Por Clara del Campo | El cambio en Chile implica votar el 19 de diciembre

En octubre de 2019 el mundo puso los ojos sobre Chile, cuya gente nos demostró que la movilización masiva y la reivindicación de derechos funcionan como herramientas de cambio. El mundo entero vio con asombro y admiración como miles y miles de personas se lanzaban a las calles, a pesar de la brutal represión ejercida por agentes de Carabineros de Chile y las Fuerzas Armadas, logrando el inicio de un proceso constituyente histórico. La gente organizada y movilizada logró cambios tangibles. Hoy el mundo sigue con los ojos sobre Chile, esperando ver cómo ese cambio que inició hace más de dos años, se revalida y continúa. 

‘Chile despertó’ fue el lema que acaparó la atención en aquellos meses del estallido social, y es una idea que las y los chilenos harían bien en rescatar y retomar de cara a la segunda vuelta de la elección presidencial que tendrá lugar el próximo 19 de diciembre. Si ‘Chile despertó’ fue para iniciar un proceso de cambio que es un ejemplo para nuestra región y que sin duda todavía tiene mucho camino por recorrer. Votar el 19 de diciembre es una forma imprescindible de continuar por ese camino y no ceder el campo ganado con tanto esfuerzo. 

El próximo presidente de Chile tiene el deber ineludible de cumplir con las obligaciones del país en materia de derechos humanos. No es opcional, pero lamentablemente nuestra región cuenta con varios líderes que nos han demostrado la importancia de no darlo por sentado y de que está en las manos de todas y todos tomar acciones para ejercer control sobre quienes ostentan el poder de las instituciones. En este sentido, quien sea elegido como presidente tendrá una oportunidad histórica de proteger y ampliar derechos a través del ya mencionado proceso constituyente. 

Votar, manifestarse, organizarse o expresarse son todas herramientas esenciales y eficaces para lograr cambios en la vida cotidiana de todas y todos. No nos referimos a cambios controversiales, si no a derechos básicos para una vida plena como son, por ejemplo, pensiones dignas para nuestros adultos mayores, educación de calidad para nuestras infancias, un medioambiente saludable para nuestro desarrollo, y policías que nos resguarden y respeten.

La Convención Constitucional es un faro de esperanza e inspiración en nuestra región. El nuevo gobierno deberá respaldarla para asegurar que se materialice una nueva constitución que proteja y garantice los derechos humanos de todas y todos. Las y los votantes chilenos tienen la oportunidad de respaldar estos deseos a través de su voto. De la misma manera que una gran mayoría votó ‘Apruebo’ para dar inicio al proceso constituyente, el próximo 19 de diciembre Chile puede reiterar su lucha por un futuro con dignidad, justicia e igualdad. 


LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Clara del Campo – Encargada de campañas para Sudamérica de Amnistía Internacional.


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