A 10 años del incendio que mató a 81 presos en una cárcel de Chile

A una década del incendio en la cárcel de San Miguel, que cobró la vida de 81 personas encarceladas, Sputnik conversó con César Pizarro, hermano de una de las víctimas y presidente de la organización 81 Razones, que denuncia la impunidad tras la tragedia, las pésimas condiciones carcelarias y la posibilidad de que algo parecido vuelva a suceder.

La madrugada del 8 de diciembre de 2010 se produjo la mayor tragedia en la historia penitenciaria de Chile. Un incendio en la torre 5 de la cárcel de San Miguel en Santiago terminó con la vida de 81 internos, la edad promedio de los fallecidos a causa del fuego era de 24 años.

El siniestro se originó en la madrugada de ese octavo día del último mes del año 2010, cuando un grupo de internos de la cárcel, subdivididos en lo que se conocía como la pieza chica y la pieza grande, espacios altamente hacinados y precarios, desprovistos de iluminación y ventilación, comenzaron una riña. Fue el uso de un balón de gas, acondicionado como lanzallamas, como arma, lo que detonó el fuego, el que comenzó a propagarse alrededor de las 05:00.

Recién a las 05:48, los bomberos recibieron la primera llamada de auxilio, la que fue realizada por un interno, a pesar que los gritos de auxilio se escuchaban desde la calle. A esa hora el fuego había consumido por completo el ala sur del penal, dejando atrapados a los internos del ala norte, muchos de los cuales comenzaron a morir por asfixia.

La respuesta del funcionario de Gendarmería fue precaria y tardía, no había ni mecanismos ni protocolos de emergencia establecidos, además la infraestructura disponible, ya sea mangueras, red seca y húmeda, no funcionó. Tres gendarmes trataron de abrir los dos candados existentes en las rejas del sector sur, solo lograron abrir uno. Luego, llegaron con un IFEX (sistema de extinción por impulsos) recién a las 05:46, el que fue disparado hacia el candado superior con el objeto de enfriarlo y proceder a abrirlo. Sin embargo, aquellas maniobras no sirvieron, y solo lograron abrir un espacio entre las rejas, lugar por donde lograron salir los cinco internos sobrevivientes del ala sur.

Los bomberos recién ingresaron al sector de patio de carga a las 06:00, para comenzar la apertura de los candados del ala norte a las 06:10, permitiendo el ingreso de los sobrevivientes al patio a las 06:23, es decir casi 50 minutos después de iniciado el fuego. Recién a las 06:30 horas comenzaron la extinción del fuego. El resultado fue: 66 reclusos muertos en el sector sur y 15 en el norte, sector donde además otros 13 reos sufrieron lesiones de diversa gravedad.

Estaba vivo

Manifestación de familiares afuera de la cárcel de San Miguel
© FOTO : GENTILEZA 81 RAZONES
Manifestación de familiares afuera de la cárcel de San Miguel
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La mañana de ese miércoles 8 de diciembre, César Pizarro, hermano de Jorge Manríquez Pizarro, quien estaba preso en San Miguel por robo, se encontraba en pintando un jardín de infantes en la comuna del Bosque en Santiago de Chile, y recuerda que justo el día anterior habló con Jorge.

«Hablé con mi hermano por celular, como hablaba con él en muchas oportunidades, y el día 7 de diciembre, entre las 6 y las 7 de la tarde, hablamos un ratito. Me pidió un poco de dinero para comprar unas cosas. No tenía mucho dinero así que le mandé un poco. Y me dijo que me amaba mucho, que me agradecía todo lo que yo había hecho por él, por no haberlo dejado solo en la cárcel».

Para César el día siguiente se transformó en «una pesadilla muy cruel» al enterarse del incendio y tratar de saber de Jorge. «Aún cuesta asumir que es verdad, recordando cómo fue ese momento de irme de mi trabajo a la cárcel de madrugada, yo estaba trabajando de noche, y ver la cárcel con humo».Lo primero que hizo fue llamar a la cárcel de San Miguel para preguntar si su hermano estaba fuera de peligro, «me dijeron que mi hermano estaba vivo, no estaba en la torre 4, sino en la 3 sector sur, y estaba vivo junto a Sebastián Reyes Alarcón. Al final terminaron los dos muertos».

