Hacia una Economía Circular

El comercio mundial en los últimos años ha recibido el impacto de la pandemia y de la crisis climática. Se ha evidenciado en esta vorágine la fragilidad de las cadenas de suministro; la expansión del comercio electrónico B2C y de las plataformas globales de retail; la guerra comercial entre China y EEUU, decantando hacia un sistema multipolar de interdependencia compleja. Escenarios a los cuales se han añadido fenómenos climáticos extremos que, descarnadamente, han hecho sentir los límites de un modelo mundial basado en el crecimiento ilimitado, la concentración de la riqueza y el extractivismo depredador. Es en este contexto, que se plantean cambios concretos para frenar el uso del plástico, volver al uso de envases de vidrio. En esa mirada, el paradigma de la economía circular es Reducir, Reutilizar y Reciclar.
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En esta emergencia global, los Estados, en instancias como la Organización Mundial del Comercio y la CEPAL, han encarado negociaciones internacionales para alcanzar compromisos que sintonicen con las decisiones políticas que se han venido planteando, de caminar hacia una economía circular.
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CEPAL ha señalado “Los gobiernos y la sociedad apelan a que la recuperación de la recesión causada por la pandemia de Covid-19 sea más sostenible ambientalmente y con mayor igualdad. La salida de la crisis debería también permitir luchar contra la aceleración del cambio climático y mejorar la salud y prosperidad delas personas. Para 2020, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta una caída promedio del producto interno bruto (PIB) del 9% para ALC y una contracción del valor de sus exportaciones de 23% (CEPAL, 2020b). El llamado de la CEPAL a que los países de América Latina y el Caribe (ALC) transiten hacia un modelo de desarrollo más sostenible y bajo en carbono adquiere aún mayor relevancia ante el contexto Covid-191. La aceleración hacia una economía circular (EC) aparece como un camino habilitador de ese nuevo modelo de desarrollo.”
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Aterrizar hacia ese objetivo, exige generar una logística internacional que permita avanzar en ese trabajo colaborativo, para que residuos puedan ser movidos de un país a otro y para que los agentes económicos realicen el reciclaje y recuperación de ellos. La responsabilidad por los residuos contaminantes que dejan esparcidos los procesos productivos de bienes y servicios, se debe asumir en su integridad.
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La impronta empresarial parece ser hoy de mayor compromiso para frenar el calentamiento global. Se han desarrollado formas de medir la responsabilidad empresarial, con sellos verdes que, en gran medida, son parte de un marketing planetario, de diferenciación verde, como criterios para evaluar el cumplimiento ecológico en el intercambio de bienes y servicios, acreditando la huella hídrica y la huella de carbono. El peso histórico de la economía mundial basada en combustibles fósiles, no es menor, y presiona en las negociaciones internacionales tratando de ganar tiempo, tiempo que el planeta no tiene.
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En esta misma línea, con criterios técnicos, la Organización Mundial de Aduanas, OMA, ha puesto en vigencia a partir de enero del año 2022 la séptima enmienda al Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías, incorporando a la nomenclatura mercancías de creciente movimiento en los flujos de comercio. Después de un trabajo de 6 años, en los cambios incorporadas al Sistema Armonizado, se han abierto partidas arancelarias para distintos tipos de residuos que podrán ser así objeto de comercio internacional, en el nuevo concepto de economía circular. La vigente Convención de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de Desechos peligrosos y su eliminación, permite a un Estado prohibir el ingreso de desechos tóxicos a su territorio. Con las aperturas de la 7ma Enmienda del SADCM, las operaciones de economía circular serán posibles porque la clasificación del desecho a tratar, podrá ser más precisa.
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Al abrir la 7ª Enmienda, nuevas posiciones arancelarias desagregadas para residuos químicos, residuos de industria electrónica, residuos radiactivos, se podrá llevar una mejor estadística y se dejará una plataforma para clasificar en forma precisa mercancías que pueden ser objeto de comercio dentro de procesos de recuperación y reutilización. El Arancel chileno, a partir del 1° de enero 2022, rige con incorporación total de la 7ª enmienda al Sistema Armonizado.
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Esto significa una visión nueva y, a partir de estas tendencias, se podrá generar oportunidades de eco-negocios, para lo cual se necesitará que el Estado, a través de Aduanas y la autoridad ambiental, fije reglas específicas para este tipo de operaciones. En la normativa aduanera existe la destinación o régimen suspensivo de “perfeccionamiento activo”, que permite que ingresen al país insumos extranjeros, para ser incorporados a un proceso industrial que se realiza en el país. Este tipo de régimen suspensivo se tendría que adecuar al tipo de servicio de reciclaje que se realizará sobre los residuos que ingresen.
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Por ejemplo, si miramos la contaminación por ropa usada que se ha ido apilando en nuestro desierto, en Tarapacá, ello es una actividad contaminante e irregular. En aplicación de la concepción de economía circular, Chile podría prohibir ese ingreso y exigir que esos residuos de la industria textil o del vestuario, se traten como proyectos formales de reciclado, con cumplimiento tributario y los protocolos sanitarios o ambientales que corresponda, todo lo cual podría asegurar una recuperación o industrialización de esos residuos, para su exportación posterior o para ingreso reciclado al mercado local. Esto sería un logro, totalmente distinto a estar convertidos en un vertedero que provee a un comercio ilegal. Por el contrario, sería un ciclo formal de reciclaje, para el cual se autorizaría el ingreso de mercancías usadas o residuos. El importador debería justificar que se trata de un proceso de recuperación efectivo, según lo comentado, y no de residuos contaminantes que llegan a un basurero. Se abren potencialidades para practicar la economía circular, en armonía con nuestro medio ambiente.
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El incorporar al Arancel chileno las partidas de residuos extranjeros que ingresen y sean consignados a un agente económico local, que los recicla, los reconvierte, los repara, les agrega valor, significa que se podrían desarrollar industrias secundarias exportadoras de servicios, como reciclaje de celulares, de computadores, de vehículos y maquinarias, de escorias minerales, residuos, en fin, que sean parte de un ciclo económico circular, el que podría implicar distintos países, bajo la dirección de alguna empresa mayor que organiza el ciclo colaborativo y proporciona la logística necesaria, en una especie de clúster de reciclado.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Hernán Narbona Véliz – Periodista. Administrador Público, Secretario Mesa Coordinadora DDHH Valparaíso, Corresponsal Diario La Razón / Región de Valparaíso, Chile.