El 4 de mayo de 2000, el gusano informático ILOVEYOU (‘te quiero’, en español) afectó a más de 50 millones de ordenadores en todo el mundo y provocó pérdidas de más de 5.500 millones de dólares. Dos décadas después, el hombre detrás del virus admitió su culpa.
Las víctimas del enigmático hacker recibieron un archivo titulado LOVE-LETTER-FOR-YOU (una carta de amor para ti, en español), que contenía un código malicioso capaz de robar contraseñas y enviar copias de sí mismo a todos los contactos del usuario. El gusano también afectó a un gran número de empresas: en particular, el Parlamento británico se vio obligado a cerrar temporalmente su red de correo electrónico para protegerse del virus. Entre las víctimas del ciberpirata también se encontraba el Pentágono.
Pero el virus hacía no solo eso: también dañaba y eliminaba los datos de los discos duros de las computadoras afectadas. Teniendo en cuenta que la mayoría de los afectados eran empresas, esta pérdida de datos acarreó unos daños serios para el negocio.
Los investigadores lograron rastrear el virus y descubrieron que fue un vecino de la capital de Filipinas, Manila, el creador del peligroso gusano. Resultó ser Onel de Guzmán, un estudiante de informática en el AMA Computer College. Debido a que en aquel entonces Filipinas no tenía leyes de ciberpiratería, el joven, detenido e interrogado por las autoridades, nunca fue procesado.
En su libro Crime Dot Com: From Viruses to Vote Rigging, How Hacking Went Global, que saldrá al mercado en agosto, el periodista británico Geoff White conversó con el hombre detrás de la primera pandemia digital. Ahora, es propietario de un pequeño taller de reparación de celulares ubicado en un centro comercial de Manila.
En una entrevista con White, De Guzmán reveló que creó el virus en un intento de obtener contraseñas de acceso a internet en los cibercafés de su barrio. Más tarde, decidió modificar el código para poder enviar el gusano de manera automática, y lo bautizó ILOVEYOU para atraer a más víctimas, ya que «muchas personas no tienen pareja o la buscan y quieren amor».
El propio ciberpirata subrayó que fue en realidad un troyano y que no esperaba que este «llegara a EEUU y Europa».
«A veces veo mis fotos en internet. Mis amigos me dicen: ‘¡Eres tú!’, pero soy una persona tímida, no quiero esto», confesó.