Marisol Durán Palma | La enfermera escolar como figura clave (pero subestimada) en el retorno a las aulas

En el actual escenario epidemiológico, desde hace unas semanas hemos visto niños con mochilas salir de sus casas y profesores que han vuelto a su gran pasión que es hacer sus clases en aulas pero ahora con una gran diferencia: las clases son con mascarillas, distanciamiento social, lavado de manos frecuente y ventilación de espacios, además del gran desafío de hacer que sus alumnos incorporen en su actuar todas las medidas que ya los adultos llevamos haciendo desde hace más de un año y medio.

Este periodo pareciera propicio para replantearse quién es el profesional idóneo para hacerse cargo del ámbito sanitario en el colegio y que los sostenedores de establecimientos educacionales evalúen de forma concreta contar con un profesional que dentro de sus funciones esté el cuidado eficiente de toda la comunidad escolar: alumnos, familias y personal docente y no docente.

En Chile, la implantación de la enfermera escolar ha sido lenta, siendo muy pocos los colegios que cuentan con esta figura como ente sanitario inserto dentro de una comunidad escolar. Debido a esto, llama la atención que el ámbito escolar no visualice a este profesional dentro de aquellos perfiles de carácter crítico, desconociendo seguramente los beneficios que se podrían obtener, especialmente ahora en la vuelta al colegio durante la situación de pandemia global provocada por el covid-19.

Es así que ante las dudas en base a los protocolos y forma de organización se alza la figura de la enfermera escolar, ya que precisamente sería este profesional el encargado de adaptar los protocolos actuales a su centro escolar, explicarlos con base científica y realizar un seguimiento diario de toda la comunidad escolar, siendo el nexo ideal de unión entre el colegio y los encargados de trazabilidad y centros de salud.

Es así como, durante todo el periodo en que el virus convivirá con nosotros, la enfermera escolar debiera ser el profesional que se encuentre en la primera línea en la detección y seguimiento de nuevos casos que se lleguen a producir en la comunidad educativa. De esta manera, será este experto quien trabaje y gestione con otros profesionales de salud las pertinentes actuaciones protocolarias (todo esto, sabiendo que el virus no ha desaparecido y que es difícil garantizar un contagio cero dentro de las comunidades educativas); por tanto, un colegio que cuente con enfermera escolar facilitará muchísimo la adaptación de la escuela a la nueva realidad social, garantizando apoyo, seguridad y tranquilidad a toda la comunidad educativa.


LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Marisol Durán Palma Enf., Magister en Enfermería / Miembro SOCHIESE y Colegio de Enfermas de Chile A.G.


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