Sr. Director:
El fallecimiento de un piloto de Latam de mediana edad tras una descompensación cardíaca durante el vuelo, no es solo un siniestro aeronáutico, sino que debe considerarse el aspecto sanitario que termina comprometiendo la seguridad del servicio. Covid-19 sigue en pleno vuelo discapacitando y causando a todos un significativo daño cardiovascular. Los vuelos son de alto riesgo de contagio de enfermedades respiratorias, en particular Covid-19 al ser de propagación aérea, por cumplir todos los requisitos para maximizarlos: ventilación/filtrado deficitarios, multitud hacinada sin distancia, largos períodos de acumulación de aerosoles respiratorios y la generalizada cultura de no utilizar respiradores. La insalubridad del aire interior expone masivamente a los pasajeros, echando a volar también la pérdida de sobrevida saludable de toda la tripulación. Sabemos de aerolíneas sin haber podido operar por discapacidad del personal. Urge que los ministerios de Transporte (MTT), Salud (MINSAL) y Trabajo (MINTRAB) normen ventilación/filtrado en todos los medios de transporte (¡y aulas, MINEDUC, por piedad!): CO2 bajo 550ppm (a lo sumo 700ppm) y filtrado HEPA/MERV13 a 12 ACH (o al menos 6). Esta desgracia humana es predecible y prevenible: un siniestro sanitario en diferido. Tanto autoridades como prestadores deben asumir su responsabilidad. Mientras tanto, seguimos secuelando a niños y trabajadores. ¿Hasta cuándo?
Luis León
Cárdenas Graide,
Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile
Diplomado en Ciencia e Ingeniería de Datos, DCC, Universidad de Chile