Columna de Juan Rojo Rojo y Viviana Llambías Miranda | Es octubre otra vez

Es octubre otra vez y parece tan lejano ese octubre de hace cuatro años, cuando más de un millón de chilenos y chilenas se unieron reclamando justicia, mejores pensiones, una distribución de la riqueza más justa, sueldos dignos, entre otras demandas. El expresidente Piñera hoy dice que intentamos un golpe de estado, se tomó estas peticiones como una declaración de guerra y azuzó con ello a que saliéramos más y más personas a las calles, con manifestaciones pacíficas, con daños muy menores a carabineros, fuerzas especiales y la milicia, que salió a defender las infraestructuras públicas y de algunos negocios que muy lamentablemente se vieron afectados.

Estos daños son completamente incomparables respecto de lo que sufrimos las y los manifestantes. Hubo gente muerta. Murieron por el simple hecho de manifestar su descontento con el sistema actual. Se les quitó la vida, dejando a familias desconsoladas y sin respuesta de la justicia. Como es sabido, otros y otras perdieron sus ojos, porque la orden fue disparar balines directamente a los rostros, estaban hiriendo a propósito, no querían persuadir, no querían dispersar, querían directamente herir.

Hoy hay más de 400 personas que sufrieron un profundo cambio en sus vidas por las acciones de las fuerzas de orden. Perdieron sus ojos y la cotidianidad les cambió por completo. Tuvieron que costear sus tratamientos y rehabilitación. Tuvieron que acudir a terapias psiquiátricas y psicológicas para intentar superar el trauma de saber que expresar sus opiniones en la calle puede tener consecuencias como lo que les pasó.

Y es octubre otra vez y muy pocos han tenido justicia respecto de lo que sufrieron. Una justicia tardía e insuficiente, que ha provocado incluso que algunos no lo hayan tolerado más y hayan decidido acabar con sus vidas.

Es octubre otra vez y la rabia, el ímpetu y la imperiosa necesidad de juntarnos parecen haber desaparecido, haberse esfumado. Ya no nos sonreímos cómplices cuando nos vemos con una cacerola y una cuchara de palo. No nos conmovemos con pancartas o chapitas que exigían el fin de las AFP o una nueva constitución.

Es octubre otra vez y esa demanda que nos daba la posibilidad de abrir cerrojos institucionales para cambiar el sistema injusto, privativo y desigual a través de una nueva constitución se desaprovechó. En cambio, se no avecina una constitución regresiva, negacionista y que ignora derechos fundamentales.

Es octubre otra vez y la esperanza de volver a encontrarnos parece un sueño. Se esfumó la ilusión de que por fin la clase política asumiera su misión de trabajar por y para la gente común y no para los empresarios, no para las 7 familias más ricas de Chile, no para quienes les financian sus campañas. Ya no está la impugnación de parte de millones de habitantes del país, distribuidos por todas las regiones, ciudades y hasta pueblos de Chile que les obligaba a ponerse de acuerdo y hacerse cargo de la demanda de una vida mejor, una que valga la pena vivir.

Es octubre otra vez y las frases como “Chile despertó”, “ahora que nos juntemos no nos soltemos”, entre otras, parecen lejanas y olvidadas. Enterradas e incluso negadas por una gran porción de la población que según una reciente encuesta realizada por la universidad Andrés Bello menciona que los efectos del “estallido social” fueron negativos.

Es octubre otra vez y por fin las fuerzas de izquierda han decidido unirse para volver a hacerse cargo de algunas de las demandas que hace cuatro años nos hacían sentido. Se reconoce la unidad como camino para dejar las diferencias internas y volcar las energías en legislar y gobernar para y por el pueblo. Mientras la oposición se niega a aprobar la reforma de pensiones buscando excusas inaceptables, la izquierda fortalece su orgánica y su capacidad política.

Es octubre otra vez y -para algunos/as- la esperanza, como dice el dicho, es lo último que se pierde.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Viviana Llambías Miranda: Militante de Convergencia Social, parte del comunal San Miguel y del Frente Feminista, Terapeuta Ocupacional trabajando con personas vulneradas y en salud mental.

Juan Rojo Rojo: Cursó estudios de Psicología en la Universidad ARCIS y Teología en la Comunidad Teológica de Chile. Es Árbitro Profesional de Fútbol. Actualmente militante de Convergencia Social y estudiante de Licenciatura en Historia de la Universidad Gabriela Mistral.