Por Samuel Fernández Illanes | La rutina de criticar a Trump

Criticar a Donald Trump, sería lo esperable. Pocas figuras mundiales han sido tan descalificadas. Todo lo que hace o deja de hacer, con o sin resultados, es vilipendiado por Demócratas, que no perdonan su derrota, ex colaboradores, intelectuales, profesionales, artistas, familiares, y medios de comunicación, como cadenas mundiales de TV, de manera obsesiva. Pareciera que nada hace bien, ni tiene partidarios. Todo vale para hablar mal de Trump, en Estados Unidos, y en casi todo el mundo, incluidos los anti-norteamericanos tradicionales. Es fácil.

Él ha creado su imagen. Arrogante, agresivo, inesperado, avasallador, mal educado. En una palabra: insoportable. Jamás lo invitaríamos para pasar un buen momento. Y sin embargo, ganó la Presidencia de la primera potencia mundial, y pelea su reelección. Nada mal para alguien tan poco dotado. O los norteamericanos se volvieron locos, o ven atributos que nadie más detecta. Tal vez sea necesario mirar esto, con racionalidad, menos emoción, y mayor objetividad.

La ciudadanía norteamericana común, busca liderazgos claros y prácticos, que les dejen trabajar en paz. Las ideologías, o situaciones mundiales, por lo general, no son prioritarias para habitantes de Condados, pequeñas ciudades o suburbios. Son para los políticos de Washington, poco queridos. Les basta que su Presidente les garantice ser la máxima potencia, sin amenazas. Es el votante que apunta Trump, y que incide en la Cámara de Representantes, y parte del Senado elegidos directamente, voto a voto. Para Presidente, son los Electores que lo eligen indirectamente. En 48 de los 50 Estados, el que gana más electores, consigue todos los demás, como si no existieran. Muchos ya han votado por correo, ni visto los debates.

No procura convencer a un Demócrata, se centra en los suyos, y en lograr la mayoría Republicana. Les transmite seguridad, “America first”, sin sobresaltos. Trump lo resalta en contraposición a Obama, amigo hasta con enemigos, y Baiden su continuador. Argumenta que ahí siguen, igual o más poderosos, como China. La lista es larga y los resultados escasos. En síntesis, demuestra poder, nunca debilidad. En el debate, no lo dejó hablar, lo llevó al insulto y la confrontación. ¿Alguien recuerda alguna idea de fondo de Baiden? Muy pocos. Es el objetivo de Trump, sólo destaca él, crea la noticia y se queda con ella. Los demás desaparecen. Y el mundo puede opinar lo que quiera, no es norteamericano, ni vota. Sabe provocar como su personaje televisivo en “El aprendiz”, tan conocido.

¿Le servirá para reelegirse? Contagiado con Coronavirus, muestra orgullosamente haberlo derrotado. Nada está seguro. Como hace ocho meses, todo gira en torno a la pandemia, los aciertos, las equivocaciones y las mascarillas. Ahora todos parecen expertos, aunque nada hicieron. Vaticinar al vencedor, sería una apuesta incierta.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Samuel Fernández Illanes – Abogado. Docente de la Facultad Jurídica y Sociales de la Universidad Central. Se desempeñó -entre 1998 y 2007- como Representante Permanente de Chile ante la UNESCO en París, Embajador en Egipto, concurrente en Túnez y Qatar, Embajador Observador ante la Liga de Estados Árabes, y Embajador Cónsul General en Miami. La primera gran experiencia dentro del Servicio Exterior de Carrera del doctor Fernández Illanes, data de 1971 a 1972 cuando fungió como Tercer Secretario de la Embajada de Chile en Francia, y durante sus ratos libres hacía labores de secretario particular de Neruda transcribiendo las memorias Confieso que he vivido; la confianza entre ambos llegó al punto que el poeta le autorizó “falsificar” su firma en los oficios diplomáticos.