Aumentando la presión contra Pekín en diferentes frentes, Washington parece que no tiene en cuenta la sostenibilidad y la resistencia de China, que se derivan de su sofisticada cultura, opina el sociólogo Dr. Heinz Dieterich al explicar a Sputnik por qué la actual estrategia de EEUU en China es errática y está condenada al fracaso.
El 13 de julio, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, declaró que los reclamos marítimos de China en el mar de China Meridional son «completamente ilegales». El país asiático reclama hasta el 80% de los 3,5 millones de kilómetros cuadrados del mar, de acuerdo con la llamada línea de los nueve puntos. Esta linea fue trazada en 1947, pero hasta 2016, China no ha presentado ninguna reclamación formal definida específicamente para esta área.
«El mundo no permitirá que Pekín trate el mar de China Meridional como su imperio marítimo», afirmó Pompeo.
En respuesta, la Embajada china en EEUU advirtió a la Administración Trump sobre «el aumento de la tensión y la incitación a la confrontación en la región».
Washington intensifica la presión contra Pekín
La última escalada se produjo después del intercambio mutuo de las sanciones contra los políticos de alto rango en EEUU y China, que inicialmente tuvieron un pretexto de violación de los derechos humanos en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang. La situación se agravó después de la demostración de fuerza por parte de EEUU en el mar de China Meridional a principios de julio.
La Administración Trump continúa apretando los tornillos en el comercio de China, el sector de alta tecnología y la construcción de islas artificiales. De acuerdo con las encuestas de opinión pública, el sentimiento antichino está ahora en alza en EEUU, con cerca del 66% de los estadounidenses pensando desfavorablemente acerca del país asiático, lo que provoca especulaciones acerca de una próxima guerra fría con Pekín.Sin embargo, al mismo tiempo, la Cámara de Comercio de EEUU ha exigido recientemente a los altos funcionarios chinos que redoblen sus esfuerzos para aplicar la primera fase del acuerdo comercial que se concluyó entre Washington y Pekín en enero de 2020.
«Cualquier medición científicamente sólida de la situación internacional —económica, científica, demográfica, política, militar o de COVID-19— muestra, que EEUU no está en condiciones de ganar una ‘guerra fría’ o una ‘guerra caliente’ contra China», afirmó el Dr. Heinz Dieterich, director del Centro de Ciencias de la Transición (CTS) de la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México y coordinador del Proyecto Mundial de Investigación Avanzada (WARP).
La estrategia de Washington contra China es errática y va unida a la división partidista y social interna que se ha manifestado como una crisis sistémica en EEUU, detalló.
Según el analista, la crisis es sistémica porque «ha afectado a las dimensiones políticas, económicas, culturales y sociales». Evidenció dramáticamente la ruptura del consenso intraelite entre demócratas y republicanos sobre cómo preservar el sistema de dominación global del país.
También la crisis ha agravado la desigualdad social, la deuda nacional que se ha disparado y las protestas, señaló el profesor.
Además de poner en peligro la estabilidad interna del país, la crisis en EEUU amenaza con afectar el equilibrio global de poder y la paz mundial, advirtió Dieterich.
La desaparición de la Asociación Transatlántica
Mientras que EEUU elogian la decisión del Reino Unido de prohibir los equipos de telecomunicaciones chinos en sus redes 5G, la Administración Trump no puede presumir de tener buenas relaciones con la Unión Europea, ya que ha ganado la antipatía de Alemania, el líder indiscutible del bloque.
El 28 de junio, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, declaró que existe una necesidad urgente en mejorar las relaciones entre Berlín y Washington. Asimismo advirtió que las actuales tensiones entre dos países no se resolverán en un futuro próximo, sin importar quién gane la votación en noviembre.»Los que piensan que con un presidente del Partido Demócrata todo será como antes en la colaboración transatlántica, menosprecian los cambios estructurales», mencionó Maas a la agencia de prensa alemana DPA.
