Además, la investigación explora el alza del trabajo en domicilio, pasando de 655.257 personas en el primer trimestre de 2019 a 1.280.787 empleos en domicilio entre julio- septiembre de 2021.
SANTIAGO – La versión actualizada del estudio del trabajo textil denominado Trabajo en Domicilio: Pandemia y Transformaciones en el Trabajo Textil y la Cadena de Vestuario en Chile de Fundación SOL, con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Coordinadora de Trabajadores/as a Domicilio (CONATRADO) reveló la precaria realidad laboral que viven las trabajadoras en domicilio y el recrudecimiento de éste durante el periodo de confinamiento del COVID-19.
De acuerdo a la investigación, al trimestre julio- septiembre de 2021 más de 52 mil personas se emplean en el sector textil. Respecto al momento previo al inicio de la pandemia (diciembre-febrero de 2020), se han perdido más de 35.900 empleos en el sector.
El estudio indagó en el alza del trabajo en domicilio producto de la crisis sanitaria, el que a principios de 2019 abarcaba a 655.257 personas. En el curso de la pandemia se produjo un aumento significativo llegando a 1.760.699 empleos. La mayor parte de quienes integran esta forma de trabajo corresponden a mujeres, quienes a principios de 2019,superaban las 383 mil en esta modalidad de trabajo, aumentando a más de un millón en junio-septiembre de 2020.
Las entrevistas realizadas dieron cuenta de la percepción de las trabajadoras respecto a la falta de ayudas estatales durante la pandemia, en muchos casos se planteó que la entrega del IFE universal constituyó un apoyo relevante. Por otra parte, la escasa cobertura de seguridad social y existencia de lagunas de cotizaciones en el trabajo en domicilio no permitió que el retiro del 10% de los fondos de pensiones haya sido una alternativa relevante para las propias trabajadoras..
«El análisis da cuenta de una realidad precaria que ya vivían las trabajadoras en domicilio, pero que se recrudece durante el periodo de confinamiento de la COVID-19. Los esfuerzos por mantener los ingresos, cuidar a sus familias y mantenerse saludables fueron exigencias durante todo el tiempo de pandemia», explica Andrea Sato, investigadora de Fundación SOL y co-autora del estudio.
Muchas de las trabajadoras buscaron apoyo en organizaciones sindicales, territoriales o vecinales. El tejido social y/o colaborativo fue fundamental a la hora de hacer frente a la incertidumbre de la pandemia. Una de las entrevistadas describió esta contención:
«De hecho yo me estoy alimentando con la olla común, o sea estoy toda la mañana allá, obviamente no tengo tiempo para hacer el almuerzo en mi casa y yo traigo el almuerzo de allá, de la olla. (…) yo creo que si no hubiese estado en esta olla, que esta olla no fue idea mía fue idea de otros vecinos, y si no hubiese sido por esta olla, yo no sé, yo creo que lo más probable es que a mí no me hubiese dado para solventar los gastos de la casa»
La investigación también da cuenta de que, al haberse roto la mayoría de las cadenas productivas, se generó también una transformación en la producción en el hogar y la comercialización.
«Hay una intención de permanente renovación y enfrentar las situaciones coyunturales que se presentan, pero el quiebre en las cadenas de valor y suministro ha tenido consecuencias en distintos niveles y dimensiones que obligó a la transformación productiva y al reordenamiento de la organización del trabajo; confeccionar nuevos productos, utilizar más y mejor las redes sociales y explorar otras formas de generar ingresos» señaló Recaredo Gálvez, investigador de Fundación SOL y coautor del estudio.
El trabajo en tiempos de confinamiento
En el escenario de pandemia el trabajo se describe como una actividad que requiere mucha más dedicación horaria sin existir parámetros exactos respecto de cuanto es el tiempo justo o saludable para dedicar a la producción. El temor a perder la relación con el/la cliente influye en la flexibilidad de los horarios.
La totalidad de personas entrevistadas realiza trabajo en su domicilio y la mayoría de ellas lo hacía total o parcialmente desde antes de la pandemia. Esto no ha significado que sea más fácil en cambio. Inmersas en el mundo productivo del hogar, se observa un incremento en las cargas reproductivas y un reacomodo de los tiempos y espacios domésticos.
Benjamín Sáez, investigador de Fundación SOL y coautor del estudio explica que «al mismo tiempo, el trabajo se realiza conjuntamente con otras rutinas, como los cuidados, el ocio o la alimentación, entrando en directas contradicciones. El desarrollo de actividades simultáneas y la dificultad para encontrar momentos de desconexión y desahogo en un contexto de alta carga para la salud mental ha sido también un aspecto relevante».
Avances estratégicos
En la investigación se hicieron seis sugerencias que en su mayoría son recomendaciones que se identificaron también en el informe del año 2017.
1. Promover la conformación y mantención en el tiempo de sindicatos de trabajo a domicilio y sindicatos de empresa del área textil, confecciones afines, incentivando la afiliación masiva en todos los niveles.
2. Lograr el reconocimiento y regulación del Trabajo en Domicilio a través de la ratificación del convenio 177 de la OIT sobre el mismo.
3. Conseguir la re-inclusión del trabajo a 47 domicilio en el Código del Trabajo, regulando condiciones laborales y de seguridad social.
4. Desarrollar negociaciones colectivas por rama de actividad en la industria textil, de carácter tripartito.
5. Lograr tarifados nacionales unificados.
6. Formar una federación nacional de trabajadores en sus domicilios.
Por último, la investigación explica que las organizaciones sindicales han permitido ir construyendo un relato común el cual se aúna en la expectativa que el actual contexto político permita algún cambio positivo que implique el reconocimiento legal para que a lo menos las enfermedades derivadas del trabajo que realizan puedan ser reconocidas y bonificadas como corresponden.