Por Patricia Lee Wynne | 2020, el año de la pandemia; 2021, ¿el pandemonio en América Latina?

Todavía no tenemos una verdadera dimensión de la tragedia mundial y de la que ha caído sobre América Latina, la región más severamente golpeada por la crisis social, económica y sanitaria provocada por la pandemia.

Al 15 de diciembre, América Latina se aproximaba a los 15 millones de casos de COVID-19 y cerca de 500.000 muertes. Es como si hubiera desaparecido toda la población de la ciudad de Pereira en el eje cafetero de Colombia; Salta, en el norte de Argentina; o La Serena, en el norte de Chile.

Como subrayó Cristalina Georgieva, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), con apenas el 8% de la población global, América Latina tiene una desproporcionada parte en esta tragedia: el 20% de las infecciones y el 30% de las muertes en el mundo.

Solo América del Sur, con 350.000 víctimas, está por encima de los decesos en la Unión Europea y América del Norte por millón de habitantes: 790 por millón, contra 695 y 755 respectivamente, según OurWorldInData.

Los países de América Latina deben enfrentar esta pandemia con un producto bruto por habitante que es siete u ocho veces menor al de EEUU y Europa, 6.560 dólares al año, según el FMI. Por el contrario, Norteamérica, con el 7,7% de la población mundial, tiene el 30% de la economía global y Europa, con el 8,2% de la población, el 24%.

¿Cuánto tardará América Latina en inmunizarse?

La solución sanitaria para la región no se vislumbra, porque las vacunas, que ya empezaron a aplicarse en EEUU y el Reino Unido, están lejos de llegar para la mayoría de los países. Las naciones ricas han comprometido más de la mitad de las que ya están disponibles: la Unión Europea podría vacunar dos veces a sus habitantes; el Reino Unido y EEUU, cuatro veces; y Canadá seis veces, según datos recogidos por el diario The New York Times.

Por el contrario, los 70 países de más bajos ingresos solo podrán vacunar a una de cada 10 personas, según la red People’s Vaccine Alliance. Por eso, a pesar de ser el continente más golpeado, América Latina deberá esperar hasta entrado 2021 para empezar a inmunizar masivamente a su población, si tiene suerte.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los países latinoamericanos que recibirán la vacuna de COVAX —el fondo internacional impulsado por la Organización Mundial de la Salud para garantizar un mínimo de vacunas a los países más pobres— no contarán con cantidades muy grandes en un inicio, y esperan contar con 65 millones de dosis para comenzar a vacunar en marzo.

En Perú, el tercer país con la mayor mortalidad del mundo por millón de habitantes (1112,28), el Gobierno ha reconocido que está totalmente retrasado en la consecución de la vacuna que llegará «en la primera mitad del próximo año», y no a fines del primer trimestre, como se había anunciado.

En Colombia el 70% de la población será inmunizada solo en 2022, según un documento del Ministerio de Salud. En Brasil el Gobierno no prevé comenzar su plan de vacunación hasta marzo, en medio de las peleas políticas entre el presidente, Jair Bolsonaro, y los gobernadores estaduales.

Chile autorizó el uso de la vacuna de Pfizer y a fines de diciembre de este año comienza a vacunar, pero por ahora recibirá 20.000 dosis para inmunizar 10.000 personas.

Argentina asegura que empieza a vacunar a comienzos de 2021 —gracias al acuerdo firmado por el Gobierno de Alberto Fernández con Rusia— para la compra de 25 millones de dosis de la vacuna Sputnik V, cuyas primeras 300.000 desembarcan en suelo argentino antes que se termine 2020.

En el mejor de los casos y siendo optimistas, los demás países recibirán las vacunas varios meses después que el hemisferio norte, cuando se instale el invierno en el Cono Sur y la espiral de contagios y muertes se vuelva a acelerar.

¿Podrá América Latina recuperarse económicamente?

América Latina enfrentaba un lánguido estancamiento antes de la pandemia, con un crecimiento proyectado de solo un 2% para 2020 y 2021. Pero ahora el FMI prevé una caída del 8,1% para 2020 y una expansión de solo el 3,6% en 2021. En total, casi un 10% menos de lo proyectado. Esta caída es doble que la de EEUU y casi el doble que el promedio mundial.

Los más golpeados serán Perú, Argentina y México, que caerán 13.9%, 11.8% y 9.0 % respectivamente, seguidos de Colombia (8.2%), Chile (6.0%) y Brasil (5.8%), según el organismo.

