Por Sergio Reyes Tapia | Mercantilización de las emociones

El relato del gobierno durante las últimas semanas ha sido, pensadamente, contradictorio y confuso, lo que ha empujado a la población a un abismo sanitario y de recesión económica, del que costará mucho recuperarse.

Sobre estos argumentos del gobierno, ha dado cuenta el ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien a la hora del balance sobre las víctimas de la peste, entrega a la población licencias y necesidades de acciones colectivas, (como salir a comprar empanadas), absurdas y torpes, que ha precipitado en un aumento notable de contagios a nivel nacional, y de paso, ampliar la doble agenda del Ejecutivo.

Esa doble agenda, ha permitido al gobierno atentar en contra de la estabilidad política y económica de la Nación, y desde ese punto de vista, interferir incluso en procesos democráticos electorales.

Aquello, claramente permite iniciar un proceso de debilitación de la confianza y de las emociones de los ciudadanos, ¿y cómo?: al ministro lo han transformado en la puerta de acceso a la información de primer nivel, sustentado en la propagación individual de las políticas neo-liberales que crean incertidumbres, dado el discurso de un padre represor, pero, ausente.

Hoy, ese mensaje de doble agenda para la contradicción y la confusión desde gobierno hacia la población en torno a la pandemia, es también rentabilizado por los medios de comunicación a través de lo que Mañalich maneja satisfactoriamente: Mercantilización de las emociones; Así, los medios de comunicación se apropian de los afectos y emociones inestables desbordados en tiempo de la peste “sentimentalizándola”; lo mismo que hace a su vez Mañalich, como un padre vacío.

En otras palabras, tanto emociones como afectos son vinculados, y unidos re-torcidamente, tanto por el ministro de salud, como asimismo por la televisión, y la lógica de la pandemia la transforman en el espectáculo, y en la “sentimentalización”  de lo público.

La “sentimentalización” de lo público lo hemos encontrado en declaraciones y mofas de Donald Trump o de Jair Bolsonaro, por ejemplo, quienes han negado el cambio climático y otros horrores del neo-liberalismo a su antojo.

De la misma manera, más allá del método de análisis cuantitativo, en Chile se duplican las víctimas del coronavirus, lo que concluye en una politización del asunto sanitario para buscar conexiones de rentabilización, tanto de la televisión, como del gobierno.

Así las cosas, la televisión y sus matinales entregan durante toda la mañana los fundamentos y acentos del discurso del ministro de salud y del gobierno, dada la concentración medial, en donde dedican muy poco tiempo a la información, más bien se dedican a la estructuración de una única mirada sobre el problema sanitario y económico, y su posible solución.

Ahora la salida, según las autoridades, y que replican los medios, está puesto en que los costos de la crisis deben ser pagados por “todos”, ese “todos”, es un eufemismo bañado en sesgo ideológico y manipulación, discurso que finalmente tiene mucha resonancia y correspondencia con el público auditor, debido al amplio impacto de la crisis sanitaria, (control y poder) y especialmente respecto de la “disonancia cognitiva social”, es decir, cuando el televidente considera los contenidos emitidos por los medios más cercanos a sus creencias preestablecidas; ponerse la camiseta.

En ese sentido, la cultura del consumismo y de la emoción son muy cercanas a la población, por tanto, los argumentos del gobierno, y que la televisión refleja, son sólo para ser confirmados por el auditor televidente, lo que es finalmente la peste y/o el control de Mañalich y su gobierno.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Sergio Reyes Tapia – Doctor en Comunicación. Editor de prensa Radio Nuevo Mundo.