El Gobierno chileno lidia con una emergencia agrícola tras grandes inundaciones en el centro-sur del país. En diálogo con Sputnik, el ingeniero agrónomo chileno Marcos Mora aseguró que se perdieron cultivos de hortalizas y frutas, y que pasarán «tres o cuatro años para que esas plantaciones se repongan, si se reponen».
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Por Camila Bentancor Santana
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Las regiones de Valparaíso, O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío, todas en el centro-sur del país, fueron azotadas por un sistema frontal —un fenómeno en el que chocan dos masas de aire de distinta temperatura y humedad— que produjo intensas lluvias y desbordes de ríos y dejaron, además de dos fallecidos, dos personas desaparecidas y más de 20.000 damnificados, a 300.000 hectáreas con distintos niveles de daño.
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Según anunció el Gobierno, tras la declaración de la emergencia agrícola, se desplegaron acciones inmediatas para mitigar los estragos de la tragedia mientras se trabaja en un diagnóstico para determinar el alcance de los daños.
Desde el Ministerio de Agricultura se informó que el 20% de la producción alimentaria del país puede verse afectada.
El ingeniero agrónomo y docente de la Universidad de Chile, Marcos Mora, aseguró que «la catástrofe afectó tanto a plantaciones frutales como a plantaciones de hortalizas».
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El experto, especializado en comportamiento del consumidor, comercialización y gestión de los agronegocios, señaló que si bien gran parte de las hortalizas que se consumen en Chile proviene de la zona norte del país —no afectada por las inclemencias— el fenómeno provocó la pérdida de la producción de hortalizas desde Valparaíso hasta Biobío.
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En el caso del sector frutícola, la región del Maule, que produce manzanas y peras, fue «fuertemente afectada», especialmente en los cultivos «que estaban cercanos a las riberas de ríos dado que con la crecida esas plantaciones quedaron totalmente destruidas».
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El impacto no será «tan significativo» en el mercado interno, pronosticó el ingeniero, aunque las pérdidas sí «van a afectar en algo» la venta de alimentos a los chilenos. De hecho, la cartera de Agricultura ya advirtió que los precios de las verduras subirían un poco por los nuevos requerimientos logísticos para el traslado de los alimentos desde el norte del país.
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Mora consideró que podrían darse pequeñas subidas en los precios, aunque advirtió que «puede que se generen algunas situaciones de especulación con los precios», algo que «sería muy grave».
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Los precios de frutas tropicales muy consumidas por los chilenos como la banana o la piña no tendrían cambios de precio por ser productos de importación, recordó.
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Las consecuencias económicas de las pérdidas de los cultivos
Mora advirtió que las pérdidas frutales repercuten, esencialmente, en el sector exportador. En efecto, el país andino es el principal productor y exportador de frutas del hemisferio sur y, de acuerdo a los datos oficiales, lidera la exportación de frutas frescas en más de 50 especies frutales.
«El daño se produce en el sector exportador y esto tiene que ver con las inversiones. La agricultura no es algo que se haga de la noche a la mañana, es algo calificado de un horizonte mucho mayor, entonces las pérdidas que nosotros podamos tener, o las repercusiones de esto, van a tener un efecto de rezago en el tiempo», explicó Mora.
El especialista estimó que el impacto en las zonas afectadas se verá durante los próximos tres a cuatro años, un plazo necesario para que «esas plantaciones se repongan, si se reponen».
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Esto depende, aclaró el experto, de que se decida invertir lo mismo en la región productiva. Para atraer esas inversiones, señaló, es necesario «pensar medidas» adaptativas en el país. «La ciencia tiene que ir dando respuestas a cómo nos vamos adaptando a estas nuevas condiciones climáticas», apuntó.
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La producción de cerezas es un ejemplo de ese tipo de medidas, señaló Mora. «El cerezo tiene techo, eso es una inversión mayor para asegurarnos la producción. Si no tuvieran techo, cae una lluvia y perdemos la producción», sostuvo.
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El desafío más grande
Para Mora «el problema más grande» que dejó el fenómeno meteorológico recae en que los agricultores puedan salir adelante con su familia.
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Y es que, además de la pérdida de los cultivos, las inundaciones produjeron daños menores en más de 4.064 viviendas, daños mayores en más de 3.059, y la destrucción total de 1.623 hogares, de acuerdo al último reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred).
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Ante esta situación, el Gobierno de Gabriel Boric impulsó acciones inmediatas. Desde el Estado se ha asistido a la alimentación de animales mayores y menores, se rehabilitaron caminos que habían quedado bajo agua, se inició la limpieza de los canales de regadío y se establecieron apoyos económicos a pequeños productores. A su vez, se dispuso la entrega de viviendas de emergencia para los damnificados.
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Se espera que en el largo plazo, los equipos del Gobierno trabajen en programas de recuperación de suelos.
Mora aseguró que «se está haciendo lo correcto, todo lo posible en la medida de los recursos que tenemos para este tipo de situaciones».