Vuelve el voto obligatorio en Chile para el plebiscito constitucional: ¿a qué opción beneficia?

Este 4 de septiembre se realizará el plebiscito de salida para saber si se aprueba o rechaza la nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional en Chile. Esta vez el voto será obligatorio tras 12 años de derogada esta disposición. La doctora en Ciencias Políticas Claudia Heiss habló sobre este inédito escenario electoral.
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Por Carolina Trejo
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La obligatoriedad el voto, que será extraordinaria para estos comicios, genera preguntas tales como si habrá más participación de la que hubo en la segunda vuelta de la elección presidencial de noviembre del 2021, o si este factor podría beneficiar a una opción por sobre la otra.
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«El aumento de la participación electoral producto de la obligatoriedad del voto hace mayor todavía la incertidumbre, que ya es bastante grande, porque hemos tenido encuestas muy poco fiables en los últimos años», señala la politóloga y académica de la Universidad de Chile Claudia Heiss.
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Según Heiss, el resultado del plebiscito en estas encuestas aparece bastante estrecho. «Creo que hay una tremenda incertidumbre en el resultado de esta elección, y la incertidumbre, en general, es un motor a la participación electoral».
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A partir de esta premisa la académica sostiene que «el voto obligatorio va a aumentar la participación electoral, eso es ineludible. Lo que no sabemos es cuánto, porque en realidad el incremento va a tener que ver con la expectativa que haya sanciones efectivas a las personas que no voten». Esto se refiere a las multas económicas para los votantes que no asistan a sufragar, las que fluctúan entre los 23 y los 195 dólares, aproximadamente.
Un aspecto clave de este plebiscito, advierte Heiss, es que este 4 de septiembre será «la primera vez en Chile que vamos a tener una elección con inscripción automática y voto obligatorio, porque lo que tuvimos hasta el 2012 era voto obligatorio, pero la inscripción era voluntaria».
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Antecedentes de la participación electoral

Plebiscito de entrada en noviembre de 2020
© Sputnik / Carolina Trejo
La elección del 17 de enero de 2010, para la segunda vuelta presidencial entre Sebastián Piñera y Eduardo Frei, fue la última votación con sufragio obligatorio e inscripción voluntaria. Fueron más de 6,9 millones de votos válidos emitidos según el Servicio Electoral (Servel). Sin embargo, la participación fue menor a las elecciones anteriores, que superaron los 7,1 millones de electores (desde 1989 a 2009), concurrencia a las urnas que superó el 86% del padrón electoral inscrito.
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Fue el envejecimiento del padrón electoral y la baja inscripción de los jóvenes lo que impulsó al primer Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014) a promulgar la reforma al sistema electoral hacia el voto voluntario e inscripción automática, que elevó el padrón de ocho a 13 millones de electores, de los cuales poco más de 5,2 millones correspondieron a nuevas personas que estarían en condiciones de votar.
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«Antes la gente tenía que ir los registros electorales a inscribirse. Hoy día el Registro Civil y el Servicio Electoral están sincronizados, y por lo tanto este trámite del registro no es necesario. Por lo tanto, el padrón aumenta de manera automática, así es que yo diría que vamos a aumentar la cantidad de electores, pero no sabemos exactamente en cuánto», explica Heiss.
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Fue en las elecciones municipales de 2012 cuando el sistema nuevo debutó y lo hizo con una marcada baja en la votación: más de 1 millón de votos menos que la anterior y con un padrón electoral actualizado, con una participación que solo alcanzó un 43%.
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Desde esos comicios en adelante nunca se volvió a superar los niveles de participación que había con el voto obligatorio, tendencia que solo se revirtió en el plebiscito de octubre del 2020, que decidió el inicio del proceso constituyente para la redacción de una nueva carta magna. «El aumento en la participación electoral en el plebiscito de entrada muestra que ese plebiscito del 25 octubre del 2020 fue una elección particular, fue distinta de las otras elecciones», asegura la politóloga.
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«Efectivamente se revirtió la tendencia a la baja participación electoral, llegó casi al 51% del padrón y además se produjo un fenómeno que no se había producido en ninguna otra elección antes y que además no se repitió después tampoco, que fue la participación de algunos segmentos de personas jóvenes, de bajos recursos, además de sectores vulnerables jóvenes, los jóvenes de La Pintana [comuna la sur de Santiago], por ejemplo».
Según la doctora en Ciencias Políticas en esa elección hubo un traspaso de la calle a la urna. «Se ha dicho es que las personas que protestan, las personas que marchan, no votan. O sea, el que marcha no vota y el que vota no marcha, hay una cierta exclusión de esos dos ámbitos, y eso particularmente en sectores jóvenes de menores ingresos y de menor nivel educacional».
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En el caso del plebiscito de entrada, explica Heiss, hubo una movilización inusual producto del estallido social, «que convocó a un electorado molesto con el sistema político, que había estado en la protesta, a participar electoralmente para decir no a la a la antigua Constitución y para iniciar el proceso constituyente».
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Además, en esta elección plebiscitaria hubo una disminución de la votación de las personas mayores. «Eso puede verse explicado en parte por el COVID-19 y también en parte porque era una elección que evidentemente parecía ganada por el Apruebo del proceso constituyente. Y entonces, eso desmovilizó a adultos de sectores más acomodados que votaron en proporción menor a la tradicional, y por el contrario aumentó la votación de jóvenes de sectores más pobres», sostiene Heiss.
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El temor a la ultraderecha

