Quiénes son los ‘hibakusha’ y por qué hay que seguir estudiando Hiroshima y Nagasaki

El 6 y 9 de agosto son dos fechas recordadas a nivel mundial. Los ataques nucleares de Estados Unidos a las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki en 1945 dejaron alrededor de 200.000 muertos. Quienes sobrevivieron son conocidos como ‘hibakusha’ y, hasta hoy, sufren las graves consecuencias de la bomba atómica.

Era lunes aquel 6 de agosto de 1945 cuando bajo la orden del entonces presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, caía a 600 metros de la ciudad de Hiroshima, oeste de Japón, la primera bomba nuclear de la historia. La segunda y última fue lanzada tres días más tarde, el jueves 9, unos 420 kilómetros al sur, en Nagasaki.

El hecho daba fin a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) con la rendición del Imperio del Japón, y también a la vida de alrededor de 200.000 personas. Sin embargo, para los sobrevivientes o hibakushas, la tragedia no ha finalizado.

¿Qué es hibakusha?

La palabra japonesa hibakusha significa «sobreviviente de las bombas atómicas». Muchos de quienes no murieron en ese instante por el impacto nuclear lo hicieron meses o años más tarde, por diversos efectos tardíos de la radioactividad en sus cuerpos.

Según la Ley de Socorro para Sobrevivientes de Bombas Atómicas, de 1994, hay tres categorías de hibakusha; aquellos expuestos directamentes a la bomba nuclear; quienes estuvieron en el radio de los dos kilómetros de su caída durante las siguientes dos semanas al hecho; y los hibakusha in utero, es decir, quienes descienden de las personas de las categorías anteriores.

Los hibakusha desarrollaron en muchos casos, enfermedades producto de la radiación desde asma hasta tumores cancerígenos. El promedio de edad de los sobrevivientes es de unos 80 años, y las consecuencias en su salud se han trasladado a sus descendientes, incluso en personas que nacieron luego de pasados 70 años de los ataques bélicos.

El estigma de haber sido víctimas perduró durante muchos años en Japón y el mundo, y hay sobrevivientes que afirman sentirlo incluso en la actualidad. Bajo el temor de que la radiación pudiera ser contagiosa, de la dañada apariencia física que dejó en muchos de los sobrevivientes, y de la posibilidad de que sus hijos también sufrieran los estragos de la radiación, fue difícil para ellos obtener empleos, casarse, y buena parte prefirió no tener hijos.

Después de Hiroshima y Nagasaki: estudiando los hibakusha

Tras los ataques estadounidenses, un amplio espectro de investigadores se dedicó a estudiar durante años los efectos de la radiación en las personas a partir de los sobrevivientes. En 1947, Estados Unidos creó la Atomic Bomb Casualty Commission (ABCC) con el fin de investigar los efectos a la largo plazo que tuvo el ataque en la población hibakusha. Al principio, la finalidad de la ABCC era obtener información para continuar desarrollando la tecnología nuclear.

Los hibakusha tuvieron un seguimiento de décadas de los científicos estadounidenses sin recibir tratamiento médico, con el fin de no intervenir en los efectos reales de la radiación. Con el tiempo, sin embargo, el enfoque de investigación cambió, y los estudios supusieron importantes avances médicos relacionados con el vínculo entre la radiación y las afecciones como el cáncer, y fueron útiles también para conocer cuál es el límite radioactivo que puede soportar el ser humano con finalidad médica.

La contribución de hibakusha a la ciencia ha sido enorme, asegura el presidente de la Radiation Effects Research Foundation (RERF), antigua ABCC, Ohtsura Niwa a la revista Science, pero reconoce que fue un error no haber brindado tratamientos médicos a los sobrevivientes en su momento.

«La ciencia tiene que estar al servicio de la humanidad, de lo contrario no significa nada, o peor, adquiere un significado negativo», sostuvo.

Para Kunihiko Iida, sobreviviente de Hiroshima, los hibakusha son la prueba de que las bombas nucleares no deben ser «nunca más una opción» para ninguna clase de conflicto, y que ese debe ser el aporte mayor del estudio de los ataques a Hiroshima y Nagasaki.

Una leyenda hibakusha

La organización Hibakusha Stories reconoce a Sadako Sasaki como la hibakusha más famosa de la historia. Sasaki tenía dos años cuando Hiroshima sufrió el ataque nuclear. Aunque sobrevivió, a los 12 años contrajo leucemia, una enfermedad que en esos años crecía entre los sobrevivientes.

Internada durante meses en el hospital de la Cruz Roja japonesa, cuentan de Sasaki compartía cuarto con una joven que le contó acerca de la leyenda tradicional de las mil grullas de origami. Según ella, cualquiera que hiciera mil grullas de origami podría pedir un deseo que se haría realidad.

Monumento a Sadako Sasaki en Hiroshima, Japón
Monumento a Sadako Sasaki en Hiroshima, Japón
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Hay varias versiones de cuántas grullas logró hacer Sasaki, en algunos casos no llega a las 1.000, y en otros supera ampliamente el número. En octubre de 1955, meses después de haber sido diagnosticada, murió. Sasaki fue enterrada con mil grullas de origami hechas por sus compañeras de clase. Hoy, Sasaki es un icono de la resistencia de los hibakusha y popularizó la leyenda de las grullas como un símbolo de la lucha por la vida.
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