Por Víctor Barrueto e Iván Borcoski | La imperiosa necesidad de construir un nuevo pacto social y territorial para Chile

Darle más intensidad a la democracia requiere que los actores sociales y los ciudadanos visualicen a sus autoridades como propias y eso requiere, por ejemplo en el nivel regional, generar procesos democráticos como los que están en curso para elegir Gobernadores Regionales. Para ello se necesita construir institucionalidad política regional potente.

En cuanto al mundo local, lo que observamos es que estaríamos en presencia de una gran acumulación de Capital Cívico que, como señala Boisier en su libro Imágenes en el espejo, “es otra forma de capital intangible. El capital cívico se basa en la confianza de la gente en las instituciones y en las organizaciones políticas y sociales, cuestión que se enraíza con una tradición de ejercicio de la democracia, con el interés ciudadano en los asuntos públicos (la res publica romana) y en la rendición de cuentas (accountability) y con la participación en redes cívicas”.

Lo anterior aparece como una excepcionalidad respecto a lo que sucede con el conjunto del aparato público del Estado. Diversas encuestas instalan a las autoridades municipales dentro de las más confiables y la ciudadanía les otorgan credibilidad para participar con ideas y nuevos aires en instancias transversales y multisectoriales.

En Chile necesitamos más autonomía y mayores niveles de descentralización y la elección del Gobernador Regional será un paso de primerísima importancia. Sin embargo, la descentralización en nuestro país requiere un dialogo virtuoso entre los diversos niveles subnacionales y donde estos se fortalezcan de manera equilibrada.

Nos atrevemos a señalar que hay un ciclo de reformas municipales que se encuentra un tanto agotado y que se debe dar un salto cualitativo que instale a los municipios como actores de mayor relevancia en materias de participación ciudadana y generación e implementación de políticas públicas, lo cual implica fortalecer las capacidades de los municipios para administrar sus recursos, actuar democráticamente y ejercer, con eficiencia, sus competencias.

Para ser coherentes con nuestro discurso, a favor de la descentralización y la autonomía, debemos trabajar por modernizar nuestra gestión municipal. Esto es actuar en consecuencia, promoviendo la asistencia técnica, la capacitación, los estudios y la relación con las universidades.

Debemos avanzar hacia un proceso de redefinición estratégica para construir la hoja de ruta orientadora que entregue una línea política y señas de identidad local en las políticas territoriales. En este contexto nos preguntamos: ¿qué municipios queremos y necesitamos para Chile?

El municipalismo chileno tiene un gran desafío, cual es contribuir a la discusión de un nuevo pacto social y territorial que debe contemplar las modificaciones constitucionales que nos permitan dar el salto desde las actuales administraciones municipales a gobiernos locales de verdad. Para ello se requiere avanzar en pos del asociativismo municipal; precisamos generar acuerdos acerca del financiamiento y la descentralización fiscal; planteamos reformular el Fondo Común Municipal, convirtiéndolo en un verdadero instrumento económico y social y territorialmente redistributivo con un aporte fiscal asegurado por ley, que tienda a equilibrar la inversión municipal por habitante. De igual manera, no se debe perder de vista la necesidad de mejorar la gestión municipal y de su recurso humano. Por cierto, también es relevante promover mayor participación e involucramiento de los ciudadanos en el control de la gestión de sus municipios y pensar en un nuevo rol de los concejales y concejalas.

Los municipios deben ser parte activa e integrante de la construcción de un nuevo acuerdo político, económico, social y territorial para el Chile del futuro. Por ello Chile necesita de verdaderos gobiernos locales que posean autonomía, recursos financieros, herramientas modernas de gestión, profesionalización de sus servicios y recursos humanos.

Una reforma y modernización del Estado debe considerar a las administraciones locales como primerísimos actores. No será posible construir un “Mejor Estado” si no somos capaces de construir “Mejores Municipios”. Por ello, los actores políticos deben redoblar su voluntad para ser parte de un Acuerdo Nacional para un “Mejor Estado y un Mejor Municipio”, cuya base sea una nueva relación entre el gobierno nacional y los gobiernos subnacionales. Esto debe contemplar una “Estrategia Integral de Descentralización del Estado”. A esto nos referimos cuando hablamos de un nuevo pacto social y territorial, donde se requiere un Nuevo Gobierno Local que actúe como agente promotor del desarrollo, que impulse una nueva ciudadanía desde la lucha cotidiana por la equidad, que garantice la calidad de los servicios públicos y la integración de los habitantes a su territorio.

Como hemos dicho anteriormente, nuestro país presenta una fuerte tradición de Estado unitario, muy centralizado, verticalista y sectorialista, con un peso preponderante del nivel central sobre el resto del sistema regional y comunal. Los procesos de descentralización son procesos de profundización democrática, pues hacen posible acercar la toma de decisiones a la gente y responder de mejor forma y con mayor celeridad a las necesidades de las comunidades, al priorizar relaciones más horizontales con articulación territorial, por sobre las sectoriales y verticalistas.

La descentralización no se agota en reformas de tipo administrativas, requiere de actores locales y regionales empoderados, para lo cual es necesario comprender que los territorios no son solamente la realidad geográfica, sino que son el resultado de procesos históricos y sociales. Y vaya que estamos viviendo momentos y oportunidades históricas. No las desperdiciemos.


LA OPINIÓN DE LOS AUTORES NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Víctor Barrueto e Iván Borcoski