Por Camila Marcó del Pont | Cuerpes que (no) importan

  • “Coronavirus: la petición contra la liberación de presos ya superó las 580 mil firmas”.
  • El presidente avaló la liberación de los presos”
  • “Coronavirus ¿Cómo es el procedimiento para aislar a los casos sospechosos en las villas porteñas?”
  • “Sobre las villas: Son una derivación clarísima del peronismo«.

Estos son algunos de los titulares presentados en las últimas semanas en la argentina, por diferentes medios. No hace falta dar rienda suelta a la imaginación para suponer la corriente ideológica que representan al reproducir este tipo de lógicas puntivistas y retrogradas.

Imaginarios que la sociedad sostiene y nuclea en una producción de subjetividad que ha sido transmitida a lo largo de la historia de la humanidad por lo centros de poder que, moldean el tipo de individuo que mantiene, conserva y propaga el sistema en sí mismo.

Esta producción de subjetividad está simbolizada de manera directa en los medios hegemónicos de comunicación, ejes centrales de la desinformación, reforzando de manera perversa y oscura los estereotipos de aquelles cuerpes que no valen nada para la sociedad. Tomemos dos ejemplos muy gráficos:

Por un lado, nos encontramos con las cárceles. Espacios repletos de jóvenes, presos por robo o venta de droga, viviendo en condiciones de hacinamiento, tratando de construir una vida a pesar de su cautiverio y en oposición a la marca impuesta por muchísima gente.

La pandemia hizo visibles las desigualdades estructurales en las cárceles, pero el problema es anterior, el estado de abandono institucional del sistema judicial y penal no es novedad. La Comisión Provincial por la Memoria, habla de una sobrepoblación 117% en cárceles, y de un 243% en comisarías, estos son los números de un sistema penal restrictivo, colapsado, estigmatizante, impregnada de odio de clase y géneros.

Las fake news sobre liberaciones masivas de presos (y los posteriores cacerolazos), derivaron en mayores restricciones ante los pedidos de morigeraciones de la pena o medidas alternativas a la cárcel. La Corte Suprema Bonaerense estableció que los jueces deberán analizar el caso por caso, es decir, que los procedimientos judiciales se llevarán a cabo con normalidad; y cuando hablo de normalidad, me refiero a pasar por procesos de burocratización, donde deciden jueces con criterios regresivos y patriarcales. Procesos que pueden llevar meses, ignorando el hecho de que estamos frente a una pandemia, situación excepcional mundial.

De hecho, aquellos países que son denominados del “primer mundo”, ante las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y los organismos de derechos humanos, otorgaron sin problemas prisiones domiciliarias. Traducido en números: en Estados Unidos la prisión domiciliaria fue dada a 1100 personas, en Gran Bretaña a 4000, en Francia a 10000, en Turquía a 45000, y podríamos seguir.

Por otro lado, nos encontramos con el caso de barriadas empobrecidas o villas miseria, en especial la Villa 31 y su referente Ramona Medina, comunicadora social de la revista La Garganta Poderosa. Incansable luchadora reclamaba de manera urgente la provisión del más básico de los elementos (agua) y cuidado para quienes habitan el barrio. Provisiones imprescindibles para prevenir el contagio del covid-19 y mantener las condiciones mínimas de salubridad recomendadas por el protocolo de las autoridades sanitarias, ya que el 71% de los casos detectados en la Ciudad de Buenos Aires, está concentrado en ese conglomerado.

Sin embargo, el reclamo no fue escuchado, y  permanecieron sin agua durante 15 días. En ese lapso de tiempo Ramona se contagió de coronavirus, evento de alta probabilidad de ocurrencia al ser una persona de riesgo, debido a  una enfermedad preexistente –diabetes 1 insulina dependiente.

Luego de permanecer unos días internada, Ramona falleció a los 42 años y hoy nos toca evocarla en tiempo pasado. Ramona no se murió, a Ramona la mató el odio clasista del gobierno porteño, dueños del silencio y cómplices de la indiferencia. Un olvido de Estado que deja al descubierto la vulnerabilidad.

Freud hablaba de una vulnerabilidad estructural, que todes sufrimos, ya que en los comienzos de nuestras vidas necesitamos de une otre para recibir los cuidados básicos. Desde la clínica de la vulnerabilidad, apelando al entramado social y cultural, también nos encontramos con una vulnerabilidad psicosocial[1]. Entendida como el grado de fragilidad psíquica que la persona tiene por haber sido desatendida en sus necesidades psicosociales básicas, entiéndase como el acceso al derecho a la salud, a la educación, como así también comida, agua potable, etc, que se juega predominantemente frente a lo social.

La vulnerabilidad muestra al semejante en situación de ser dañado o herido: por la exclusión, la marginación, la sanción social. Ignorándoles, anulándoles, como si no importaran. Voces que se callan, que no se escuchan, etiquetas que la sociedad impone como condena social.

El sistema necesita explotar vidas, es una jerarquía con la que ordena el mundo. Un sistema de exclusión y sometimiento, que se refiere no solo a la discriminación hacia las mujeres, sino a las discriminaciones patriarcales de las otredades.

Cuando el feminismo aboga por un cambio real, implica posicionarse contra el capitalismo y contra la ordenación de les cuerpes en el mundo. Por esto mismo, es fundamental el abordaje de estos temas por fuera de un discurso hetero-cis-patriarcal, desde una perspectiva clínica y de derechos humanos, donde prime la escucha habilitante, que funda sus bases en  la libre circulación de la palabra y  registro de todas las voces.

No puede ser tan fácil abandonar, por acción u omisión, los derechos de las personas, por eso me pregunto: ¿Qué lugar ocupan eses cuerpes? Peligrosos ¿para quién? y ¿por quién? ¿Qué representa Ramona para la sociedad? ¿qué sociedad queremos (re) construir?

[1] Dominguez Lostaló Ficha de Cátedra VULNERABILIDAD Psico social. https://filadd.com/doc/dominguez-lostalo-ficha-de-catedra-vulnerabilidad


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Camila Marcó del Pont –  Lic. en Psicología. Columnista del medio de comunicación digital El Tábano Economista.