La inversión extranjera directa, que ya había caído en 2019 un 7,8%, se precipitará este año entre un 45 y un 55%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL.

La pobreza llegará a casi el 40% de la población, un ejército de 230 millones de personas, y la pobreza extrema a casi 100 millones, un 15%, según cálculos de la CEPAL de julio de este año, que todavía deben ser actualizados.

La pandemia agravará las cifras del hambre, que sufrieron 47,7 millones de personas en 2019, y uno de cada tres latinoamericanos no tuvo los alimentos suficientes según datos de la FAO.

«El empleo está en terapia intensiva», dijo Vinícius Pinheiro, director regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al presentar el informe de 2020: 30 millones de personas desocupadas y 23 millones que habrán salido de la fuerza de trabajo este año. En los últimos 10 meses los mercados de trabajo de la región retrocedieron 10 años, dice Pinheiro, que describe la situación como «la crisis más grande que haya registrado este informe en toda su existencia».

2020: el caldo de cultivo del descontento social

La pandemia y la crisis económica y social fueron, durante 2020, el caldo de cultivo de grandes estallidos y luchas populares de sur a norte del continente.

La enorme explosión social chilena de fines de 2019 derivó en el triunfo del plebiscito para convocar una asamblea constituyente en octubre. Este es uno de los hechos claves del año que permitirá poner punto final al modelo neoliberal y la Constitución pinochetista, un enorme avance para todos los pueblos de América Latina.

El triunfo en las elecciones bolivianas de Luis Arce, el candidato del MAS, revirtió el golpe de Estado de noviembre de 2019 contra el presidente Evo Morales.

En Perú, donde hubo tres presidentes en una semana, la movilización popular impidió la entronización como presidente de Manuel Merino, que debió renunciar a una semana de asumir el cargo, y se preparan las elecciones presidenciales de abril de 2021.

En Guatemala fueron las enormes movilizaciones en noviembre contra el proyecto de ley de presupuesto aprobado en el Congreso que reducía los fondos destinados a la educación, el combate a la desnutrición, defensa de derechos humanos y la respuesta a la pandemia.

En Costa Rica, la decisión del presidente de pedir al FMI un crédito de 1.750 millones de dólares desató enormes manifestaciones en octubre que llevaron al gobierno a suspender el diálogo con el organismo internacional.

Y en Colombia, las protestas por el asesinato de un abogado por la Policía en Bogotá en septiembre fueron seguidas por paros y movilizaciones sindicales en todo el país. La marcha del 21 de noviembre de 2019 en contra de las masacres y el asesinato de líderes sociales, se retomó este año con un paro nacional.

Todo esto sin mencionar la enorme movilización social antirracista en EEUU a partir del asesinato de George Floyd en mayo, que impulsó el movimiento Black Lives Matter como uno de los hitos desde las grandes movilizaciones de los años 60.

¿Qué puede pasar en 2021?

Si 2020 fue el año de la pandemia, 2021 puede ser el año en el cual este colapso sanitario, económico y social, se traduzca en movilizaciones y estallidos. La honda caída puede estimular los cambios políticos para modificar la matriz de desigualdad y miseria que han permitido a la región tener un resultado tan nefasto.

El año político empezará con las elecciones presidenciales del 7 de febrero en Ecuador, donde el Gobierno de Lenin Moreno se enfrenta al descontento popular y donde Andrés Arauz, el candidato de la fórmula apoyada por el expresidente Rafael Correa, va primero en las encuestas.

Seguirá la elección de diputados a la Asamblea Constituyente en Chile en abril, que abrirá un periodo intenso de discusión y participación popular donde se discutirá cuál es el modelo económico y político que debe tener el país andino, todo esto, en medio de lo que será la campaña electoral para las elecciones presidenciales de noviembre.

También en abril serán las elecciones generales en Perú, el país más golpeado por la pandemia, donde los candidatos tradicionales, como Keiko Fujimori y Ollanta Humala suman la mayor cantidad de rechazos entre la población.

Tras la desesperanza, 2021 puede ser el año en que el descontento popular cuestione la injusta distribución mundial, el dominio de las multinacionales farmacéuticas y de los países ricos sobre las vacunas, su control sobre los organismos y las finanzas internacionales, los sistemas políticos vetustos de nuestros países y las enormes desigualdades de nuestro continente.


LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Patricia Lee Wynne  – Jefa de redacción Sputnik