SANTIAGO – El premio Nacional de Ciencias Naturales 1994, académico de la Facultad de Ciencias y uno de los pensadores más reconocidos del país, falleció este jueves 6 de mayo. La Casa de Bello decretó tres días de duelo universitario a contar de hoy en su honor. «Su dimensión intelectual fue siempre motivo de orgullo para la U. de Chile y para el país. Fue inspirador al abrir alternativas para percibir y acercarse a la biología», señaló el Rector Ennio Vivaldi.
Conceptos como la autopoiesis, las relaciones biológicas y preguntas sobre la humanidad, el lenguaje y la convivencia, son solo algunos de los ámbitos que volvieron al académico de la Universidad de Chile, un referente a nivel nacional e internacional.
Humberto Maturana Romecín, egresado de la Casa de Bello, y profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias desde 1965 al 2000, falleció este jueves 6 de mayo. Nacido el 14 de septiembre de 1928 en Santiago, estudió en el Liceo Manuel de Salas y en 1950 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
«Con dolor me entero de la partida de un gran amigo y ser humano. Su dimensión intelectual fue siempre motivo de orgullo para la U. de Chile y para el país. Fue inspirador al abrir alternativas para percibir y acercarse a la biología. Mis condolencias a su familia y seres queridos», señaló luego de conocerse la noticia el Rector de la U. de Chile, Ennio Vivaldi, quien además destacó que el profesor Maturana «desarrollaba en sus estudiantes, como pocos, una actitud crítica y novedosa. Sus teorías captaron la atención del mundo entero y fueron aplicadas a diversas disciplinas más allá de la biología».
«Cuando me piden señalar qué diferencia la Universidad de la educación escolar, cito siempre lo que para mí significó escuchar al profesor Maturana: preguntarse qué es la vida», cerró el Rector Vivaldi.
En tanto, el decano de la Facultad de Ciencias, Raúl Morales, señaló que con el fallecimiento del profesor Maturana Romecín, dicha unidad académica «pierde al último de sus fundadores, integrantes de una generación visionaria por hacer de la Ciencia en Chile un campo de formación profesional y de proyección nacional, en un momento en que los países del primer mundo comenzaban a mostrar las ventajas que proporcionaban el conocimiento científico y tecnológico».
Por otro lado, destacó que «son numerosos sus discípulos y trascendente su legado científico y filosófico sobre la organización de la vida y los seres vivos, que como biólogo supo direccionar desde su laboratorio como académico del Departamento de Biología».
«La comunidad universitaria de nuestra Facultad hace llegar a su familia las condolencias ante su partida y, en la conformidad que nos queda, la satisfacción de haber experimentado una vida extensa e intensa con él. Es por ello que les expresamos nuestros agradecimientos de haber compartido parte de su existencia, de quién fuera un integrante ilustre de nuestra familia académica y científica por tantos años», agregó el profesor Morales.
El pensamiento de Humberto Maturana
«¿Qué es lo peculiar de lo humano? Que vivimos en el lenguaje, que el lenguaje se aprende, que nos hacemos humanos viviendo con otros seres humanos. Tenemos una genética particular, pero, ¿cuál es nuestro nicho ecológico? Otros seres humanos», es parte de sus reflexiones planteadas el 2018 en una conferencia en la Facultad de Ciencias, mismas que lo acompañaron por décadas, desde el inicio de su formación hasta su última publicación «Revolución reflexiva», escrita conjuntamente a Ximena Dávila, lanzada el 23 de abril de este año.
Uno de sus planteamientos que alcanzó mayor resonancia científica a nivel global fue el de la autopoiesis, concepto presentado por primera vez en su libro de 1972 «De máquinas y seres vivos». En esta obra, desarrollada junto a Francisco Varela, alumno y luego colaborador, sostiene que los sistemas biológicos son unidades que se producen y mantienen a sí mismas «como una red de procesos de producción (transformación y destrucción) de componentes que: (i) a través de sus interacciones y transformaciones continuamente regeneran y realizan la red de procesos (las relaciones) que los han producido, y (ii) la constituyen (la máquina) como una unidad concreta en el espacio en el que ellos (los componentes) existen».
En otras palabras, aunque el sistema cambie en sus componentes o estructura, dicha red permanece invariante durante toda su existencia, manteniendo la identidad de este. Los seres vivos son en particular sistemas autopoiéticos moleculares, que están vivos solo mientras están en autopoiesis. Este concepto tuvo gran trascendencia científica en el ámbito de la teoría de sistemas, no solo en la biología. Su influencia se extendió desde los estudios evolutivos hasta la cibernética, la sociología y el lenguaje.
La trayectoria del profesor Humberto Maturana incluye su paso por el University College London, en 1954, donde estudió anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en Biología de la Universidad Harvard, en Estados Unidos. Entre 1958 y 1960 se desempeñó como investigador asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica del Massachussets Institute of Technology. En 1960 volvió a Chile para desempeñarse como ayudante segundo en la cátedra de Biología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Entre 1965 y 2000 fue Profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias.
Entre las distinciones recibidas por el profesor Humberto Maturana se encuentran el McCulloch Award, de la American Society for Cybernetics, el Doctor Honoris Causa de la Free University de Bruselas, la medalla Abate Juan Ignacio Molina de la Universidad de Talca, y el Medal Gold de la United Kingdom Systems Society.
Dentro de sus libros publicados se encuentran «De máquinas y seres vivos. Una caracterización de la organización biológica» y «El árbol del conocimiento: las bases biológicas del conocer humano» (1984), ambos junto a Francisco Varela; «Biología de la cognición y epistemología» (1990); «La objetividad, un argumento para obligar» (1992), y «Transformación en la convivencia» (1999); entre otros.
Otro de sus proyectos cruciales es el Instituto de Formación Matríztica, fundado el año 2000 junto a Ximena Dávila.