A 50 años de la primera marcha, seis voces latinoamericanas explican qué es el Orgullo LGBT

Diverso, visible, colectivo y con memoria histórica: en el Día Internacional del Orgullo LGBT y a 50 años de la primera marcha reivindicativa de los derechos de la comunidad gay, seis activistas latinoamericanos nos cuentan qué significa hoy su Orgullo.

El 28 de junio de 1970 las calles de Nueva York fueron testigo de la primera Marcha del Orgullo Gay. Unos cientos de personas caminaron travestidos, con el puño en alto, con cámaras de fotos y carteles por unas 50 cuadras de la ciudad; también en San Francisco, Chicago y Los Ángeles. Estaban conmemorando la revuelta de Stonewall, ocurrida exactamente un año atrás.

En 1969 la comunidad LGBT se rebeló contra la represión y discriminación perpetrada por las fuerzas represivas ante la redada policial en el pub Stonewall Inn, en el barrio neoyorquino Greenwich Village. Al año siguiente, organizaron la primera Marcha del Orgullo Gay. Estas personas —quizá sin saberlo— sentarían un precedente mundial para la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT). Hoy las marchas son masivas.

Cincuenta y un años después de aquel día que es considerado el catalizador del movimiento por la liberación homosexual (hoy LGTB), y cinco décadas después de la primera marcha del Orgullo, las comunidades latinoamericanas reflexionan sobre qué reivindican hoy, hacia dónde va su lucha.

¿Qué significa el orgullo hoy?

«El orgullo es nuestro principal motor para transformar, a través de la lucha y la resistencia, este mundo injusto, desigual e inequitativo que nos golpea fuertemente a través de proyectos políticos neoliberales en lo económico y neoconservadores en lo social y cultural», dijo Darío Arias, co-secretario de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe.

En Chile: la hipervisibilidad, la única herramienta para cambiar el mundo

«Ha corrido mucha agua bajo el puente entre la primera marcha y la marcha de hoy. En esas primeras marchas la lucha fundamental era por la sobrevivencia, por el fin de los hostigamientos. Eso es lo que representa Stonewall ¿no?. Fueron tiempos heroicos, hoy no. Hoy son tiempos de hipervisibilidad, de cambios culturales profundos», dijo Jaime Parada, concejal por la comuna santiaguina Providencia, activista LGTB.

A Parada le gusta decir que «sólo la visibilidad cambia el mundo», porque está convencido que a través o por medio de la visibilidad, se podrá ganar la «disputa por la hegemonía de los valores del ser humano»; lograr que «otros empaticen con nosotros, que se quieran poner en nuestro lugar», indicó.

«Si hace 50 años otro representaba lo que yo no me atrevía a decir, (…) hoy el cambio viene por la autorepresentación, por mantener el discurso vigente de una manera que los conservadores no puedan controlar. El orgullo hoy, para mi, es esta capacidad de auto-representarnos«, resumió.

Este año por primera la Marcha del Orgullo Gay no se celebrará por la pandemia del COVID-19. En cada país los colectivos LGTB organizaron jornadas online de reivindicación de sus derechos.

En Paraguay: ante el retroceso estatal, fuerza colectiva

«La palabra orgullo es debatible… pero orgullo como contraposición a la vergüenza que nos ha sido impuesta durante siglos», dijo Rosa Posa Guinea, miembro de Aireana, grupo paraguayo por los derechos de las lesbianas.

Nunca tuvimos reales avances normativos en el país. Estamos muy en carencia de una ley contra toda forma de discriminación; por supuesto no tenemos ningún tipo de reconocimiento a parejas de gays, lesbianas. Tampoco hay reconocimiento a la identidad de género«, aseguró Posa Guinea. «Hoy estamos ante un retroceso general del Estado, de represión de las marchas por ejemplo», advirtió.

«A esta altura de la vida, donde el Estado busca retroceder, la sociedad sigue avanzando.  La fuerza de la sociedad es imparable. El movimiento es cada vez más fuerte. (…) Vamos hacia adelante, siempre», concluyó.

