Por Alfredo Jalife-Rahme | El ‘Obamagate’ envuelve y revuelve a México

El fétido Obamagate ya infectó a México con la exhumación del operativo ilegal de contrabando de armas Rápido y Furioso que, según confesiones de Eric Holder, exprocurador de Obama, contó con la anuencia del expresidente panista Felipe Calderón, quien puede ser llamado a cuentas por sus nexos con el cártel de Sinaloa en la Corte de Nueva York.

Una salpicada inesperada del fétido Obamagate resultó en la implicación de México donde quedó al desnudo la venta secreta (sic) de armas por el Gobierno de Obama a los cárteles mexicanos de las drogas.

La operación secreta Fast and Furious (Rápido y Furioso) fue conducida por el Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF, por sus siglas en inglés) que introdujo ilegalmente 2.000 armas automáticas para los cárteles de las drogas durante el aciago sexenio de Felipe Calderón.

Hasta ahora nadie en EEUU divulga que en el paquete venían cinco misiles (literal) que ‘alguien’ entregó a los cárteles y uno de los cuales fue usado para derribar el helicóptero del entonces secretario de Gobernación Francisco Blake.

El sanguinario sexenio de Calderón tuvo el récord de rotación voluntaria o involuntaria con el mayor número de secretarios de Gobernación (cinco en total) —Francisco Javier Ramírez Acuña, Fernando Gómez Mont, Francisco Blake, Juan Camilo Mouriño y Alejandro Poiré— que fueron expulsados o asesinados por atentados como el ‘delfín’ de Calderón: el español campechano Juan Camilo Mouriño, acompañado por Santiago Vasconcelos —alto funcionario de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO)—, cuyo avión fue presuntamente derribado, según confidencias al más alto nivel, por las huestes del ‘Chapo’ por un ajuste de cuentas bancarias.

Ya desde 2011 Forbes había vaticinado que el pestilente operativo de Obama y su procurador Eric Holder tenían todos los ingredientes legales para convertirse en un caso peor que Watergate.

Las piezas de este macabro rompecabezas narco-político-judicial van tomando forma después del juicio al narcotraficante el ‘Chapo’, del cártel de Sinaloa, en la Corte de Nueva York, donde salió mancillado Ignacio Morales Lechuga (exprocurador del expresidente Carlos Salinas), quien fue señalado de haber recibido varios millones de dólares.

Ahora se encuentra en la picota Genaro García Luna —poderoso exsecretario de Seguridad Pública de México— quien colaboró estrechamente con dos expresidentes del PAN (Partido Acción Nacional), Vicente Fox —quien en forma cómica acaba de declarar que está «muerto de hambre»— y Felipe Calderón.

En diciembre del año pasado, García Luna fue detenido en Dallas (Texas) por haber recibido sobornos del cártel de Sinaloa.

El historial del exprocurador Ignacio Morales Lechuga obliga a plantear la pregunta: ¿por qué persiguen a García Luna y dejan suelto a Morales Lechuga, si ambos presuntamente recibieron sobornos del cártel de Sinaloa?

Es probable que el fondo sea concomitantemente geopolítico a los dos lados de la transfrontera de EEUU y México.

Tanto García Luna como Calderón fueron piezas, hoy desechables, de los servicios de espionaje de EEUU (CIA/FBI/DEA) y hasta del Mossad israelí.

¿Cuál fue su pecado capital cuando el mismo García Luna vivía confiado con todos los lujos del mundo en Miami bajo los auspicios inmobiliarios de su socio israelí Samuel Weinberg y su hijo Alexis?

A mi juicio, la causal es de corte geopolítico cuando Calderón —un infatuado bravucón de cantina y muy novato en asuntos internacionales— , apoyó el 5G de Huawei en Shanghái el 18 de noviembre, en plena guerra comercial de Trump contra China.

García Luna, presunto socio de Calderón en el narcotráfico con el cártel de Sinaloa, fue capturado 21 días después, el 9 de diciembre.

Calderón todavía se expuso mucho más al insultar en un tuit a Trump —olvidándose de su estatuto de esclavo del imperio estadunidense al que se subyugó y que le permitió llegar a la presidencia, pese a su flagrante fraude electoral— , lo que le valió una inusitada réplica feroz de Christopher Landau, actual embajador de EEUU en México.

