En el contexto de pandemia, nacen un gran número de soluciones antivirales y antimicrobianas para productos de uso común, como telas y utensilios que tienen actividad bactericida o antiviral. Esto se ve prometedor, y suena muy bien en el papel, pero ¿Estamos preparados para utilizar productos con agentes de los cuales no conocemos su alcance tóxico?
Hemos visto productos con cobre y con bambú, desde calcetines hasta esponjas. Me tocó analizar un caso que lo encontré muy extraño: una botella de agua bebestible con nanopartículas de cobre. Junto a un equipo de trabajo multidisciplinario, dijimos que no podía salir a la venta, pero nos respondieron que ya se vendía y había gente que la consumía. Fue la primera vez que me pregunté ¿Estamos haciendo bien las cosas o nos estamos apresurando?
También analicé unas esponjas con nanopartículas de cobre. Después de estudiarlas por microscopía electrónica en los laboratorios de nanomateriales asociados a la UCEN, no encontramos nanopartículas. Al contrario, encontramos grumos de cobre que parecían nocivos ¿Qué pasaría si uno de estos grumos se queda en una olla que luego utilizo para cocinar? Es necesario regular lo que se vende.
Siempre es delicado trabajar con nanopartículas, porque no todas son bio-compatibles, y nosotros estamos expuestos a estas. Es más, sólo algunos materiales metálicos u óxidos son bio-compatibles. Últimamente, han aparecido estudios para producir nanopartículas desde las mismas bacterias (magnetotactic), para asegurarse de que sean bio-compatibles. Y muchas otras especies las producen: como las palomas y las abejas, que las utilizan para navegación.
Para la ropa se necesita que no sean biocompatibles, porque necesitamos matar a la bacteria, pero ¿Entonces también les harán daño a las células de mi cuerpo? Esto siempre es tema de discusión, ya que cada año se producen decenas de miles de millones de ropa nueva, que además de ser algo que contamina mucho, deja residuos de agentes tóxicos, donde los compuestos de los tintes son los que más contaminan.
Muchos estudios científicos, muestran los efectos adversos de estos contaminantes, y aunque los productos pasan por exhaustivos procesos de enjuague, cualquier sustancia puede permanecer en las prendas, y se pueden ir liberando con el uso. Si esto es peligroso, más peligroso es poner nanopartículas y saturar una prenda con estos agentes.
No estoy diciendo que debamos asumir que nos hará daño, pero tampoco tenemos que exponernos tan fácilmente a agentes potencialmente cancerígenos. Necesitamos urgentemente una regulación sobre productos con nanopartículas. El profesor Mauricio Escudey del CEDENNA.cl, estaba organizando un agente regulador, cosa que recién se está pensando en Chile, pero que en Brasil ya están más avanzados, mientras en Uruguay y Argentina llevan años pensándolo. A pesar de que en el hemisferio norte ya los han pensado he implementado, al parecer les importa más la ingesta e inhalación que la adsorción y/o absorción de estas partículas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Dr. Juan Luis Palma – Académico e investigador de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, UCEN.
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