A pesar de la pena y el dolor decidió no quedarse con los brazos cruzados. Fue así que junto con otros familiares fundó la ONG 81 razones, nombre que hace referencia a las 81 víctimas del incendio, y por las cuales primero buscaron hacer justicia, luego entender por qué pasó, «más allá de que el Estado haya sido negligente o que alguien haya prendido fuego y haya ocasionado la tragedia, buscar el porqué», pero sobre todo para rescatarlo a él y para que no se repita.

«Decidí organizarme por él, por su memoria, por su alegría, por su cuerpo, por su paz, por su forma de ser y porque no se olvide de que me dejaron morir a mi hermano. Mi hermano no merecía morir así, ni nadie merece perder la vida de esa forma. Y por él decidí organizarme, por sus compañeros y por toda la gente que ha muerto en las cárceles en Chile y en el mundo, porque las situaciones en las cáceles es donde se demuestra más el bestialismo, el racismo, la indolencia del ser humano» explica César. 

Se sigue torturando en las cárceles 

Hacinamiento carcelario
© FOTO : GENTILEZA RADIO JGM
Hacinamiento carcelario
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Porque para este hermano y activista en Chile no ha cambiado nada respecto a la situación carcelaria de quienes están privados de libertad. «A 10 años de la masacre en la cárcel de San Miguel, en las cárceles chilenas se sigue torturando y eso es así. En Chile se tortura a los presos, se tortura a las personas que están imputadas, incluso inocentes, y a la fecha de hoy no hay responsables, políticos ni administrativos».
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Para Cesar el hacinamiento, la precariedad, la falta de protocolos y el desprecio por quienes están presos sigue al igual que hace 10 años, porque no quieren hacerse cargo de esta problemática y no hay sanciones por lo que sucede y sucedió. «Nadie fue responsable de la muerte de los 81, sino que quedamos prácticamente nosotros con la responsabilidad porque no cuidamos a nuestros hijos o hermanos y socialmente se nos culpa que nosotros somos los responsables casi de la situación, o ellos mismos porque uno de ellos prendió fuego, pero judicialmente no hay culpables. Está totalmente impune la muerte de los 81 hermanos de la cárcel de San Miguel», denuncia.

Solo hace un par de semanas el Séptimo Juzgado Civil de Santiago condenó al Estado pagar una indemnización total de un poco más de cinco millones de dólares (3.790 millones de pesos) por el concepto de daño moral a las familias de internos que fallecieron en el recinto penitenciario, lo que se traduce en unos 4.700 dólares por familia.

Entre las víctimas destaca un caso emblemático, el de Bastián Arriagada, un joven que estaba privado de libertad en ese penal por no haber tenido dinero para pagar la multa tras ser sorprendido vendiendo CD piratas. La magistrada acogió su demanda y ordenó el pago de 60.000 dólares millones a su familia, al igual que otro joven que por no poder pagar una fianza se encontraba recluido.

Estas inmediaciones se establecen tras establecer falta de servicio por parte de Gendarmería. «Lo razonado permite establecer que la administración no observó el patrón de conducta que se esperaba, pues ni aun la precariedad que el servicio poseía —o posee— justifica las omisiones en que incurrió, todas ellas constitutivas de falta de servicio», dice el fallo.

A juicio de 81 razones y las otras familias de las víctimas, esta sentencia les resulta completamente prejuiciosa y aberrante. «Seguimos siendo discriminados solamente por ser pobres o por ser familiares de presos, cuando el dolor y la muerte nos acechó, de la misma forma que acechó a otras personas, y hacemos la comparación con unos aviones que se han caído donde han muerto personas famosas, las indemnizaciones han sido completamente diferentes, o sea casi el doble o el triple. Porque en la sentencia nos midieron por la supuesta preocupación o mala preocupación de nosotros con nuestros seres queridos», denuncia Cesar Pizarro.

Lo cierto es que el Juzgado Civil tomó varios de los pasajes de este fallo del tribunal oral para analizar las responsabilidades de Gendarmería en la muerte de estas víctimas y, por ende, del Estado. Es así como fue un factor determinante para la resolución el hacinamiento de la cárcel San Miguel al momento de la tragedia, que superaba el 295%, y las excesivas horas de encierro de su población penal.

Otros miramientos fueron la ausencia de vías de evacuación y el escaso personal penitenciario y de elementos para combatir el fuego. No obstante, no se acusó a ningún gendarme, ni alguna autoridad penitenciaria.

