El ‘Bin Laden mexicano’, el sanguinario narco que cambió la historia del crimen organizado

Conocido por haber sido uno de los delincuentes más sanguinarios del mundo y asesinado hace 20 años a plena luz del día en un carnaval, Ramón Arellano Félix tejió una leyenda que actualmente es explotada en series, libros y películas.
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Por Eduardo Bautista
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En el inicio del nuevo milenio, México se inauguraba en una nueva democracia. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) por fin llegaba a su fin tras más de 70 años de haber permanecido en el poder. Lo que muchos no sabían es que, durante esta transición, también sucedería otro cambio en el poder de facto que controlaba el país: el narcotráfico.
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En el 2000, el nombre de un mexicano apareció entre los criminales más buscados por Estados Unidos: Ramón Arellano Félix. Según el FBI, su nivel de peligrosidad era tan alto como el de Osama Bin Laden, el hombre que dos años después planearía los ataques terroristas del 11-S.
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Los Arellano Félix conformaron el cártel de Tijuana, una de las organizaciones criminales más poderosas y violentas de América Latina. «Su ley es la de la plata o el plomo», dijo alguna vez el portavoz de la Administración de Control de Drogas (DEA), James Molesa.
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Sin duda, quien más seguía la regla de la plata o el plomo era Ramón, el líder del grupo familiar y quien con los años se convertiría en el estereotipo del narcotraficante que hoy todos explotan en el cine y la televisión: opulento, sanguinario, poderoso e influyente, según ha dicho la periodista mexicana Anabel Hernández, quien durante más de 20 años se ha dedicado a investigar temas relacionados con el crimen organizado.

«Si le sonreías y estaba de malas, te mataba; si no lo saludabas, también te mataba», reveló en alguna ocasión uno de sus sicarios a diarios locales.

La actitud prepotente de los hermanos Arellano Félix, especialmente la de Ramón, llegaba a extremos que provocaban terror. Si alguien se quejaba del ruido de las excéntricas fiestas que realizaba en alguna de las tantas casas que tenía por el norte de México, lo asesinaba a tiros, en el mejor de los casos, de acuerdo con testimonios recopilados en el libro El cártel: Los Arellano Félix. La mafia más poderosa en la historia de América Latina.
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Su asesinato, ocurrido exactamente hace dos décadas, el 10 de febrero de 2002, fue el simbolismo más claro de la profundidad con la que el narcotráfico estaba infiltrado en el Gobierno de México.
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Y es que la tarde en que murió a tiros en pleno Carnaval de Mazatlán, Ramón Arellano Félix estaba vestido como agente especial de la extinta Procuraduría General de la República (PGR) e incluso tenía credenciales oficiales que lo acreditaban como tal.
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Tiempo después, el periodista Jesús Blancornelas describiría ese hecho como la prueba inicial y simbólica de lo fallida que resultaba la estrategia del Gobierno mexicano contra la delincuencia organizada.
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Las investigaciones federales posteriores al asesinato revelan que Ramón fue asesinado por órdenes de Joaquín Chapo Guzmán, quien en ese entonces era uno de los líderes del cártel de Sinaloa, el principal grupo rival de el cártel de Tijuana.

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