Por Rómulo Pardo Silva | Los magnates internacionales y la masacre de Ruanda en 1994

En tres meses 800.000 ruandeses asesinados a machetazos y cientos de miles de mujeres violadas.

El papel de Occidente en todo el proceso fue deplorable. Mientras el secretario general de la ONU pedía un refuerzo de la misión UNAMIR, destinada a intervenir en Ruanda, estados como Bélgica, Francia y Estados Unidos desoían su llamada. Cada país anteponía sus intereses en la zona a la interrupción del conflicto. Washington retrasó una y otra vez en el Consejo de Seguridad de la ONU la votación de resoluciones que detuvieran las matanzas. Cuando finalmente se reforzó la misión, no quedaba mucho que pacificar. La Vanguardia

El gobierno Macron ordenó un estudio sobre la intervención de franceses en la matanza.

Se dice que el objetivo de la operación histórica es mejorar la posición de los capitalistas franceses en África.

El contexto de los hechos en 1994 era la apropiación de riquezas en la zona por parte de empresarios belgas, francesas, alemanas, estadounidenses.

En Ruanda los colonialistas habían manipulado para crear una división de los habitantes y oponerlos entre sí para debilitarlos.

El estudio concluyó que en la masacre misma no hubo responsabilidad francesa sino malas decisiones políticas colaterales.

La autoinculpación se centra en un presidente de la república capitalista socialista que apoyó antes y después a los hechores materiales locales.

En medios se lee que el político lo hizo por ceguera, interés en la lengua francesa y la democracia en África, su amistad personal con el presidente ruandés corrupto y violento.

Como es la norma el informe oculta a los empresarios con un político, Mitterrand único responsable. Un hombre sin negocios interesado en el pueblo francés que tampoco tenía inversiones en Ruanda.

Las mil páginas no mencionan otros responsables. Pero había franceses ricos que sí tenían y tienen negocios que dependen de la ubicación geográfica de Ruanda.

El país que lava el coltán de sangre para las multinacionales. Milagro o expolio amparado por Occidente en beneficio de sus multinacionales, Ruanda- un país más pequeño que Bélgica- es desde 2014 el primer exportador mundial de un mineral del que no se le conocen grandes reservas: el coltán, un material idóneo para fabricar móviles, ordenadores y videojuegos.

El coltán también se esconde en el interior de armas de última generación de una guerra olvidada que desde hace veinte años se libra en el este de la República Democrática del Congo. Allí se cree que yacen el 80% de las reservas mundiales de coltán. De esa región congoleña fronteriza con la enclavada Ruanda podría proceder al menos la mitad del mineral que llega a los mercados internacionales con la etiqueta «Made in Rwanda».

Este contrabando y la intención de Ruanda y otros países de la región de apoderarse de otros minerales y recursos de gran riqueza en Congo (oro, diamantes, estaño, cobalto, tungsteno, madera e incluso rebaños de vacas) ha sido uno de los objetivos de las dos guerras que desde los años 90 han castigado a la República Democrática del Congo. Solo entre 1998 y 2007, sin contar con las víctimas de la primera guerra en el país (1996-1997), 5,4 millones de personas murieron en el Congo. Trinidad Deiros, El Confidencal

Dejaron hacer la masacre de ruandeses en 1994. No  importaban los muertos igual que hoy en la República Democrática del Congo.

Los presidentes son transitorios los grupos empresariales que mandan hasta ahora son permanentes.


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Rómulo Pardo Silva – Profesor de Historia y Geografía.