Declaración de la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Sra. María Zajárova, en relación con la suspensión de Rusia como observador permanente ante la Organización de los Estados Americanos (OEA)

El 21 de abril el Consejo Permanente de la OEA adoptó la decisión de suspender el estatus de Rusia como observador permanente.
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Lamentamos que haya sido tomada esta decisión, que fue promovida enérgicamente por los países de la OTAN que son miembros de la OEA – los Estados Unidos y Canadá.
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Su objetivo es involucrar a los estados latinoamericanos en el «alboroto» antirruso de los miembros de la OTAN para sembrar la discordia con Rusia, las relaciones con la cual se caracterizan históricamente por los lazos de amistad, diálogo de respeto mutuo y cooperación mutuamente beneficiosa.
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Sabemos que los Estados de América Latina y el Caribe han sido sometidos a una presión sin precedentes, a “torcedura de brazos”. La falta de voluntad para escuchar la verdad sobre el estado real de las cosas y el temor de que dicha información podría afectar los resultados de la votación resultó en la decisión de los organizadores de esta acción no conceder la palabra a nuestro observador permanente ante la OEA, el embajador Anatoliy Antónov.
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Cabe destacar que, a pesar de todas las manipulaciones de Washington y Ottawa, la decisión concerniente a Rusia no ha sido apoyada por los principales estados latinoamericanos – Argentina, Brasil y México. Junto con ellos se quedaron Bolivia, Honduras, El Salvador, así como los países del Caribe – San Cristóbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas.
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La cooperación de Rusia con esta organización regional abarca 30 años. Desde 1992 se ha desarrollado en el formato de relaciones mutuamente beneficiosas tanto en el marco político, como en él de los órganos especializados del sistema interamericano – Comisión para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), Comité de Lucha contra el Terrorismo (CICTE) y otros.
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La intensidad de la interacción, sin embargo, ha disminuido bajo la administración actual de la Organización, cuyo secretario general, Luis Almagro, se destacó en varias ocasiones con declaraciones antirrusas. Bajo su «supervisión» la OEA comenzó a recobrar los rasgos del notorio «Ministerio de Colonias» de los Estados Unidos a pesar de todos los esfuerzos de los latinoamericanos seguir en su marco la política independiente que respondiera a los intereses de los estados «al sur del Río Grande».
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La OEA ha perdido hace mucho tiempo su condición de una organización regional universal de los países del Hemisferio Occidental. Cuba no participa en su trabajo desde 1962, y La Habana no volvió al seno de la Organización aun después del levantamiento de su inhabilitación que se le impuso en 2009. El año pasado Nicaragua empezó el proceso de salida de la OEA. El lugar de Venezuela lo está ocupando ya más de dos años un representante del impostor que se proclamó Presidente (el gobierno legítimo de Venezuela salió de la OEA en 2019).
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No nos aferramos a la condición de observador en la OEA. Las causas y objetivos de la operación especial militar en Ucrania se conocen y están claros para los socios imparciales y abiertos para el diálogo. Estamos seguros de que la historia pondrá todo en sus lugares.
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No tenemos ni la menor ilusión acerca de la política de los EE.UU. y Canadá. Esperamos que los latinoamericanos puedan entender en que juego antiruso y de poca visión de futuro les han arrastrado en la OEA.
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Nuestra cooperación con los socios latinoamericanos y caribeños se mantiene y va a profundizarse. Estamos convencidos de que ésto responde plenamente a los intereses de nuestros Estados.
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