La Administración Trump ha arremetido repetidamente contra Berlín por los gastos militares insuficientes, la migración y las políticas económicas, así como por su participación en el proyecto de gasoducto Nord Stream 2, liderado por Rusia, sancionado por parte de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, la política abierta de intimidación de EEUU contra China, Rusia, Corea del Norte e Irán ha demostrado su ineficacia y fracaso, apuntó el académico.
La entrega por parte de Irán de cerca de 1,5 millones de barriles de gasolina iraní y componentes relacionados a Venezuela, un país que sufre un embargo de EEUU, en mayo y junio de 2020, indicó claramente que la política de Washington de «máxima presión» contra los Estados nucleares o poderosos no funciona, especificó.
A pesar de toda la demostración de la fuerza en el mar de la China Meridional, es poco probable que EEUU se enfrente directamente con China, ya que está condenada al fracaso, aseguró Dieterich.
El especialista recordó que de facto EEUU perdió cuatro guerras en Asia: la guerra civil de China (1946-1949), la guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Vietnam (1955-1975), y más recientemente en Afganistán.El Centro de Ciencias de la Transición, que encabeza Dieterich, elaboró un instrumento que muestra el poder relativo de los Estados. Según él, EEUU y sus aliados habrían ganado una guerra nuclear contra China en la década de 1950. «Pero, incluso contra el ejército campesino ligeramente armado de Mao Zedong, no pudieron ganar la guerra de Corea», señaló el profesor.
Estados Unidos como superpotencia es hoy solo «una sombra de lo que fue después de 1945», según el académico que afirma que ha pasado de ser un «tigre con dientes nucleares», como lo definió el líder soviético Nikita Jruschov, a ser un «tigre de papel», como lo llamó Mao Zedong.
EEUU subestima la sostenibilidad de China
Dieterich asume que Washington subestima la capacidad de resistencia de China, al ejercer la enorme presión en las esferas económica, social y política de China, así como en el mar de la China Meridional.
El científico ve la base de sostenibilidad china en su sofisticada cultura y en el «espíritu dialéctico de Confucio, Lao-Tsé y Buda Gautama» que han ayudado muchas veces a la nación a superar dramáticos desafíos históricos y han allanado el camino para su transformación socioeconómica y política.Durante los dos últimos siglos, los chinos resistieron la intervención japonesa, sobrevivieron a la guerra civil y participaron en las guerras de Corea y Vietnam. El país experimentó la revolución cultural bajo Mao Zedong y luego una mayor transformación sociocultural bajo Deng Xiaoping.
«Actualmente la sociedad china da un dramático salto tecnológico esforzándose por cumplir su plan estratégico Hecho en China 2025 lanzado por Xi Jinping», declaró Dieterich.
«Estos éxitos han producido un apoyo abrumador del pueblo al Gobierno, una fuerte unidad nacional detrás de un claro liderazgo estratégico, basado en los principios científicos del marxismo, y una potencia mundial internacional y la posición en todas las métricas importantes», precisó.
Mientras tanto, China no se queda de brazos cruzados mientras EEUU trata de crear una coalición contra el país.El país asiático forja activamente alianzas multilaterales y fortalece los vínculos con Rusia y la Unión Europea encabezada por Alemania. Además, impulsa la cooperación en la región indopacífica y transpacífica.
Para preservar el equilibrio global de poder, Washington debería adherirse a un mundo multipolar simétrico y renunciar a los planes de «subyugar a China, Rusia y Europa para recuperar su antigua supremacía mundial», opinó Dieterich.
«La democracia y la justicia en el sistema mundial solo son posibles entre entidades, que tienen aproximadamente la misma cantidad de poder», añadió.
Asimismo, el académico compartió su visión sobre el futuro del sistema mundial y las relaciones internacionales.
«La única solución estable y viable para que la especie sobreviva es una nueva ecocivilización, basada en un sistema económico global no mercantil, en el que la tiranía privada del mercado —una élite plutocrática global de traficantes de beneficios— y los sistemas políticos oligárquicos antidemocráticos ya no determinan el destino del pueblo», concluyó Dieterich.