Brecha digital y educación online: la pandemia no es igual para todos

SANTIAGO – Chile es reconocido como uno de los países con mayor uso de tecnología en América Latina, sin embargo esas cifras no muestran la brecha digital que existe. El rol de los planteles para entregar acceso a conexión y equipos, así como considerar los contextos de las y los estudiantes son parte de las consideraciones que recalcan Fabián Retamal, coordinador del Programa de Acceso y Acompañamiento a la Educación Superior (PACE) y Cecilia Saint Pierre, directora del Proyecto de Educación Online de la Universidad de Chile.

La cuarentena ha tensionado el sistema educacional chileno, desde la educación parvularia hasta el pregrado universitario. En la Universidad, de un momento a otro, fue necesario crear becas de conectividad y dispositivos para que todos y todas tuvieran un acceso equivalente a las clases online. La brecha digital estaba golpeando con tanta fuerza como el COVID-19.

«La pandemia nos ha puesto a prueba. Existe una desigualdad estructural en el acceso a internet. Mientras las cifras daban cuenta que aumentaba la penetración en términos generales, la pandemia nos dijo que esto no era igual para todos», sostiene Fabián Retamal, coordinador del Programa de Acceso y Acompañamiento a la Educación Superior (PACE).

Los números son indiscutibles, pero también son interpretables. En los primeros días de la pandemia, según el sitio es.statista.com, Chile ocupó el primer lugar en uso de redes sociales en América Latina. En datos, la publicación en Facebook, Instagram y Twitter aumentó en 53 por ciento.

Otro dato: en Chile hoy hay más teléfonos móviles que personas. Según los últimos datos OCDE, la penetración de Internet es de 87,5 por ciento, pero la definición de conexiones de Banda Ancha para esa organización incluye todas aquellas conexiones a internet con velocidades iniciales iguales o superiores a 256 kbps. Es como decir hay banda ancha, pero ésta no es igual para todos.

Es indispensable que las Instituciones de Educación Superior aseguren el acceso a equipos y conexión de todos sus alumnos, señaló Cecilia Saint Pierre.

Para Retamal la situación es clara: es necesaria una nueva política de Estado. “Una política de accesibilidad que permita una conexión con una velocidad adecuada para utilizar programas educativos acordes a las necesidades de los niños y jóvenes de hoy. Esta misma política debiera asegurar la disponibilidad de equipos computacionales y un programa de formación docente que permita desarrollar competencias para la implementación de las Tics en las salas de clase”.

En esta situación crítica, los profesores de Educación Media están adaptándose tímidamente a la tecnología. “Este proceso incipiente ha obligado a remirar los procesos de formación docente, las capacidades de uso de las Tics de los docentes y el lugar que ocupan las tecnologías en el currículum de las escuelas”, agrega el especialista del programa PACE.

En el ámbito de la educación superior, Cecilia Saint Pierre, directora del Proyecto de Educación Online de la Universidad de Chile es clara: «En estos tiempos de educación remota, es indispensable que las Instituciones de Educación Superior aseguren el acceso a equipos y conexión de todos sus alumnos».

Pero, advierte, no sólo se trata de asegurar tecnología -hardware, software y conectividad-, sino que considerar el ambiente en el que se desarrollan las clases. “La mayoría de los estudiantes vive con su grupo familiar, y estando en cuarentena, no podemos asumir que tendrán un lugar cómodo y tranquilidad en el momento de la conexión con la clase. Debemos dejar que puedan avanzar a su ritmo y en sus tiempos”, plantea la Doctora en Ingeniería que trabaja en la Dirección de Servicios Tecnológicos  de la Casa de Bello.

En tal sentido, la propuesta que hace Cecilia Saint Pierre es que los docentes “lleven al mínimo las clases por videoconferencia, porque aún cuando los alumnos tengan conexión y equipo, no podemos asegurar que tendrán la tranquilidad necesaria para asistir a una clase en un momento determinado”.


Por Rodrigo Mundaca – Periodista y asesor de comunicación estratégica en DSTI.