La gallina es sólo un medio imaginado por un huevo para que pueda darse otro huevo.
(Samuel Butler 1835-1902)
Quizás la gente común, nosotros, los simples mortales, no comprendamos bien que está en juego, pero la nueva normalidad es algo que tendrá que planificarse, o, más bien, si la queremos cambiar, tenemos que disputarla. Lo que el mundo muestra hoy, es igual o peor a la simple normalidad histórica. Supongamos un poco, para imaginar después.
Todos entendemos que el mundo debería ser diferente cuando se tenga la vacuna y se pueda controlar el virus. Socialmente nada podrá ser igual, las distancias habrá que guardarlas, no habrá más aglomeraciones, las relaciones sociales, los trabajos, las formas de contratar, el consumo, o sea, hasta que estemos seguros estaremos obligados a que lo social, y si podemos, la economía, sean diferentes, como los viajes en avión. Antes de los atentados a las torres gemelas se transitaba rápidamente por el aeropuerto, y ahora nos descalzamos, sacamos el cinturón, nos escanean y el simple juguete de un niño puede ser un artefacto letal. Nos acostumbramos a eso, los terroristas dejaron de ser la hipótesis de conflicto de los Estados Unidos, se esfumaron y la paranoia quedó.
Bien, en este formato de la nueva normalidad, todo el mundo opina en todos los órdenes de la vida. Pero en economía los escenarios futuros están, digamos, algo parcializados. Lo que se quiere sostener son las ganancias, los beneficios y el poder, por lo tanto, las hipótesis, o las conjeturas, procuran ser tendenciosas, eliminando algunas supuestos, dando por sentadas otras, pero siempre con el firme propósito de llevar agua para el molino de los intereses que representen. Así es que, en esta materia uno tendría que tomar los datos consolidados, lo que ya ha sucedido, y no darle mucho importancia a las profecías imaginadas a fuerza de dinero.
En los últimos 150 años el mundo ha sufrido 14 recesiones, y se espera que la causada por el nuevo coronavirus supere o, al menos, este peleando el podio entre las más letales. Diferentes en su génesis, las turbulencia económica del Covid-19 competiría con: el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 (caída del PBI 6.7%); la Gran Depresión en 1930-32 (caída del 17.6% del PBI); la desmovilización de las tropas tras la Segunda Guerra Mundial, posguerra en 1945-46 (caída del 15.4% del PBI), crisis del 2008, colapso inmobiliario (caída 3.2% del PBI). Nuestro invitado, el Covid-19, en 2020, se especula que dará lugar a una caída del 6.2% PBI mundial.
Las crisis han dejado no solo contracciones del PBI sino aumentos desmedidos del desempleo que llevó mucho tiempo recuperar y en la mayoría de los casos nunca se consiguió alcanzar el piso anterior. Su consecuencia, mayores niveles de pobreza mundial y concentración del ingreso. Durante la Gran Depresión en Estados Unidos el desempleo fue particularmente alto, llegó al 22.9%, en Europa osciló entre el 9 y 12%. Posteriormente, la guerra se encargó de modificarlo. Pero muchos compararon la depresión del 1929 con la crisis 2007/2008, porque en Europa la tasa de desempleo se colocó a niveles muy altos, posteriores a la tenue recuperación. Con el Covid-19, Estados Unidos volvió a dar la nota con su facilidad de despido y en sólo semanas llevó a 40 millones al desempleo. La hipótesis de un posible rebote ¿será suficiente para reabsorberlos?
O sea, salvo guerras mediante, y con un mayor vínculo económico mundial, los niveles de empleo posteriores a las crisis son significativamente menores y con el covid-19 en solo tres meses se perdieron más empleos en el mundo que la población de Brasil (209 millones). Con poco empleo, la pobreza en cada crisis ha jugado su papel devastador. Con posterioridad a la Segunda Guerra se vivieron los años dorados del capitalismo, pero en los últimos 40 años las diferencias de ingresos entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres se duplicaron, según el Banco Mundial. En 1987 había 1.200 millones de personas que vivían en la pobreza más absoluta, con un dólar de ingreso al día, en el 2016 la cifra llegaba a 1.900 millones, cuando se aumentaron los valores y se pasó de un dólar a dos dólares al día, se detectó que el 50% de la población mundial vivía con menos de ese valor.
Comienza a desvelarse que las hipótesis de rebotes económicos y datos consolidados transitan un camino desigual, uno son ilusiones convenientes, los otros son el abandono de la realidad. Estos indicadores tendrán que visualizarse más allá de la velocidad de respuesta de los gobiernos, que, en general, ha sido ejemplar, aun así, crecimiento, desigualdad, empleo y pobreza van a ser un problema mayor en esta depresión.
¿Por qué serían un problema? Bueno, porque la disputa por la apropiación de beneficios nunca cesó, ni siquiera se suspendió. En marzo del 2020 nuestra muy conocida y enamorada Christine Lagarde, a la sazón Presidenta del Banco Central Europeo, sin tener en cuanta una década de políticas de austeridad del sur de Europa, daría una señal del sistema financiero: “nosotros no estamos aquí para reducir las primas de riesgo (“we are not here to close spreads”). ¿Para que estaría el Banco Central Europeo, solo para hacer negocios?
