Algunos economistas ven a la dolarización como una solución efectiva ante una hiperinflación, pero esta medida puede implicar un enorme costo social, dependencia política y hasta crear vulnerabilidades económicas.
Ecuador, Panamá y El Salvador fueron dolarizados en diferentes escenarios, mientras que Argentina y Venezuela practican una dolarización espontánea.
Varios analistas económicos consultados por BBC Mundo coincidieron en que la dolarización, considerada erróneamente como una fórmula mágica para solucionar la devaluación de la moneda local y la inflación a niveles incontrolables, es una receta llena de ventajas y desventajas que no garantiza efectos positivos en los países que la adoptan.
Según el economista Pablo Dávalos, esta medida puede causar efectos negativos a largo plazo porque se ha visto en la práctica que «la dolarización ha provocado estabilidad monetaria, pero con un costo social gigantesco».
En 1904, este país decidió tener dos monedas nacionales, el dólar y balboa, pero con el tiempo esta última, si bien continúa vigente, ya no se imprimen billetes y casi no se la utiliza.
Cuando este país optó por esta medida, EEUU tenía el control del canal de Panamá y ahora esta nación es conocida por ser el paraíso fiscal donde varios políticos y personalidades realizan lavado de dinero.
Según Dávalos, la dolarización logró que «Panamá se convierta en un paraíso fiscal donde tienen sus cuentas los mafiosos del mundo».
Ecuador
Adoptó la dolarización en enero del año 2000 cuando la hiperinflación que había alcanzado el 96% y su moneda nacional, el sucre, se había devaluado.
Esta medida provocó masivas protestas que derivaron en una crisis política irreversible y le terminó costando la salida del Gobierno al presidente de ese entonces Jamil Mahuad.
Si bien la dolarización consiguió evitar una devaluación profunda y repentina, esto no evitó que el país atraviese por serios problemas económicos que siguen vigentes.
La economista Gabriela Calderón considera que la crisis económica de Ecuador se debe a un déficit fiscal de unos 8.000 millones de dólares y no tiene nada que ver con la moneda que usa el país.
Es cierto que la dolarización pudo detener la inflación, generar la estabilidad de precios y proteger los ahorros de las personas, pero esta medida también provocó la distorsión en los sistemas de precios internos y destruyó la industria local impidiendo la generación de empleos y la industrialización.
El Salvador
En 2001 este país se dolarizó para cumplir con una condición que imponía el Tratado de Libre Comercio con EEUU para eliminar los aranceles aduaneros de ambos países.
Entonces, para proteger sus intereses económicos optó por la implementación de dos monedas nacionales, el colón y el dólar. Al igual que en Panamá, la moneda local dejó de circular y el dólar se transformó en la única moneda utilizada en el país.
«La dolarización provocó un efecto de estabilidad de precios y redujo los costos de las transacciones internacionales», explicó el economista Pablo Dávalos.
No obstante, esta medida tuvo un costo social enorme que se está pagando con el dolor de los migrantes al convertirlos en «el principal producto de exportación», pues este país vive de las remesas que son enviadas por los salvadoreños que viven en el extranjero.
Argentina y Venezuela
Si bien estos países no optaron por la dolarización, practican una dolarización espontánea debido a la devaluación que continúan sufriendo sus monedas nacionales en medio de las crisis económicas que enfrentan.
En Argentina, la moneda nacional sufre devaluaciones cada vez que la situación económica se complica, por eso la gente busca en el dólar una protección a su dinero. Mientras que en Venezuela la dolarización es practicada de manera informal y cada vez hay más dólares que bolívares en circulación.
En todos los casos de dolarización, los economistas observan esta medida hace vulnerable a la economía de un país porque no puede defenderse de algún shock externo, ya que no es posible ajustar el tipo de cambio para amortiguar el impacto de los ciclos económicos. Además, los hace dependientes de las decisiones político-económicas que toma EEUU, sin mencionar que el consumo se vuelve inaccesible para gran parte de la población y se consolida la desigualdad que ya es un problema estructural latente en varias naciones.