Bitcóin vs. monedas tradicionales, ¿qué es más ecológico?

El bitcóin ha pasado a ser un tema muy discutido en la opinión pública global tras el vertiginoso aumento de su precio. Las personas que no están convencidas del futuro de este activo pueden citar una gran lista de efectos negativos ligados a su minería. El alto consumo de energía es una de sus principales desventajas.
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El fundador de Microsoft, Bill Gates, recientemente abordó el tema en un chat con el periodista Andrew Sorkin. Según el filántropo, la minería de esta criptodivisa consume mucha energía, por lo que «no es algo muy bueno para el clima». Esta es una de las razones por las que Gates no invierte en bitcóin.
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Para garantizar la seguridad de la red y validar las transacciones, muchos mineros de bitcoines suelen utilizar el llamado algoritmo Proof of Work o PoW (Prueba de Trabajo). Este sistema requiere el gasto de una enorme cantidad de energía para hacer funcionar la red de minería. Así, un minero típico necesita una sala llena de ordenadores para resolver problemas matemáticos durante todo el día.
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Según el portal digiconomist, a comienzos de marzo, el uso de energía estimado por parte de todos los mineros de bitcóin alcanzó más de 77.780 teravatios hora al año. Por su parte, los investigadores de la Universidad de Cambridge señalaron que si esta criptodivisa fuese un país, estaría entre los 30 mayores consumidores de energía del mundo.
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Sin embargo, un estudio realizado por la empresa británica Coinshare ha revelado que la red global utilizada para minar bitcoines obtiene el 74,1% de su electricidad de fuentes renovables (eólica, solar e hidroeléctrica), informa Ledger, uno de los mayores fabricantes de monederos de hardware para criptodivisas.
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Dado que los mineros necesitan cada vez más equipos, algunos de ellos han puesto la energía sostenible en su punto de mira. Recurren a ella principalmente para reducir sus costes y aumentar sus ganancias.
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Otra solución que permite reducir el consumo de energía es cambiar de algoritmo. El uso del sistema Proof of Stake o PoS (Prueba de Participación) puede ser una buena alternativa.
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A diferencia de PoW, este algoritmo tiene un bajo consumo de energía ya que no involucra la minería. Lo único que requiere es un ordenador portátil para hacer funcionar un nodo, que estará funcionando las 24 horas del día y utilizará unos 350 kilovatios de energía durante todo un año. Esto significa que utiliza el 35% de la energía de una sola transacción de bitcoines.
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Hoy en día, el mundo está al borde de la innovación y todavía tiene que averiguar cuál es la mejor manera de garantizar la seguridad de una red blockchain. No obstante, ya están surgiendo soluciones que permiten producir mejores equipos para reducir el volumen de electricidad que se utiliza en la minería.
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Mientras tanto, la emisión de monedas tradicionales como el dólar o el euro también requiere ciertos costos. Si bien ahora hay menos billetes en circulación que en el pasado, solo en EEUU su oferta alcanzó los 2,05 billones de dólares en febrero de 2021, según la Reserva Federal.
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Además, el dinero impreso siempre tiene un ciclo de vida limitado: es decir se desgasta en el tiempo y necesita ser reproducido. Por ejemplo, un billete de 10 dólares tiene una vida útil de 5,3 años y un billete de 5 dólares de 4,7 años. Para poder reemitirlos se necesitan muchos recursos naturales (agua, tinta, papel, algodón, lino y diferentes tipos de metales).
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El tema del impacto de la emisión de las monedas tradicionales ha sido poco estudiado a lo largo de la historia. Una de estas escasas investigaciones fue realizada por Chris Ahlers en 2010. En aquel entonces, Ahlers y otros investigadores calcularon que para imprimir dólares EEUU usa 1.400 millones de litros de agua al año, 3.540 toneladas de tinta y más de 7.100 toneladas de algodón.
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A su vez, el sistema bancario consume más energía que la red de minería de bitcoines. Se calcula que sus costes energéticos rondan los 100 teravatios al año. Por si fuera poco, los bancos necesitan hacer funcionar muchos servidores, sucursales y cajeros automáticos para mantener su sistema accesible al público.
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La huella climática del bitcóin, de 37 megatoneladas de CO2, sigue siendo menor en comparación con otras industrias digitales, destacan los investigadores de la empresa Arcane Research. Hoy en día, todas las tecnologías digitales emiten en la atmósfera 1.600 megatoneladas de gases de efecto invernadero y la minería del bitcoin solo se atribuye el 2,3% de esta cifra.
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