián de la Prosperidad podría mantener abierto el estrecho de Bab el Mandeb es atacar la capacidad de los hutíes de lanzar misiles y drones con la esperanza de interceptarlos antes de que puedan ser utilizados. Aquí la trama se complica: los rebeldes han dejado claro que, si son atacados, ampliarán el conflicto para incluir la producción de petróleo saudí y emiratí, amenazando el suministro energético mundial. Además, apuntar a los lanzadores móviles de misiles y naves no tripulados no es tarea sencilla: Arabia Saudí, con la ayuda de los servicios de inteligencia estadounidenses, no pudo evitar que los hutíes lanzaran misiles y drones contra objetivos saudíes durante todo el conflicto en curso con los rebeldes. Es probable que EEUU se enfrente a problemas similares.
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En resumen, al iniciar la Operación Guardián de la Prosperidad, EEUU parece haberse construido una trampa: está condenado si no ataca a los hutíes, ya que el mar Rojo permanecería bloqueado a todo el tráfico israelí, y condenado también si lo hace, ya que no sería capaz de detener los ataques hutíes y probablemente ampliaría el alcance y la escala del conflicto en detrimento de los intereses de EEUU.
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Hay que tener en cuenta que todo esto podría haberse resuelto con una sola llamada telefónica del presidente de estadounidense, Joe Biden, al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenando a Israel que aceptara un alto al fuego y permitiera el envío de ayuda humanitaria a los residentes palestinos de Gaza. En lugar de esto, EEUU está destruyendo su posición moral en el mundo, al facilitar abiertamente la continua matanza de civiles palestinos a manos de las Fuerzas de Defensa de Israel al tiempo que socava la credibilidad de la disuasión militar estadounidense al verse metido en un lío de su propia cosecha.
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El despliegue del USS Dwight D. Eisenhower en el mar de Adén se produce tras su breve incursión en el golfo Pérsico, donde fue estrechamente vigilado por Irán. Estados Unidos también desplegó un segundo grupo de ataque de portaviones, formado por el USS Gerald R. Ford y sus seis escoltas, en el Mediterráneo oriental. Mientras tanto, el USS Carl Vinson y sus cinco escoltas operan justo en el horizonte, en el mar del Sur de China.
Nunca en la historia de la Armada estadounidense se habían desplazado tantos grupos de ataque de portaviones por todo el mundo con tan poco impacto.
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La realidad de la guerra moderna es que las naciones pequeñas y los actores no estatales como los hutíes pueden armarse con armamento militar moderno que anula el impacto militar de inversiones multimillonarias, como un grupo de ataque de portaviones. A los rebeldes les cuesta decenas de miles de dólares lanzar sus drones y misiles contra Israel y la navegación marítima. A la Armada de EEUU le cuesta millones de dólares derribarlos. Asimismo, a la Marina estadounidense le cuesta cientos de millones de dólares mantener desplegado y operativo un grupo de ataque de portaviones, mientras que los hutíes pueden amenazar de forma creíble con hundir un portaviones utilizando armas que cuestan cientos de miles de dólares.
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El resultado final de la Operación Guardián de la Prosperidad aún se está por escribir. Pero en realidad lo más probable es que no tenga éxito en su misión de impedir los ataques hutíes contra Israel o la navegación marítima. Este fracaso va mucho más allá de la cuestión de la seguridad del mar Rojo. EEUU lleva mucho tiempo sosteniendo que podría garantizar que si Irán intentara alguna vez cerrar el estratégico estrecho de Ormuz, la Armada estadounidense sería capaz de reabrirlo en muy poco tiempo.
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La Operación Guardián de la Prosperidad pone fin a esa afirmación. El hecho es que el equilibrio de poder mundial ha cambiado drásticamente y los sistemas heredados, como el grupo de ataque de portaviones, ya no son el medio dominante de proyección de poder como lo fueron en el pasado. El país norteamericano ha puesto todos los huevos en una sola cesta al depender en exceso del grupo de ataque de portaviones para la proyección de fuerza.
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El inminente fracaso de la Operación Guardián de la Prosperidad pone al descubierto la impotencia de EEUU a la hora de poder llevar a cabo sus planes de dominio regional en el golfo Pérsico, el Pacífico Sur y Taiwán, y señala una nueva era en la que la aparición de una flota norteamericana en las costas de una tierra lejana ya no inspira miedo ni intimidación. Para una nación como Estados Unidos, que ha fundamentado gran parte de su seguridad exterior y nacional en la noción de disuasión basada en la fuerza, la revelación de que sus capacidades de proyección de poder militar son más ladridos que mordiscos socava su credibilidad como aliado y socio, en un mundo definido en gran medida por conflictos creados por, o en nombre de, EEUU.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Scott Ritter – es un ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Sirvió en la URSS como inspector implementando el Tratado INF, en el personal del general Schwarzkopf durante la Guerra del Golfo y como inspector jefe de armas de la ONU en Irak. Actualmente escribe sobre temas relacionados con la seguridad internacional, asuntos militares, Rusia y Oriente Medio, así como sobre el control de armas y la no proliferación.