Nicaragua, Afganistán, Venezuela: las guerras privadas de EEUU a través de la CIA

La participación de soldados estadounidenses en la incursión marítima que intentó desembarcar en Venezuela recuerda a otras operaciones que la CIA financió, armó y entrenó para desestabilizar otros Gobiernos anteriormente. Un repaso desde los Contras de Nicaragua hasta los mercenarios de Silvercorp.

La detención de dos ciudadanos estadounidenses tras la frustrada incursión marítima en la costa de Venezuela el 3 de mayo volvió a poner sobre la mesa la estrategia de EEUU de apoyar de forma no oficial o a través de sus empresas militares contratistas privadas, la formación y el entrenamiento de guerrillas o grupos armados con mercenarios para derrocar a Gobiernos latinoamericanos.

En los años 80, los Contras, como se conoció a los contrarrevolucionaros o Resistencia Nicaragüense, buscaron derrocar al gobierno revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que había accedido al poder tras la revolución de 1979 en Nicaragua.

En su afán de derrocar al Gobierno sandinista, los contras llevaron a cabo más de 1.000 ataques terroristas entre 1980 y 1991. Se destacaban por tener un armamento muy potente para tratarse de un grupo guerrillero, lo que ya daba pistas de que contaba con un potente financiamiento. En efecto, utilizaron en sus operaciones fusiles de asalto y metralletas de origen estadounidense. Incluso llegaron a utilizar con éxito (derribaron varios helicópteros sandinistas) los misiles antiaéreos Red Eye, fabricados por EEUU.

El propio exintegrante de los Contras Oscar Sobalvarro —conocido como el comandante Rubén— reconoció en una entrevista con el diario nicaragüense La Prensa que el Gobierno estadounidense los había proporcionado 270 misiles Red Eye para combatir los helicópteros y aviones que la Fuerza Aérea Sandinista había importado desde la Unión Soviética. El excontrarrevolucionario admitió que la entrega de los misiles por parte del Gobierno de EEUU se realizaba en «operaciones encubiertas».

En el marco de su apoyo a los Contras, la CIA fue responsable de las operaciones de minado de varios ríos y puertos de Nicaragua. Los Contras también supieron practicar torturas y ejecuciones a civiles y campesinos sospechados de ser sandinistas. Muchas de esas técnicas las habían entrenado meses antes en instalaciones militares de California y Florida, cuando recién comenzaban las operaciones antinicaragüenses desde Washnigton.

El apoyo estadounidense a los terroristas nicaragüenses quedó finalmente demostrado en 1986, cuando el Ejército Popular Sandinista derribó un avión militar de El Salvador que sobrevolaba suelo nicaragüense. El único sobreviviente de ese vuelo acabó confesando que la nave transportaba armamento destinado a los Contras.

El hallazgo fue una de las puntas de un escándalo que acabó demostrando la existencia de un plan del Gobierno estadounidense de Ronald Reagan para vender armas a la República de Irán, en ese momento en guerra con Irak. El plan era una triangulación que incluía utilizar los fondos de esas ventas para apoyar a los nicaragüenses. La mente detrás de aquella operación era Oliver North, un exmilitar devenido en asesor de Reagan.

La comprobada participación de la CIA en las operaciones y el financiamiento de los Contras llevó al Gobierno sandinista a denunciar a EEUU ante la Corte Internacional de Justicia en 1984, asegurando que había suficientes elementos para comprobar la asistencia militar y logística de la potencia del norte hacia el grupo armado ilegal.

En su fallo, emitido el 27 de junio de 1986, la Corte Internacional de Justicia no pudo establecer que Washington había creado al grupo paramilitar, pero sí «consideró probado» que desde el país norteamericano «habían financiado, adiestrado, equipado, armado y organizado en gran parte al FDN (Fuerza Democrática Nacional), uno de los elementos de esa fuerza».

La Corte dispuso que EEUU debía indemnizar a Nicaragua por los daños ocasionados, algo que nunca hizo y que le fue perdonado en 1992 por el Gobierno antisandinista de Violeta Chamorro. El caso de los Contras nicaragüenses quedó en la historia como uno de los ejemplos más claros del apoyo estadounidense a disidentes en otros países.

Afganistán, Irak y los ejércitos privados

Sin embargo, no fue el primero. La Guerra de Afganistán entre 1978 y 1992 había tenido la intervención de EEUU en el entrenamiento y apoyo armamentístico y económico a los rebeldes islámicos conocidos como mujaidines. También en ese caso, la CIA entrenó a rebeldes reclutados para combatir a las fuerzas de la Unión Soviética que apoyaban al gobierno afgano.

Ya en el siglo XXI, Afganistán e Irak fueron escenario de un nuevo modelo de participación de EEUU en los conflictos. Ya no lo hacía directamente la CIA, sino a través de ejércitos privados con contratos con el Gobierno estadounidense. La empresa Blackwater —actualmente llamada Academi— es un ejemplo de esa estrategia, cuyo ejército privado participó de intervenciones armadas y hasta ejecuciones extrajudiciales en el marco de sus contratos con la CIA.

El uso de mercenarios y ejércitos privados en incursiones militares contra el Gobierno de Nicolás Maduro ya había sido mencionado en 2019, cuando la agencia Reuters divulgó que la empresa tenía preparado un contingente de entre 4.000 y 5.000 soldados para ingresar a Venezuela desde Colombia.

Silvercorp, la empresa contratada por Guaidó para derrocar a Maduro

Finalmente, la que sí intentó colarse en territorio venezolano fue Silvercorp, otra empresa privada de seguridad estadounidense, según quedó al descubierto luego de que un artículo del Washington Post revelara un contrato firmado entre representantes del opositor Juan Guaidó y la compañía.

«Silvercorp USA fue fundada con un solo propósito en mente. Proveemos a gobiernos y corporaciones soluciones realistas y a tiempo a problemas irregulares», es el mensaje de presentación que la firma muestra en su sitio web.

La empresa, instalada en 2018 en el estado de Florida, asegura operar en más de 50 países ofreciendo los servicios de «planificación y consultoría, manejo de riesgo, proyectos especiales y análisis de riesgo de infraestructura crítica». Dentro de su personal, la empresa dice incluir «líderes de su industria, exdiplomáticos, exjefes de seguridad de multinacionales y los más experimentados militares, agentes del orden y profesionales de inteligencia de la actualidad».

Silvercorp ofrece a sus clientes el conocimiento «técnico y táctico» de sus asesores para combinarlo con la «visión local» de quien los contrata.

La cara de Silvercorp en el contrato con Guaidó es Jordan Goudreau, un exmilitar estadounidense (aunque nació en Canadá) de 43 años que ahora se desempeña en la empresa. Goudreau, según el acuerdo que quedó registrado en una grabación difundida por el Gobierno de Venezuela, encabezaría la misión hacia Venezuela con la misión, según quedó plasmado en el acuerdo, de «capturar/ detener/ destituir a Nicolás Maduro».

Goudreau ya había estado en la frontera entre Colombia y Venezuela en febrero de 2019, cuando fue contratado para integrar la seguridad del concierto Venezuela Live Aid en la ciudad colombiana de Cúcuta. La presencia del norteamericano está registrada en la propia cuenta de Instagram de Silvercorp, que indica que estuvo «controlando el caos en la frontera venezolana».

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Por la operación —que fue denominada como Operación Gedeón— completa la empresa recibiría un total de 212.900.000 dólares, 50 millones de los cuales debían ser pagados en una primera etapa.