EEUU realizó experimentos en pacientes de un hospital psiquiátrico de Ucrania

Entre 2019 y 2021, científicos estadounidenses de un laboratorio de Merefa (región de Járkov) probaron medicamentos biológicos potencialmente peligrosos en pacientes del hospital psiquiátrico clínico regional número 3 de la ciudad ucraniana de Járkov, declaró el Ministerio de Defensa de Rusia.
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«Los individuos con trastornos mentales fueron seleccionados para los experimentos en función de su edad, nacionalidad y estado inmunológico. Se utilizaron formularios especiales para registrar el resultado de la vigilancia del estado de los pacientes durante las 24 horas del día. No se introdujo ninguna información en la base de datos de pacientes internos y el personal del hospital se comprometió a no divulgarla».
En enero de 2022, el laboratorio de Merefa fue cerrado y el equipo y los medicamentos fueron trasladados al oeste de Ucrania, dijo el Ministerio de Defensa.
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El Ministerio de Defensa ruso, en una sesión informativa sobre los biolaboratorios estadounidenses en Ucrania, informó sobre el proyecto 3007, «Vigilancia de la situación epidemiológica y medioambiental de las enfermedades peligrosas transmitidas por el agua en Ucrania».
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Allí, especialistas ucranianos, supervisados por científicos estadounidenses, tomaron muestras de agua en los principales ríos ucranianos, como el Dniéper, el Danubio y el Dniéster y en el canal de Crimea del Norte, para determinar la presencia de agentes patógenos especialmente peligrosos, como el cólera, la fiebre tifoidea y los agentes patógenos de la hepatitis A y E, y sacar conclusiones sobre su posible propagación por el agua, informó el Ministerio.
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Según el Ministerio de Defensa, los resultados de estos trabajos podrían utilizarse para crear una situación biológica desfavorable, no sólo en Rusia, sino también en los mares Negro y de Azov, así como en Bielorrusia, Moldavia y Polonia.
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El Ministerio de Defensa señaló que Estados Unidos ha gastado más de 350 millones de dólares en los últimos años en proyectos del Centro de Ciencia y Tecnología de Ucrania, que asignó subvenciones para realizar investigaciones de interés para el Pentágono, incluso en el campo de armas biológicas.
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Asimismo, la entidad dio los nombres de los empleados estadounidenses y europeos del centro, que se dedicaba a las investigaciones en beneficio del programa militar y biológico estadounidense.
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Según el Ministerio de Defensa, el puesto de director ejecutivo lo ocupa el ciudadano de EEUU Curtis Bjelajac, mientras que el presidente de la junta directiva del Centro por parte de la Unión Europea es Eddie Arthur Mayer.
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Phil Dolliff, que trabaja en el Departamento de Estado como Subsecretario de Seguridad Internacional y Programas de No Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, está a cargo del trabajo del centro por parte de EEUU.
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El departamento militar destacó que los documentos obtenidos por el Ministerio de Defensa confirman la conexión con el organismo militar estadounidense a través del principal contratista del Pentágono, la compañía Black & Veatch.
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El Ministerio de Defensa ruso dispone de correspondencia de Matthew Webber, vicepresidente de esta empresa, en la que expresa su disposición a colaborar con el centro ucraniano en las investigaciones militares y biológicas en curso en Ucrania.
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«Entre 2014 y 2022, el Centro de Ciencia y Tecnología de Ucrania ejecutó más de 500 proyectos de investigación en países postsoviéticos [Ucrania, Georgia, Moldavia, Azerbaiyán]», añadió la institución.
El Ministerio de Defensa ruso, señaló, está preocupado por el hecho de que la legislación estadounidense permita trabajar en el ámbito de las armas biológicas y recordó que Washington ha acompañado la ratificación del Protocolo de Ginebra de 1925 con una serie de reservas, una de las cuales da luz verde al uso de armas químicas y toxínicas como represalia.
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En virtud de la ley federal Para unir y congregar a Estados Unidos contra el Terrorismo, las investigaciones sobre armas biológicas están permitidas con la autorización del Gobierno estadounidense. Los participantes de estas investigaciones no son responsables penalmente por el desarrollo de dichas armas.
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«De este modo, la Administración estadounidense está aplicando el principio de que el derecho interno prevalece sobre el derecho internacional en este ámbito. Las investigaciones más controvertidas desde el punto de vista ético se llevan a cabo fuera de la jurisdicción nacional», señaló el departamento militar.
Además, el ministerio declaró que los responsables estadounidenses de los laboratorios biológicos ucranianos estaban más interesados en los proyectos de doble uso.
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«Por ejemplo, el proyecto 6166 ‘Desarrollo de tecnologías para la modelización, evaluación y predicción del impacto de conflictos y amenazas de proliferación de armas de destrucción masiva’, el proyecto 9601 ‘Transferencia de tecnologías ucranianas para la producción de materiales complejos de doble uso a la Unión Europea'», especificó Kirílov.
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Muchos de los estudios, detalló, estaban destinados a examinar posibles agentes de armas biológicas, como la peste y la tularemia, así como patógenos de infecciones económicamente importantes, como la gripe aviar patógena y la peste porcina africana.
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Sostuvo también que los proyectos P-364, 444 y 781, dirigidos a estudiar la propagación de patógenos peligrosos a través de insectos vectores, aves silvestres y murciélagos, fueron financiados en aras del departamento militar estadounidense.