«El tráfico de drogas en México nació de forma trasnacional»: ¿cómo opera el narco en Europa?

Los medios mexicanos y españoles informaron a principios de agosto sobre la detención de un supuesto líder del grupo criminal mexicano Los Zetas, un hombre de nacionalidad marroquí que fue aprehendido con al menos 400 kilogramos de cocaína y 220.000 euros (unos 237,5 dólares).
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Por Mariano Yberry
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La cantidad de droga incautada por la Policía Nacional de España llamó la atención de la prensa internacional por tratarse, aparentemente, de un cartel que, según algunos expertos consultados por Sputnik, se encuentra desfragmentado y del cual solo quedan algunos remanentes.
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Pese a ello, Los Zetas —cártel fundado en 1999 por exelementos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), un grupo militar especial entrenado por Estados Unidos— levantó las alertas sobre la presencia de células de narcotráfico de México y América Latina en Europa, una región donde «la disponibilidad y el consumo de drogas se mantienen en niveles elevados», según el Informe Europeo sobre Drogas del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.
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De acuerdo con este informe, en Europa más de 83,4 millones de personas (29%) han consumido algún tipo de droga ilegal, siendo la cannabis la más consumida con 22 millones de personas, seguido del MDMA y las anfetaminas.
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Expertos en la materia consultados coinciden en que el tráfico de estupefacientes desde América Latina a Europa no es un tema nuevo y, al menos, se tiene registro de ello desde hace tres décadas, aunque ha cobrado mayor relevancia en los últimos 10 años.

«El tráfico de drogas en México nace de forma trasnacional», dice el periodista e investigador de la Unidad Académica de Psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Jorge Vázquez, quien sostiene que, al menos desde hace 15 años, también hay registros de la salida de cocaína desde Colombia a tierras europeas.

«Para estos grupos criminales no es tanto el ir y tener presencia, sino ir y establecer un acuerdo con determinadas mafias locales, y esas mafias locales pueden usar su nombre», afirma el experto.
Otros países como Ecuador también son señalados como punto de salida de este tipo de droga. Apenas el pasado 11 de agosto las autoridades delos Países Bajos incautaron más de 8.000 kilos de cocaína provenientes de Quito, con un valor estimado de más de 600 millones de euros.
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El presidente colombiano Gustavo Petro explicó recientemente el auge del narcotráfico en Ecuador como puerto de salida de sustancias ilegales hacia Europa y otros lugares. Según él, «la nueva zona de mayor producción de cocaína del mundo se ubica en una franja de 10 kilómetros a lo largo de la frontera colombo ecuatoriana, del lado colombiano. Desde esta zona alejada del mar se trazan las nuevas rutas por los ríos y van hacia el sur. Hacia Brasil para llenar el mercado brasileño, hacia Brasil para pasar al África y de allí a Europa. Hacia Ecuador y Perú para pasar al Asia oriental, a Japón y Australia».

En Ecuador, la sombra de los cárteles mexicanos de la droga se hizo presente hace unas semanas, cuando fue asesinado el candidato presidencial Fernando Villavicencio, un día después de haber denunciado haber recibido amenazas del cártel de Sinaloa.

«Tiene que ver con un proceso de atomización de los grupos criminales. Es muy volátil, muy poco estable, aspectos como los mandos, quiénes controlan el tráfico [de drogas], la pelea por las plazas, los cambios políticos. Todo ello incide en este tipo de movimientos y se van fincando acuerdos diversos con el tiempo», explica Jorge Vázquez.

