Entrevista a Anneliese Dörr sobre consumo y abuso de sustancias en contexto de pandemia

SANTIAGO – En un nuevo streaming realizado a través del Facebook de la U. de Chile, la doctora en Psicología, académica y directora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, señaló que durante la situación de confinamiento puede ser comprensible que aumente el consumo de algunas sustancias, pero que «no es normal. Son estrategias de enfrentamiento disfuncionales, que provocan síntomas después».

¿Cómo la crisis sanitaria y el confinamiento pueden afectar a las personas? ¿Es normal que, por ejemplo, en este periodo aumente el consumo de drogas, alcohol o tabaco? ¿Cómo ayudar a personas con problemas de adicciones previos a sobrellevar este momento? Conversamos este jueves 7 de mayo con la académica y experta en adicciones, Anneliese Dörr, quien respondió las preguntas de quienes se conectaron a través de las redes de la U. de Chile

“En este contexto las personas más vulnerables a las adicciones o al abuso de sustancias se ven sometidas a un mayor estrés. Estamos todos en el mismo estrés, pero hay personas que tienen herramientas más adaptativas que otras para sobreponerse a este. De eso va a depender la respuesta que pueda generar cada persona en particular”, indicó la especialista.

Hay que preocuparse por el abuso y dependencia de sustancias cuando el tiempo destinado a obtener la sustancia es cada vez mayor y más determinante en su vida diaria, explicó la académica.

Primero comencemos por distinguir, ¿qué son el abuso de sustancias y la adicción?

El abuso de sustancias engloba todas las adicciones, ya no se habla de adicción y abuso de sustancias como cosas diferentes. La diferencia es el grado, es un continuo y el criterio lo da la falta de control, la falta de libertad, cuando creemos que podemos dejar algo pero no es así. Se producen muchos cambios, cambios en los pensamientos, cambios fisiológicos, que tienen que ver con la necesidad de seguir usando la sustancia, la disminución del control frente a la sustancia, deterioro social, comienzo de uso riesgoso de la misma, la tolerancia a ésta, y eso implica utilizarla por períodos más prolongados. Por ejemplo, un remedio para dormir o tomar alcohol para dormirse. Aquí las personas tienen la sensación que algo anda mal, intentan disminuirlo y no lo logran.

Generalmente los especialistas o las familias plantean que las personas ocupan demasiado tiempo en buscar u obtener la droga o sustancia, en usarla y en recuperarse después de sus efectos, y tiene ese síntoma llamado “craving”, que es el ansia por la sustancia, que lo da el circuito de recompensa que se da en el cerebro y que tiene que ver con la activación de sustancias que dan placer, como la dopamina.

¿Cuándo debo preocuparme por mi nivel de consumo, ya sea de alcohol, tabaco, sustancias?

Muchas personas sobreestiman su capacidad de control sobre estas sustancias y son los familiares o las personas cercanas que se dan cuenta de los cambios. El punto en el que hay que preocuparse por el abuso y dependencia de sustancias es cuando existe una pérdida de control, cuando el tiempo destinado a obtener la sustancia es cada vez mayor, y más determinante en su vida diaria.

¿Qué grupos son más vulnerables a sufrir de una adicción o de abuso de sustancias, especialmente en las circunstancias de hoy?

A pesar que la mayoría pasan la etapa de la adolescencia sin generar adicciones, los jóvenes son un grupo de riesgo, porque hay factores que a esa edad los hacen más vulnerables. Partiendo desde lo macro, como la cultura de la gratificación inmediata en que vivimos, a nivel del entorno más inmediato tendrían mayor riesgo las personas que se rodean de gente que consume, donde los padres consumen, donde no hay un modelo a seguir y los factores educacionales son menos y hay mayor vulnerabilidad social. Después vendría la personalidad misma. Hay personas que tienen ciertos déficit en su personalidad, por ejemplo, una excesiva timidez los puede llevar a encerrarse en sí mismos, también la tendencia a la distracción o las personas con déficit atencional a veces son más proclives, al igual que personas con déficit cognitivos.

También hay características propias de los adolescentes que los hacen más vulnerables como el denominado “mito personal”, la inmadurez, es un factor de riesgo que golpea más a los adolescentes para desarrollar una adicción. Los pone más en riesgo por esa sensación de «a mí no me va a pasar nada» que algunos tienen.

¿Es normal que la angustia y la ansiedad que puede provocar esta crisis y en especial el confinamiento lleven a un aumentar en el consumo de tabaco, ansiolíticos o alcohol? Y, ¿qué estrategias se pueden implementar para la regulación?