Esta tragedia se puede repetir

Cruz conmemorativa de la tragedia en la cárcel San Miguel
© FOTO : GENTILEZA 81 RAZONES
Cruz conmemorativa de la tragedia en la cárcel San Miguel
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Lo más preocupante para Cesar Pizarro es que, a pesar de los años trascurridos desde la tragedia en la que murió calcinado su hermano, cree que no se ha hecho nada por cambiar las condiciones carcelarias de los presos «porque directamente estamos dentro de un Estado carcelario, un Estado carcelario que emite copia a sus próceres, a sus padres, que son los Estado Unidos, que es uno de los países que más encarcela y más deja morir a los presos, porque es una forma de los poderosos, de los que manejan los países, de manejar a la gente que se revela y que está quizás contra las leyes, contra el sistema».

Al hablar de los protocolos de emergencia denuncia que se está frente a una situación compleja considerando las condiciones geográficas del país sudamericano, «porque si hablamos de incendio, de tsunami, de terremoto, de explosiones de volcanes, la situación que sea, los criterios mínimos deberían ser que en las cárceles tiene que haber por lo menos buses para sacar a todas las poblaciones por cada torre, abrir las puertas, subir todos a los buses y sacar a las personas para que no mueran», y eso no existe.

«Porque ellos prefieren que se mueran a que digan que ellos los dejaron libres, y abrir las puertas frente a una emergencia», sentencia. Por tanto la posibilidad que se repita está latente.

Pizarro además advierte que las malas condiciones en las cárceles se han agudizado totalmente debido a la pandemia. Sostiene que la situación se ha puesto «un 200%, 300%» más crítica porque ya era complicada antes de la pandemia. «No se reparten bien los alimentos, no se reparten insumos de prevención, se pierden las cosas, no hay protocolos establecidos claros, ni certeros para cuidar las vidas de las personas privadas de libertad, y con la pandemia se agudizó totalmente».

«Porque los presos no pueden ver a sus familias, comen mal, estaban enfermos, no existía la posibilidad del autocuidado. O sea, con la pandemia quedó en pleno manifiesto la terrible negligencia y el maltrato, y mala forma laboral que los funcionarios ejercen contra los presos», agrega.

Esto se agrava con los presos del estallido social, puntualiza. Ellos fueron dejados en módulos que no les correspondía, «maltratados, no se le podía ingresar cosas para que comieran bien desde afuera, o para que se cambiaran ropa. La gente pasaba días, semanas con la misma ropa, sin comer bien y obviamente hubo una discriminación directa del Estado y de los carceleros contra los presos de la revuelta que eran los que estaban en plena rebelión en el país. Y se dio a conocer y sigue pasando hoy en día», acusa.

Solo deben hacer su trabajo

Afiche conmemorativo
© FOTO : GENTILEZA 81 RAZONES
Afiche conmemorativo
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Frente a la consulta sobre qué se ha aprendido después de esto 10 años del incendio de la cárcel de San Miguel, Cesar Pizarro señala que el aprendizaje, más que para el país, debe ser en lo personal, «porque todavía hay gente que no tiene idea que murieron 81 personas en Chile, que murieron 81 jóvenes quemados delante de nuestros ojos. El aprendizaje es a ser más humano, es a ser un trabajador formal, es hacer su pega [trabajo]».

«Si a mí me toca ser bombero, tengo que apagar incendios. Si me toca ser carabinero, tengo que cuidar a la ciudadanía. Si me toca ser militar, no sé qué, tendría que defender al país. Si me toca ser gendarme, a tratar de que no se me mueran los presos. Es hacer la pega bien, en todos lados donde uno esté, atendiendo público, sirviendo alimentación, barriendo, conduciendo un bus, un avión, donde uno tiene que estar, tiene que ser buena persona, ese es un aprendizaje», reflexiona.»Porque si hubiésemos sido humanitarios, buenas personas, buena gente, los 81 no se hubiesen muerto, desde el comportamiento del preso de prender fuego, desde el compartimiento del gendarme de no ir porque estaba quizás borracho. Toda esta cadena de malos comportamientos y malos sentimientos de una persona a otra, de odiarla, que se mueran los presos», añade.

«Es empezar a pensar en una sociedad más fraterna, una sociedad humanitaria donde no nos odiemos, obviamente vivir en una sociedad con más dignidad. Que eso sea costumbre», concluye.


Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.