El académico especializado en temas de narcotráfico refiere que la presencia de los cárteles latinoamericanos se reporta en al menos 10 países europeos, siendo Francia, España, los Países Bajos e Italia algunas de las naciones que más problemas reporta al respecto.
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Vázquez Valdés destaca que la visibilidad de estos grupos con presencia en Europa es poca, principalmente porque se prefiere enfocar el problema en los países latinoamericanos exportadores. El especialista refiere que, por ejemplo, se tiene la idea de que en Estados Unidos no hay narcos cuando existen diversos informes de las propias autoridades estadounidenses que sugieren lo contrario.
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«El énfasis de la criminalización hacia México ha venido de Estados Unidos, porque Estados Unidos maneja muchísimo más la política punitivo-prohibicionista y esta política encaja ya no tanto con el esquema de tratar de disminuir la ganancia de estos grupos criminales, el trasiego de droga o el propio consumo. Ahora lo que se está constatando es que se vuelve un componente de una medida geopolítica para Latinoamérica que es básicamente mantener el control del Norte sobre el Sur», sostiene el investigador.
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‘Aventureros’ a Europa

El experto consultado insiste en que la forma en que operan los narcotraficantes latinoamericanos en el continente europeo es a través de alianzas con las mafias locales, es decir, no se mantiene como tal la estructura de la organización criminal, sino que individuos operan a manera de representación de los cárteles.
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En este punto coincide el doctor en Sociología por la Universidad de Bielefeld, Alemania, Édgar Guerra, quien en conversación define a estos personajes como una especie de «aventureros» que, usando la marca de los cárteles (como el cártel de Sinaloa, Los Zetas, CJNG, por mencionar algunos de los más sonados en Europa), incursionan en otros delitos además del tráfico de drogas, como la trata de personas.

«Hay infinidad de grupos que pertenecen o se cobijan, de alguna otra manera, bajo el nombre de la gran marca CJNG [Cártel Jalisco Nueva Generación], pero la verdad es que operan hasta cierto punto de manera autónoma: tienen sus propias dinámicas, tienen sus propios territorios, sus propios mercados y se van ensamblando», refiere Guerra.

El investigador del Programa de Política de Drogas del Centro de Investigación y Docencia Económicas de México (CIDE) considera que de este modo trabajan actualmente muchas de las organizaciones criminales latinoamericanas, ya no como un gran grupo coordinado con una estructura fija que sigue a un único líder, sobre todo porque «las personas duran muy poco» en este tipo de puestos de poder.

«Eso hace todavía más difícil las tareas de prevención y de persecución de los delitos, porque precisamente no hay un gran cerebro detrás, sino que es una red muy estructurada, muy compleja, de distintos grupos que van cada uno tratando de incursionar de distintas maneras. Creo que esa es la tendencia, a nivel global, de ya no ver estas grandes corporaciones, sino más bien redes de grupos», explica el especialista.

Ambos expertos coinciden en que los narcotraficantes latinoamericanos se vuelven productores en Europa, lo que facilita el trasiego intercontinental.
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Durante 2020, al menos 350 centros de producción fueron desmantelados en Europa, según un informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, documento que no precisa a qué organizaciones pertenecen dichos laboratorios.
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Por otra parte, Édgar Guerra reconoce que la Unión Europea (UE) tiene problemas de seguridad más prioritarios como el mercado ilícito de armas o la trata de personas, por lo que el narcotráfico queda en términos secundarios.
No obstante, el investigador aclara que no podría descartarse que el tráfico de estupefacientes no se vuelva un tema que desplace a los otros mercados ilícitos.
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Al respecto, la internacionalista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ana Luisa Trujillo, coincide en señalar que en territorio europeo se tienen problemas de seguridad más fuertes relacionados con el terrorismo y el tráfico de migrantes.
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La experta en temas de seguridad agrega que la forma en la que las autoridades europeas actúan contra estos grupos criminales es muy diferente a cómo se aborda en América Latina, lo que también reduce los niveles de violencia asociados a este tipo de delitos.
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«Yo insistiría en que la diferencia entre América Latina y Europa es que allá los sistemas de impartición de justicia y de investigación son mucho más funcionales, están menos permeados por el crimen, todavía la sociedad tiene oportunidad de trabajar en algunas otras cosas. No son regiones abandonadas», asegura.