Por Javier Chanis Díaz | La Rusia de Jodorkovki

La Muerte de la Dialéctica es el título que unos años atrás le asigné a un capítulo en uno de mis escritos de ficción donde en síntesis, planteo que el diálogo como herramienta para la búsqueda de la verdad ya no existe y mientras, ha sido reemplazado por la manipulación del discurso, es decir, que  el ciclo de argumentación y debate hasta alcanzar el consenso ya no es importante sino la capacidad de persuadir a la otra parte en ceder la razón mediante el engaño, el descrédito de sus argumentos o en el peor de los casos, la aniquilación figurativa del oponente. Eso sí, siempre revestido de la toga del diálogo para que de esta manera no pierda la legitimidad como tal.

Martin Amis en su libro de ensayos El roce del tiempo nos ejemplifica esta clase de dialéctico  cuando habla de Christopher Hitchens, un escritor, periodista, ensayista, orador y crítico literario anglo-americano al referirse sobre él como alguien quien en los debates destruía a sus adversarios. Milan Kundera, en su trabajo Un encuentro cita también como ejemplo la biografía sobre el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht -uno de los más influyentes del siglo XX con obras como La opera de los tres centavos, y fundador del teatro dialéctico- escrita por un profesor cuyo nombre no menciona de literatura comparada en la Universidad de Maryland en la que el académico acusa a Brecht de ser desde pro hitleriano hasta mal oliente. ¡Ay Bertolt! ¿Qué quedará de ti? Tu mal olor, escribe el propio Kundera, quien asimismo ha sido blanco de esas arremetidas biográficas por científico-intelectuales. Estos tres ejemplos son solo un vislumbre de lo que pareciera ser un patrón entre algunos cuando de escribir sobre alguien con quien no comparten opiniones se trata: Si no puedes contra una idea entonces ve contra  la mente que la piensa.

Hace un par de semanas fue publicada en la Deutsche Welle una entrevista realizada por Konstantin Eggert a Mijaíl Jodorkovski titulada Mijaíl Jodorkovski: «El régimen de Putin se fortalece a través del diálogo» donde el ex multimillonario ruso del petróleo expresa sus consideraciones sobre la Rusia de hoy bajo el mando de Vladimir Putin y la inexistencia en ella de una ideología que la mueva sino solo el interés por el dinero. Además, asegura que toda esa exaltación del papel de la nación durante la Segunda Guerra Mundial responde meramente al gusto por los yates, las habitaciones llenas de abrigos de piel, los palacios, etc. y no a una visión y filosofía sobre Rusia y su papel en la Historia. Putin carece de formación educativa y de un enfoque global, afirma, y que cualquier acercamiento que promueva Occidente con esa Rusia debe ser manejado como se maneja el diálogo con los bandidos -peyorativo usado por el entrevistado, según el entrevistador- concluyendo que a partir del 2024 comenzará un período difícil para Putin y por ende para el régimen que ha construido a su alrededor. Mijail Jodorkovski vive hoy día en Londres, Inglaterra tras ser indultado por el propio Putin luego de cumplir una condena de 10 años por incumplimiento fiscal.

Si en la era de las guerras híbridas y los poderes blandos, un hombre que carece de una educación adecuada y una visión global llega a ser considerado el más poderoso del planeta por los medios de los mismos que detentan aquellas herramientas ¿qué dice eso del resto de ellos?

Lo cierto es que las afirmaciones de Jodorkovski difieren considerablemente con la realidad si se compara la Rusia de los convulsionados años 90’s -cuando poco o nada pudo hacer contra la balcanización de Yugoslavia y posterior escisión de Serbia, o la primera guerra con Chechenia cuya derrota puso de manifiesto la decadencia por la que atravesaba el otrora poderío ruso- ahogada por el caos, la pobreza y el éxodo, con la Rusia de hoy, la que no solo por su fuerza bélica sino además por su riqueza, economía, merecido orgullo por su Historia y mesura diplomática pese a todos los tiros de gracia que le han intentado propinar desde el exterior y todas las fatídicas predicciones financieras, obliga a aquellos que durante tres décadas detentaron el dominio total del mundo a reconocer su impotencia en evitar el surgimiento de uno multipolar. Es peculiar que alguien como Jodorkovski señale a Rusia como un país gobernado por bandidos cuando -en tiempos en que el pasado ha adquirido tal importancia que los gobernantes se apresuran a disculparse por la Historia- lo hace desde un suelo fraguado con colonialismo y piratería y que sin embargo nadie pone en duda su legitimidad. Recordemos que el Sr. Jodorkovski hizo su fortuna como empresario petrolero en la Rusia post soviética cuando, como los países occidentales prefieren referirse, la cleptocracia se hacía dueña de los recursos del país. ¿Dónde coloca eso al Sr. Jodorkovski? Aparentemente  carece de importancia para sus actuales anfitriones. Si hoy Rusia estuviera yéndose a pique tendrían el argumento perfecto para justificar sus acusaciones, pero al no ser así entonces arremeten contra sus dirigentes llamándoles bandidos, ignorantes y cortos de mente.

¿Y si Hitchens no solo hubiera sido ruso sino además pro Putin? Seguramente algún “doctor de la mente” le habría diagnosticado megalomanía, narcisismo, sociopatía, o los tres. Y su biógrafo, de seguro no autorizado, haría hincapié en su obra ante la alegría de adversarios versados en periodismo y ciencias políticas, no en la destreza con las ideas del aludido sino en su mal olor.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Javier Chanis Díaz – Nació en la ciudad de Panamá el 30 de enero de 1971. Considera la música, la literatura, la gastronomía, el fútbol y otras actividades, generalmente declaradas de ocio, formas de enriquecimiento experimental mediante el ciclo continuo de acción-creación-contemplación. Apoya todo aquello que conlleve la exaltación del espíritu humano, pero sin distanciarse del racionalismo y pragmatismo. Para él, la geometría fractal no es sólo una ciencia sino una corriente filosófica.


Fundación Diario La Razón es una organización sin fines de lucro dedicada a “promover el desarrollo de las buenas prácticas del periodismo y fomentar la libertad de expresión, opinión e información desde una perspectiva de los Derechos Humanos”. 

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