En Paraguay el mes que la comunidad LGBT eligió como fecha reivindicativa es septiembre, en conmemoración del 30 de ese mes de 1959, cuando se publicó La carta de un amoral, primera protesta pública reivindicativa de sus derechos.

En Ecuador: mirar hacia adelante sin perder la memoria histórica 

Hasta 1997 la homosexualidad era considerada un delito en Ecuador. Las penas iban entre cinco y ocho años de cárcel. Según contó a Sputnik Danilo Manzano, director de la organización Diálogo Diverso, «fueron las mujeres trans quienes exponían y se exponían diariamente para exigir igualdad de derechos y, sobre todo, la despenalización». La lucha de los colectivos también logró que en junio de 2019 la Corte Constitucional admitiera el matrimonio igualitario.

Por ello, Manzano considera que sería inadmisible perder «la memoria histórica de lo que ha implicado la lucha de los derechos por las diversidades sexo-genéricas, pero sobre todo desde lo local, la historia propia de cada país».

«Hoy el orgullo invita a la gente más joven a cuidar los derechos alcanzados y a seguir abriendo camino para las nuevas generaciones», aseguró Manzano.

«Las diversidades sexo-genéricas somos la representación más grande de la diversidad: estamos inmersos en todas las edades, en todos los grupos socioeconómicos, y en todo el globo terráqueo. Lastimosamente aún existen países que criminalizan la homosexualidad, y algún otro donde todavía se pena con muerte». 

Ante la criminalización y la discriminación, Manzano considera necesario reivindicar los derechos en el espacio público, «pero sobre todo interiorizando ‘casa adentro’ que existe más de una forma LGBT, que no somos grupos homogéneos y que esta diversidad debe ser valorada primero entre nosotras y nosotros para exponernos como tal siempre, con ese orgullo, ante la sociedad».

En Uruguay: más que orgullo, diversidad

«Hoy más que nunca el orgullo tiene que ver con fortalecer y alinearse, solidarizarse con todas las corporalidades que históricamente han sido y siguen siendo vulneradas por tener un vivir o sentir diferencial», dijo Diego Sempol, sociólogo y activista uruguayo.

«Celebrar el orgullo a 50 años tiene que ver con que se inició una nueva agenda de politizar la sexualidad, el género, y denunciar grandes déficits en lo que tiene que ver con la democracia, ciudadanía, inclusión, con lo que pensamos que implica la humanidad y, de alguna forma, de desafiar los límites entre las diferentes corporalidades que insisten en clasificarnos entre viables o no viables, vivibles o no vivibles, dignas o no dignas», agregó.

Por su parte, Diego Puntigliano, miembro del colectivo Ovejas Negras, dijo a Sputnik que «el orgullo es un concepto necesario porque es importante entender nuestras identidades como algo que no está fuera de lo normal, que no es algo desviado y un montón de patologizantes que históricamente se han puesto sobre nuestros cuerpos y mentes».

«También es el orgullo de reivindicar una lucha que continúa —agregó—. Es un orgullo vivir nuestras identidades de las formas que podamos, pero también [marchamos] porque eventualmente esperamos que no sea necesario. Las personas militamos porque esperamos un mundo y futuro mejor».

Puntigliano señaló que Uruguay es uno de los pocos países que no celebra el concepto de «orgullo» sino de «diversidad». «No es solo diversidad sexual, sino que hay múltiples interseccionalidades, los sistemas de opresión no son unidimensionales sino multidimensionales: no es lo mismo ser gay y pobre que gay y rico», explicó.

En Uruguay el mes elegido por la comunidad es septiembre, porque en ese mes se fundaron las organizaciones LGTB más importantes. «Nos parecía interesante respecto a nuestra propia historia el vivir los eventos de conmemoración local no colonizadamente, encontrar una fecha que tuviera que ver con nuestra propia historicidad», contó Sempol.