Yo diría que es comprensible pero no es normal. Son estrategias de enfrentamiento disfuncionales, que me llevan a hacer síntomas después. Por ejemplo, tomar alcohol para relajarme y dormirme, sin considerar que me va a producir síntomas, voy a dormir mucho peor, no me va a relajar o me va a producir molestias al despertar.

Hay que buscar estrategias adaptativas para lidiar con el estrés, y eso va a depender de cada uno, pero hay algunas que son funcionales a gran parte de las personas como hacer deporte, compartir con otros, aunque sea por teléfono, por zoom, pero no aislarse. Ponerse metas y establecer una rutina, porque la rutina permite que nos adaptemos a esta nueva realidad. La rutina nos permite no angustiarnos frente a un nuevo día que se nos aparece. Para algunos va a ser tejer, cocinar, entre otras actividades.

El aumento en el consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias en este período Anneliese Dörr plantea que es comprensible pero no es normal. Son estrategias de enfrentamiento disfuncionales.

¿Qué prevenciones deben tomar quienes ya venían con tratamientos por adicción previo a la pandemia? ¿Qué ayuda a que los pacientes se mantengan en el tratamiento?

Si la persona estaba en tratamiento es esencial la continuidad, tiene que continuar con las medidas que se le habían establecido. Generalmente son medidas de protección, como la supervisión de medicamentos, para acompañarlo, supervisión de su medio, con quienes se junta, que no esté en medios proclives al consumo. Y, ligado a la pregunta anterior, favorecer un estilo de vida activo y saludable.

¿El ejercicio físico desempeña algún papel en el proceso del tratamiento o en este momento para regular el consumo de alcohol y sustancias? Y, ¿con qué frecuencia sería útil ejercitarse?

La actividad física no sólo es importante en el contexto de una pandemia o de las adicciones, sino también por salud, pero en esta pandemia se puede ser creativo, se puede volver una forma de evitar el aburrimiento, para conectarse con más gente y generar una disciplina que se requiere para practicar un deporte bien y para ir mejorando. En relación a la salud mental, hacer deporte libera endorfinas que genera bienestar en los sujetos, y a los jóvenes los ordena y les ayuda mucho.

Las pastillas para dormir y los tranquilizantes, ¿pueden también provocarme adicción? ¿Cómo sé cuándo mi consumo de este tipo de medicamentos no es normal?

Sí, algunas generan adicción, sobretodo las benzodiazepinas, como lorazepam o valium, que son bastante adictivas. Es preocupante, por ejemplo, cuando la persona sigue usando el medicamento pasada la prescripción y comienza a conseguirlo con amigos o conocidos, ahí ya se puede ver una dependencia, lo que es bastante peligroso.

En el caso de las mujeres, ¿tienen necesidades especiales en cuanto a sus trastornos de consumo de sustancias?

Hay una diferencia de género en la metabolización del alcohol, esto se debe a que hay menos volumen de distribución del agua del cuerpo en las mujeres, por lo que los efectos se pueden producir con una menor dosis, van a sentir más rápido los efectos con menos dosis, pero en un tratamiento por adicciones a mujeres hay que considerar otros factores de riesgo, que pueden estar interviniendo, como violencia doméstica, sobrecarga de roles, entre otras cosas.

¿En la situación de pandemia puede que aumente el consumo problemático de drogas y qué estrategias se pueden implementar para impedir que eso suceda?

Diría que puede ser al revés, porque el consumo problemático se produce muchas veces o con frecuencia alejado del hogar. Por ejemplo, en los jóvenes, si hay un factor protector para no consumir son las redes y el entorno familiar, y eso ahora está más enriquecido, hay un mayor control, hay más supervisión. Y a los padres se les puede recomendar buscar actividades que puedan involucrar a la familia completa.

En el caso de la marihuana, ¿puede provocar adicción al igual que otras drogas duras?, ¿cuándo podemos decir que su uso podría considerarse problemático?

La marihuana puede generar adicción como cualquier sustancia. Si se inicia consumo antes de los 20 años, es más complicado porque en esta etapa el cerebro sufre una especie de “poda neuronal”. El cerebro recorta todo lo que no va a necesitar, se elimina todo lo que no sirve para funcionar mejor y si en ese momento se utiliza una sustancia, queda configurado de una forma distinta, y no solamente eso, sino que voy a necesitar esas sustancias después, hay un riesgo en los efectos a largo plazo.

La marihuana no es recomendable en ninguna instancia pensando en una adicción, porque sus efectos negativos e inmediatos no están a la vista, sino que se ven en la actividad cerebral cognitiva a largo plazo. Empieza a corroer la cabeza de las personas de a poco. No es como la cocaína que se ve un daño más rápido, pero es una droga que deja secuelas muy malas.


Por Francisca Siebert y Muriel Solano – Prensa U. de Chile