Una investigación publicada en respaldada por el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia indica que estos insectos podrían ser la clave para detectar de forma temprana algún tipo de cáncer.
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Las células cancerígenas consumen más sacarosa que las células sanas. Por ello, las hormigas podrían detectar ese exceso de azúcar, ya que lo tomarían como una recompensa a su trabajo. De este modo, podrían fungir como un instrumento médico para realizar un diagnóstico temprano de esta enfermedad que, hasta la fecha, no tiene cura.
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Así lo determinó el estudio Las hormigas detectan las células cancerígenas a través de compuestos orgánicos volátiles, publicado en el portal especializado iScience.
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«Demostramos que las hormigas sólo necesitan unos pocos ensayos de entrenamiento para aprender, memorizar y detectar de forma fiable el olor de las células cancerosas humanas», explican los expertos, liderados por el etólogo francés Baptiste Piqueret.
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Las células con agentes cancerosos poseen un metabolismo alterado que produce patrones únicos de compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden ser utilizados como biomarcadores del cáncer, abunda el estudio.
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«Los perros pueden detectar los COV mediante el aprendizaje asociativo olfativo, pero su adiestramiento es costoso y requiere mucho tiempo. Los insectos, como las hormigas, tienen un refinado sentido del olfato y pueden ser entrenados rápidamente», señala.
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Los expertos, respaldados también por el Instituto Curie y La Sorbona de París, advirtieron sobre la urgencia de desarrollar una herramienta no invasiva, barata y eficaz para la detección temprana del cáncer, una enfermedad que causó la muerte de 20 millones de personas en 2020, según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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«Las hormigas individuales fueron sometidas a tres ensayos de entrenamiento en una arena circular, durante los cuales el olor de una muestra de células cancerosas humanas (IGROV-1, cáncer de ovario) cultivadas en medio, se asoció a una recompensa de solución azucarada. El tiempo que las hormigas necesitaron para encontrar la recompensa disminuyó a lo largo de los ensayos, lo que indica que habían aprendido a detectar la presencia de células en función de sus emisiones volátiles», indica el estudio.
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