Ante la aparición del covid-19 y la devastación del sistema sanitario del sur de Europa, como consecuencias de las políticas de austeridad, los países más dañados comenzaron a solicitar líneas de crédito blandas para afrontar la pandemia. La respuesta de los países del norte de Europa en el mes de abril fue que Bruselas debía investigar a países como España por no haber acumulado margen presupuestario suficiente para luchar contra el coronavirus. En la disputa, el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa tildó de “repugnante y mezquino” el discurso holandés y comenzó abiertamente la controversia europea por la nueva normalidad.
El desacuerdo se centraba en la solicitud de créditos, si esta debería hacerse a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), igual que un préstamo común con un plan de austeridad para su devolución, o un plan de créditos blandos o subvenciones que fuera distribuido entre los 27 miembros. Después de cuatro meses de disputa y un fin de semana de desacuerdos, la UE tomó una decisión política trascendental, se creó un fondo financiado con deuda común de 750.000 millones de euros, de los cuales 390.000 millones se destinarán a subvenciones y 360.000 millones a préstamos.
La medida tomada por UE fue de características geopolítica, la cadena de valor de las empresas alemana y francesas que dominan la Unión, perderían su valor si esta no responde a la cohesión de sus socios. ¿Cuál es el fin de estar en una Unión que, ante un evento de las características extraordinarias, como una pandemia, no pone en marcha mecanismos de crédito, sino que actúa como viles usureros especuladores?
Lo que nos deposita directamente en los miembros ausentes de la pandemia, el FMI, el Banco Mundial y el Tesoro norteamericano. Según su página, El Fondo Monetario Internacional (FMI) es una organización de 189 países que trabaja para fomentar la cooperación monetaria global, asegurar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover el alto empleo y el crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en todo el mundo.
La Junta Ejecutiva aprobó el alivio inmediato del servicio de la deuda a 25 de los países miembros del FMI en virtud del renovado Fideicomiso de Contención y Alivio de Catástrofes (CCRT): “Esto proporciona subvenciones a nuestros miembros más pobres y vulnerables para cubrir sus obligaciones de deuda con el FMI durante una fase de los próximos seis meses”. O sea, el FMI permite que no abonen por seis meses la deuda, pero después tendrán que pagar no solo el principal sino los intereses. La misma lógica se encuentra en el perdón temporal de deuda del G20 posteriores al acuerdo con el FMI, siguiendo el relato expuesto en “El efecto Mateo del FMI” en nuestro blog.
Con dos tercios de la población mundial en países en desarrollo (excluyendo China) que enfrentan un daño económico sin precedentes por la crisis COVID-19, la ONU también está pidiendo un paquete de 2.5 billones de dólares para que estas naciones conviertan las expresiones de solidaridad internacional en una acción global significativa. Es dramática la velocidad a la que las ondas de choque económicas de la pandemia han afectado a los países en desarrollo, incluso en comparación con la crisis financiera mundial de 2008, dice el informe publicado por la UNCTAD, el organismo de comercio y desarrollo de la ONU.
¿Ustedes conocen alguna medida efectiva tomada por estos organismos para paliar los efectos de esta crisis? Pues no, no hay ninguna. Pero a los datos consolidados expuestos también hay novedades comerciales. El comercio mundial podría contraerse entre un 13% y un 32% en 2020, según la OMC, mucho más que en la crisis financiera de 2008. Pero siguiendo la lógica de lo consolidado, en ese entonces el comercio mundial cayó un 22%, los productos agrícolas 12.3%, alimentos 10.4%, combustibles 30%, hierro y acero 44%, entre otros. Podría ser peor, según la Organización Mundial del Comercio (OMC), ya que, por ejemplo, los valores del índice de las materias primas están por debajo de la crisis 2008.
Al parecer Estos Unidos seguirá con su disputa electoral, por lo que la batalla comercial con China será eterna. Fronteras adentro, la disputa por la reactivación económica sufre los problemas de una intermitencia que distiende y tensa la circulación, y ante cada reinicio y cierra se sepulta más a la economía, como lo ha demostrado la historia reciente. En abril 36.000 casos diarios en EE. UU., hoy 60.000 diarios, resultado de la indiferencia.
Si las mayores potencias están estancadas, el comercio mundial muy golpeado, el desempleo al alza, la pobreza escalando, y desbordada la emisión de deuda de los Estados y los privados. Sí los dueños del mundo siguen peleando palmo a palmo por cada moneda de su ingreso y cada porción de su poder, aun y cuando nadie tiene bases sólidas de hacia donde se dirigirá la economía cuando las cadena de suministros se echen a andar. Nosotros, ¿qué nueva normalidad estamos peleando? ¡La nueva normalidad (la gallina) no será un medio imaginado por el poder (huevo) para obtener más poder!
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Alejandro Marcó del Pont – Lic. en Economía y Magíster en Relaciones Internacionales (Universidad Nacional de La Plata). Analista de economía. Columnista y comentarista en varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Bloguero en El Tábano Economista.