Por Tamara Mora | Seguridad en comunidad

Recurrentemente reaparece en los medios la preocupación por la seguridad ciudadana. Más allá de la atención de las cámaras de televisión y la explotación de la temática con fines comerciales o políticos, no podemos negar que es una preocupación real de nuestra ciudadanía, los vecinos y vecinas de las distintas comunas del país tienen la legítima preocupación de verse expuestos a actos de violencia y delincuencia, y en muchos lugares el narcotráfico simplemente ha secuestrado la tranquilidad de miles de chilenos.

Hasta hoy la receta para enfrentar esta preocupación es fortalecer la acción policial, endurecer las penas, tener mas recursos técnicos, más motos, más vehículos, más cámaras, siguiendo una lógica basada en “enfrentar” el fenómeno de la delincuencia como a un enemigo en una hipótesis de guerra. Esta lógica no solo ha fracasado rotundamente en nuestras comunas, sino que además le asigna a la comunidad un rol secundario y pasivo en la solución del problema.

En este diseño profusamente apoyado por los medios de comunicación, la comunidad organizada es un aporte, pero no el protagonista de la estrategia, en esta lógica se habla de “intervenir” barrios o comunas completas, se habla de “operativos” de las fuerzas policiales, pero siempre “desde afuera”, se habla de apropiación de espacios públicos, de denuncia y otros conceptos, pero nunca se habla de comunidad… En esta lógica de represión las fuerzas policiales son enviadas a intervenir, deben concurrir desde algún otro lugar son agentes externos que llegan casi siempre “ex post” y que ven a los vecinos como objetos de protección y fuente de información, pero no como un aliados en la estrategia.

Quienes hemos trabajado en el tejido social de nuestras comunas, que vivimos empapados de la realidad de nuestros barrios, entendemos que la seguridad ciudadana es un desafío que solo se puede enfrentar en comunidad, asumiendo una estrategia basada en la confianza, la solidaridad y el conocimiento, en la que el protagonismo es de la comunidad organizada en conjunto con una policía partícipe de esa comunidad y no ajena o foránea.

Más allá de slogans o modelos importados, debemos ser capaces de construir un modelo funcional a nuestra realidad como país, y especialmente adaptable a la de cada comuna y barrio, lo que necesariamente significa que debe dar cuenta de la realidad local y eso solo se puede lograr cuando las definiciones son comunitarias, no solo escuchando o involucrando a los ciudadanos, sino realmente haciéndolos parte esencial y definitoria de la estrategia.

En este modelo comunitario, el rol de la policía, es tan profundamente distinto al que hoy cumple Carabineros, que no parece viable que esa institución, tal como la conocemos hoy, pueda cumplirlo adecuadamente, su carácter militar potencia la lógica del enfrentamiento contra un enemigo, pone el acento en sus procedimientos más que en la función que se requiere que cumpla y termina por volverlo un interventor ajeno a la realidad que debe enfrentar, con un acercamiento a los Derechos fundamentales y la relación con la comunidad incompatibles con esta estrategia, en términos simples, necesitamos otra policía, que, aunque uniformada, tenga un carácter civil y totalmente inmersa en la comunidad con la que trabajará, que sea capaz de establecer una relación de confianza y colaboración real, guardando las distancias necesarias para con la autoridad, pero que sea capaz de establece un dialogo franco con los vecinos de un barrio o comuna.

El modelo que imaginamos considera, más que grandes comisarías alejadas unas de otras, una distribución as homogénea de las unidades policiales en los barrios, más pequeñas y funcionales, que además sirvan a la comunidad en la que se inserten como un espacio de encuentro, en las que pueden funcionar, en coordinación con el municipio y otras reparticiones públicas, defensorías de Derechos y, por ejemplo, un potente programa de resolución de conflictos vecinales, es decir, la unidad policial sería vista como el espacio en que los vecinos van a resolver sus problemas.

La comunidad organizada, en esta lógica, es corresponsable de las definiciones de la estrategia y protagonista de su implementación en conjunto con otros actores, como el municipio y la policía, por tanto, nuestro desafío es construir un tejido social capaz de abordar ese desafío, desde las organizaciones sociales y las instancias de representación como el concejo municipal, necesitamos un férreo compromiso, y como ciudadanos, asumir nuestra responsabilidad como tales.//ELF


LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Tamara Mora Candidata a concejal en San Miguel, prevencionista de riesgos y Diplomada en Participación Política de la Mujer.