Como si lo anterior fuera poco, la anterior embajadora de EEUU en México, Roberta Jacobson— muy cercana a Hillary Clinton y a Obama— , también hizo declaraciones altisonantes sobre los vínculos de la dupla Calderón/García Luna con el cártel de Sinaloa, lo cual condensa que la cabeza de Calderón es un asunto consensuado por Republicanos y Demócratas por igual.

Calderón no tiene escapatoria para ser el primer expresidente mexicano juzgado por narcotráfico.

La detonación del explosivo Obamagate deriva así en la exhumación 10 años después del operativo mafioso Rápido y Furioso del Gobierno de Obama— mediante la ATF y con bendición de su procurador Eric Holder—, lo cual traspasó la transfrontera y obligó al Gobierno del presidente López Obrador a reclamar el pisoteo de la soberanía mexicana y, al mismo tiempo, poner en evidencia que la narcocartelización de México se debía a la pérfida política de Obama.

Se cierra así el círculo mafioso y vicioso del Obamagate, que ya tiene repercusiones nacionales en EEUU e infectó a su vecino del sur cuyo canciller Marcelo Ebrard, uno de los presidenciables favoritos para 2024, con base en las declaraciones del Procurador Eric Holder con Obama, —quien confesó que las autoridades mexicanas sabían del operativo Rápido y Furioso desde 2009/2011: léase con Felipe Calderón —envió una nota diplomática a la Embajada de EEUU en México requiriendo respuestas sobre el operativo Rápido y Furioso que se puede convertir en un nuevo ‘Irán-contras’ —venta secreta de armas a Irán para financiar a los Contras de Nicaragua en la etapa de Reagan— , si es que no alcanza los niveles de un incandescente e indecente Watergate.

No fue menor la nota diplomática del canciller Ebrard, quien indició nada menos que a Eric Holder, procurador nombrado por Obama de 2009 a 2015.

Los funcionarios contrabandistas de armas ilegales dentro del Gobierno de Obama alegan puerilmente que Rápido y Furioso fue diseñado para rastrear y perseguir a los cárteles de la droga que operan en México y así aminorar las carnicerías de los ciudadanos. ¡Sucedió todo lo contrario!

Resalta que, pese a la confesión del procurador Eric Holder, Calderón se obstine a negar que existió un acuerdo entre su Gobierno y el de Obama para permitir la ilegal entrada masiva de armas.

Ya encarrerado, el canciller Ebrard sostiene que pronto habrá respuesta del Gobierno Trump sobre su nota diplomática indagatoria.

Es previsible la respuesta del Gobierno Trump que mínimamente mantendrá vigente la confesión del exprocurador Eric Holder, si es que no agrega más aderezos delincuenciales al suculento platillo de venganza del Obamagate que puede desembocar en el juicio de Felipe Calderón en México y ser juzgado por «traición a la patria», que es el único caso que amerita la pena de muerte, mientras que en EEUU las reverberaciones de Rápido y Furioso afectarán el inconsciente colectivo de los votantes mexicanos que constituyen el 80% del 18% del total de latinos.

Más allá de la relación del canciller Ebrard con Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York y abogado privado de Trump que lo salvó de la hoguera del impeachment, se antoja que la cabeza de Calderón puede muy bien valer un trueque electoral en EEUU: ya sea en el juzgado de Nueva York —donde su socio García Luna lo puede arrojar debajo del autobús—, ya sea en su juicio en México.

Los mexicano-estadunidenses pueden favorecer a Trump en las apretadas elecciones de Texas y Arizona —respectivamente 38 y 11 votos del Colegio Electoral— decisivas en la elección presidencial de EEUU.

¿La cabeza de Calderón de trueque por el decisivo voto mexicano en Arizona y Texas a favor de Trump?


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Alfredo Jalife-Rahme – Analista de geopolítica y globalización. Columnista y comentarista en Sputnik y varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Profesor de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Geopolítica y Globalización. Autor de varios libros. Nombrado por la Red Voltaire de Francia como ‘El principal geopolitólogo de Latinoamérica’.