Las elecciones presidenciales ecuatorianas tendrán que dirimirse en una segunda vuelta o balotaje, ya que ningún candidato consiguió más del 50% de los votos o al menos un 40% de ellos con una ventaja de 10 puntos sobre el oponente más cercano. Pese a ello, esta primera cita con las urnas nos ha mostrado las siguientes lecturas:
1. La revolución ciudadana no está del todo acabada
Ha quedado demostrado que el correísmo sigue vigente, a pesar de la «traición» del presidente saliente Lenin Moreno quien fungió como vicepresidente de Rafael Correa en dos mandatos (2007-2009 y 2009-2013) pero abrazó tesis neoliberales poco después de tomar el bastón de mando. El mejor clasificado de todos los candidatos para entrar en el Palacio de Carondelet se llama Andrés Arauz, fue ministro coordinador de Conocimiento y Talento Humano también con Correa (2015-2017).
Arauz declara sin tapujos que Correa formará parte de su proyecto político porque «es un compañero, es un amigo, es un referente en América Latina y en el mundo; será uno de mis principales asesores». La década (2007-2017) de mandato de Correa, quien actualmente vive exiliado en Bélgica desde 2017 y fue condenado en 2020 a ocho años de cárcel por un delito de cohecho, se caracterizó por el lanzamiento, en 2009, de una novedosa acción política y social conocida como Revolución Ciudadana. Este programa de neodesarrollismo cosechó significativos éxitos:
- redujo la pobreza;
- renegoció la fuerte deuda externa;
- mejoró la recaudación fiscal;
- invirtió especialmente en educación.
2. El indigenismo se impone como tercera vía
El hecho de que el segundo mejor colocado sea el líder indigenista Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik, consolida la idea de que este sector quiere y busca una voz propia política que defienda sus intereses bastante vapuleados.
Por tanto, el indigenismo se ha impuesto como una tercera vía, frente a la derecha y la izquierda tradicionales, ha dejado de ser un referente cultural para transformarse en una poderosa fuerza política que, en menos de una década, auspició la caída de tres presidentes (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) y lideró unas protestas que propinaron un duro revés político a Moreno. La motivación principal que ha canalizado Yaku Pérez es el descontento social. Los 1,1 millones de indígenas que representan poco más del 6% de la población ecuatoriana viven en condiciones de marginación y pobreza.
Este resultado obtenido por Pérez, que ganó sobre todo en las provincias orientales, representa una interesante novedad. El dirigente de Pachakutik, sin embargo, no se fiaba mucho de los números todavía provisionales. Así, indicó que el candidato a la Presidencia siempre obtiene más votos que la Asamblea.
«¿Cómo es que nosotros tenemos el 36% de votos para asambleístas y para la Presidencia quedamos en 19 puntos? Nosotros deberíamos tener, por coherencia, 35 puntos para la Presidencia. Ahí está el fraude, son 15 puntos que se sacaron de nuestra votación y transfirieron a otros candidatos», denunció el líder indigenista.
El vicepresidente del CNE, Enrique Pita, salió al paso de estas acusaciones: «En ningún caso puede establecerse una relación entre asambleístas con la votación del presidente de la República, porque las personas deciden en un momento dado por qué dignidad votan», dijo Pita, quien añadió que «los políticos están tratando de aprovechar esta situación para generar confusión y legitimar posiciones».
3. El sistema electoral debe mejorar
A pesar de la aprobación de un nuevo reglamento, el Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue insistiendo en lanzar un conteo rápido que no es vinculante, que sólo desata fuertes reacciones y que, a la postre, deviene en factor de desestabilización política. El organismo difundió la misma noche del escrutinio, es decir, el 7 febrero, los datos obtenidos de un conteo rápido, realizados con una muestra de 2.425 actas de las Juntas Receptoras del Voto (mesas electorales), que daban a Arauz la primera posición, pero abrían la expectativa de un empate técnico entre el citado Pérez y Guillermo Lasso, el candidato de la derecha. La diferencia entre ambos era de apenas miles de votos según avanzaba el lento escrutinio.
Tres misiones distintas de observadores internacionales, la de Mercosur, la del Parlamento Andino y la del Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica, incidieron precisamente en este asunto del conteo rápido que parece generar más problemas que beneficios.
El CNE debía aún revisar numerosas actas «con novedad», es decir, con inconsistencias tales como:
- la falta de firmas de vocales de la mesa electoral;
- el fallo de escaneo del documento;
- las demandas de organizaciones políticas.
Estas inconsistencias no necesariamente implican fraude o malas intenciones, pero provocan desconfianza y retrasan los resultados definitivos que serán los más reñidos en muchos años.
4. Una evidente crisis de representatividad
En estos comicios, que también fueron parlamentarios, confluyeron hasta 280 partidos y movimientos, lo que dispersó el voto, redujo la madurez política y contribuyó a la falta de ideas claras. Tantas tendencias llevaron a que se presentaran 16 binomios de presidente/vicepresidente. Demasiados. Toda esta atomización política pone en evidencia una crisis de representatividad donde algunos candidatos sólo buscaban la promoción personal ya que eran conscientes de que no tenían ninguna opción de victoria.
5. Ecuador ha apostado por el voto de izquierdas
Si sumamos los sufragios de Arauz, Pérez y Xavier Hervas, de Izquierda Democrática, quien hizo una buena marca, el resultado arroja una certeza matemática: más del 70% de la población ecuatoriana votó a grupos de izquierda. En otras palabras, los ecuatorianos en conjunto apostaron por el cambio y rechazaron las políticas del Gobierno del presidente Moreno que en teoría serían mantenidas por Lasso.
6. La segunda vuelta se celebrará en un contexto extremadamente difícil
La segunda vuelta se celebrará el 11 de abril, un ‘súperdomingo’ electoral latinoamericano pues coincidirá con los comicios legislativos y presidenciales en Perú y con la elección en Chile de los diputados que redactarán la nueva Constitución. El escenario ecuatoriano, en medio de una pandemia y con pocas vacunas, será tremendamente complejo, con una economía endeudada, una corrupción rampante y una inseguridad ciudadana descontrolada, sobre todo en la ciudad de Guayaquil.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Francisco Herranz – Ha desarrollado su carrera profesional en el diario El Mundo, donde ha sido corresponsal en Moscú (1991-1996), redactor jefe de Internacional y de Edición y editorialista, especialista en Europa del Este y colaborador en varias publicaciones especializadas, desde 2010 es profesor en el Máster en Periodismo-El Mundo de la Universidad San Pablo-CEU.