Urna en el plebiscito de entrada
© Sputnik / Carolina Trejo
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La segunda vuelta presidencial entre Gabriel Boric y José Antonio Kast en 2021 superó todos los récords en tiempos de voto voluntario con más de ocho millones de electores que fueron a las urnas y superaron el 55% de participación ciudadana.
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«En el caso de la elección de Boric ahí lo que movilizó al electorado fue lo polarizada que era esta elección», asevera Heiss.
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«Era una alternativa, de un proyecto izquierda, de una izquierda que no había estado en el gobierno, de un grupo más nuevo generacionalmente, el del Frente Amplio. Y al mismo tiempo por la derecha iba una opción muy extrema, con amenazas para ciertos grupos, incluso amenazas culturales, yo diría para las mujeres, para las minorías sexuales, etc., que movilizó a personas de centro a votar por Gabriel Boric y evitar que llegara la extrema derecha al poder«.
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Este aumento de los electores hoy se trasforma en un verdadero desafío para el plebiscito de salida del 4 de septiembre próximo.
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«No sabemos cuánto va a ser la cantidad de gente que efectivamente va a votar y tampoco sabemos cuál va a ser su comportamiento electoral, porque las personas que no han votado desde la instauración del voto voluntario o incluso desde antes, al no escribirse en los padrones electorales, las personas más jóvenes que no se inscribieron son personas que no han votado nunca, es muy difícil predecir el comportamiento electoral».

Falta de información

Votante en el plebiscito de entrada
© Sputnik / Carolina Trejo
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La polémica no ha estado ausente en el tema del voto obligatorio, los partidos de oposición al Gobierno de Gabriel Boric han acusado debilidad por parte del Ejecutivo y del Servel para informar sobre la obligatoriedad del proceso, lo cual generó suspicacias en este sector.
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Los opositores sostienen que incentivar la participación no le convendría al Gobierno y que por ello no han informado bien sobre la obligatoriedad del proceso, toda vez que las encuestas indican que mientras más gente vaya a sufragar, más opciones tendría de ganar la opción del Rechazo en el plebiscito de salida.
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«Argumentos en favor del Apruebo y del Rechazo se han dado en los dos sentidos. El argumento que dice que las personas que se han abstenido hasta hoy día votarían Rechazo, argumentan que son las personas que no han participado en elecciones, personas que tienen menor involucramiento cívico, menor participación política, que no están informadas de los debates políticos y eso podría beneficiar al Rechazo, que ha tenido una campaña mediática, mucho más amplia, sobre todo por la cantidad de inversión de inversión publicitaria que ha hecho», explica Heiss.
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La politóloga detalla que el Servel informó que el 90% de los aportes privados que se han recibido para la campaña de plebiscito han sido para el Rechazo, y solamente el 10% de los aportes son para el Apruebo. Además, la campaña de Rechazo, indica Heiss, junto con ser más masiva ha usado, en algunos casos, las fake news.
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«Información falsa o algunas interpretaciones un poco antojadizas del texto constitucional, y eso las personas de menor educación serían más vulnerables a esa influencia. Y también el Rechazo es un voto que sé que se alimenta un poco de impulsos conservadores que tienen temor al cambio. Entonces es electorado podríamos decir más vulnerable y menos educado podría en ese sentido beneficiar al Rechazo», puntualiza.
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No obstante este análisis, la académica aclara que también es posible que el aumento de la participación electoral beneficie al Apruebo, «si se considera que en general, la abstención electoral está asociada a menores niveles socioeconómicos y educacionales».
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«Entonces pues si vota la gente más pobre y menos educada —por la obligatoriedad—, esa es la gente que más se vería beneficiada por un cambio de modelo que promueva los derechos sociales, que es justamente lo que busca hacer la propuesta constitucional. En ese sentido lo razonable sería que esos nuevos electores voten al Apruebo», asevera.
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«Existen estos dos argumentos que se han esgrimido, y yo creo que no hay evidencia suficiente para saber a quién beneficiaría el aumento de la participación electoral».
Además, según la politóloga, «hay una tendencia a que el voto joven sea más bien del Apruebo y el voto mayor sea por el Rechazo. Por supuesto que esto no es lineal, hay de todo en todos los segmentos etarios».
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«Pero en general el voto Rechazo tiene que ver con el temor al cambio y eso es una característica más propia de las personas mayores en general, y por lo tanto yo creo que el voto juvenil debiera en general más bien beneficiar al Apruebo».
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La incertidumbre del resultado

Lo cierto es que frente a esta elección y el nivel de participación los expertos, incluida Claudia Heiss, consideran que debiera haber una importante afluencia de votantes.
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«Al ser una elección con voto obligatorio sobre un padrón de alrededor de 15 millones de personas, yo creo que deberíamos estar sobre los ocho millones de votantes. Sin duda esta elección debiera ser la más masiva desde el retorno a la democracia debiera superar la elección presidencial pasada».
Las cifras reales del regreso del voto obligatorio para el plebiscito de salida de la propuesta constitucional en Chile, se conocerán en la noche del próximo 4 de septiembre, al mismo tiempo que se sepa si la nueva Constitución será aprobada o rechazada.