Plurinacionalidad ¿Amenaza para la identidad nacional?

En medio del actual debate sobre si aprobar o rechazar la propuesta constitucional, múltiples actores se han pronunciado libremente sobre el tema sin siquiera tomar en cuenta lo que hoy significan los discursos en el acontecer político. La plurinacionalidad no ha sido la excepción de esto, sin embargo, el opinar sobre este concepto se hace con tal descuido que más que aportar al debate se confunde a la ciudadanía -he incluso a las mismas autoridades de gobierno y actores políticos- por ello hay que remontarse primigeniamente a un componente originario para entender esta propuesta, la identidad.

Múltiples autores se han aventurado a tratar de comprender este concepto originario, no obstante es importante conocer la visión que nos entrega el gran politólogo estadounidense Samuel P. Huntington, quien en su libro ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense, plantea el dilema de la primacía de la identidad subnacional de dicho país a lo largo de su historia y conformación, atravesando múltiples fenómenos como la migración desde distintos Estados, la fragmentación posterior a la Guerra de Independencia estadounidense (incluidas las batallas en contra de los nativos), los procesos separatistas durante la Guerra de Secesión, la tensión existentes entre culturas diferentes, entre otros. En una situación similar planteada por Huntington, Chile, ha tenido desde antaño conflicto con la identidad de sus pueblos Producto de la colonización, el mestizaje, las guerras independentistas, entre otros; los pueblos originarios perdieron el reconocimiento y por ende su identidad frente al Estado Chileno. Estos procesos, que son completamente conocidos desde antaño, se han transformados y siguen generando problemas actualmente.

Si se observa el panorama chileno actual, la propuesta de nueva constitución, emanada desde la Convención Constitucional, asume en su artículo I una posición como sociedad que reconoce la plurinacionalidad. Esto conlleva grandes desafíos y también grandes responsabilidades para nuestro país -si es que la propuesta es aprobada-.

El desafío es reencontrar esas identidades de chilenos/as, pueblos originarios, naciones indígenas, etc. Que no encuentran el vínculo que les une a aspectos como, el territorio, el Estado, a su cultura y sus instituciones. En segundo lugar, se encuentra el riesgo que asoma entre sombras, el repudio que este concepto (plurinacionalidad) provoca en las personas, debido a la connotación ideológica apegada a pensamientos de extrema izquierda que se le ha dado al termino en la actualidad, y que ha generado pánico en algunos sectores políticos y sociales, demostrando que la sociedad chilena no está preparada ni política, ni socialmente para asumir este concepto, y que asimismo, este solo profundizaría la desconfianza política existente.

El establecer la plurinacionalidad además conlleva asumir que existen diversos componentes identitarios que no se reúnen en una sola nación, y que necesitan adicionalmente coexistir en varias identidades traducidas en grupos, etnias, culturas y pueblos, que además van a necesitar un vínculo excepcionalmente fuerte que les permita permanecer unidos.

¿Es imposible lograr esto? Al menos la evidencia comparada nos dice que no lo es, sin embargo esto no se logra de un día para otro. Las configuraciones que han hecho otros países han sido diversas y plurales, por lo que no existe un único modo y un tiempo para adecuarse al cambio necesario, Estados Unidos, que si bien no expresa literalmente el concepto de plurinacionalidad, pero si garantiza la coexistencia de muchos grupos étnicos he incluso diásporas, lo logró con un constante dinamismo histórico y político, traducido como melting pot (que podría entenderse como integración), por otro lado en Suiza tampoco existe la “plurinacionalidad” pero si existe la diversidad de lenguas, culturas y múltiples identidades, que se encuadran como multiculturalismo; como también el caso de Bélgica que habla de comunidades que existen dentro de un mismo país. Así podríamos seguir revisando los casos en el mundo en que abordan este problema, enraizado más bien en cómo se identifican los individuos y grupos colectivos que conforman a los países con el ordenamiento jurídico del Estado.

Finalmente, de aprobarse la propuesta constitucional ¿Qué se debe resolver en materia de plurinacionalidad? Lo primero, es lograr el reencuentro de las identidades individuales con las colectivas ya sea de grupos intermedios de la sociedad o también en su conjunto nacional. Para esto será de importancia que los/as chilenos/as desarrollar una afinidad con respecto a los cambios que pueden darse en la composición de la sociedad, en torno a los pueblos originarios. Otro aspecto a resolver es lograr la coexistencia de múltiples grupos que a pesar de no identificarse primero como chilenos/as (es decir, que existe una primacía de una identidad subnacional), sí pertenecen al territorio y sí deben respetar la cultura del país, sus instituciones, costumbres y tradiciones, así como también a la inversa para el caso de los chilenos/as hacia los pueblos originarios.

No obstante no se logrará plasmando como principio la plurinacionalidad – o cualquier otro principio que contemple la fragmentación- sin antes trabajar previamente en reconstruir la confianza en la identidad nacional. En definitiva el proceso al cual se enfrenta Chile hoy, es comprender que el concepto de plurinacionalidad, si bien apunta a la diversificación identitaria, no aborda una solución viable y que lo central de la discusión posterior al 4 de septiembre debe ser que las múltiples identidades, culturas y puntos de vistas que existen, siguen conviviendo en este territorio entre mar y cordillera, desde lo más árido del norte de Chile hasta los confines del mundo en el Estrecho de Magallanes, por lo que fomentar una o varias identidades de manera forzada o incluso la separación de estas, sin un trabajo previo, no contribuye al desarrollo del país y menos lo hará a la consagración y aceptación del nuevo texto constitucional.

LA OPINIÓN DE LOS AUTORES NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Matías Rivas Peña – Coordinador de Contenidos e Innovación de la Fundación Voz Pública.
Por Manuel Jeraldino Mena – Director de Contenidos e Innovación de la Fundación Voz Pública