Así es como el pueblo ayuda al pueblo ante la pandemia de COVID-19 en Chile

Decenas de cocinas comunitarias se han levantado en distintas ciudades chilenas como respuesta a la crisis económica que ha conllevado la pandemia de COVID-19. En Santiago, San Antonio, Iquique y Cabildo, por ejemplo, se encuentran las «ollas comunes», verdaderas redes de solidaridad autogestionadas en las que el pueblo ayuda al pueblo.

La cesantía, la rebaja de sueldos y la congelación de muchos empleos, así como la vulnerabilidad propia de los sectores populares de Chile, han llevado a muchas organizaciones sociales y vecinales a coordinarse para llevar un plato de comida a las familias que más lo necesitan.

Son iniciativas autoconvocadas, muchas inauguradas durante el estallido social, que surgen para paliar las carencias provocadas por la crisis sanitaria del coronavirus, y que reviven una tradición de lucha popular.

«Estamos organizando esta olla común porque nuestra población se nutre de distintos tipos de personas, tenemos migrantes, trabajadores, pobladores, y hoy día todos ellos estamos profundamente golpeados por esta crisis», cuenta Erichka Riquelme López, coordinadora de la escuela popular Camilo Cienfuegos de Villa Francia, partícipe de la olla común levantada en este emblemático barrio del poniente de Santiago.

Picando verduras para la olla común
© FOTO : GENTILEZA ERICHKA RIQUELME LÓPEZ
Picando verduras para la olla común
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A su juicio, «el esfuerzo colectivo, el trabajo comunitario es lo único» que los puede sacar de las condiciones de pobreza que los «está arrastrando las nuevas políticas sanitarias, económicas y claramente las políticas represivas que ha instalado este Gobierno en el país».

Erichka cuenta que los organizadores son un equipo bastante diverso donde participan «distintos tipos de colectividades de la Villa Francia». Participan de la iniciativa vecinos independientes y organizaciones sociales y políticas. Entre ellos están la Escuela Popular Camilo Cienfuegos, las Colonias Populares de la Villa Francia, el colectivo Las Brujas y agrupaciones de mujeres.

Comprando en la feria para la olla común
© FOTO : GENTILEZA ERICHKA RIQUELME LÓPEZ
Comprando en la feria para la olla común
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Todos en pro de poder ir en ayuda de los pobladores y pobladoras de Villa Francia como también de villa Robert Kennedy que son aledañas, donde existe un número bastante importante de personas que tienen carencias.

«Familias completas en donde hay niños, ancianos, tenemos también adolescentes, una serie de personas que lo necesitan. Tenemos alrededor de 200 personas y estamos tratando de poder cubrir 200 raciones. No hemos podido tener raciones diarias, por lo tanto se va a trabajar día por medio», explica.

«Para mí la olla ha sido muy importante porque en mi casa somos cinco, yo, mis papas y mis dos hermanas, y con la plata que mis papás ganan no siempre alcanza. Muchas veces hay que priorizar la plata de la luz, del agua, del arriendo, y ahora con esto de la pandemia a mi papá lo despidieron, y sobrevivimos con lo que mi mamá gana en la feria con la ayuda de nosotros», cuenta con sinceridad Luis, un joven vecino de la Villa Francia.

«La olla común en ese sentido es una gran ayuda para toda la familia, porque gracias a la solidaridad del pueblo podemos comer y despreocupamos si al llegar a la casa tendremos un plato vacío», agrega.

Para Erichka, la Villa Francia posee una importante memoria histórica donde las ollas comunes son parte de esa historia, por lo que los vecinos participan en ellas sin problema, «se hacen parte, no tienen vergüenza de ir a pedir el alimento en una olla, ni de ir a sentarse en una mesa a compartir con otros vecinos».

Todos los días desde octubre

Acopio para olla común San Antonio
© FOTO : GENTILEZA ASAMBLEAS POPULARES SAN ANTONIO
Acopio para olla común San Antonio
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Gerónimo Bustos, presidente del sindicato de obreros de la construcción del Puerto de San Antonio (ubicado en la costa central de Chile), es el encargado de abrir la sede el día anterior a la realización de la olla común del puerto.

«La olla común comienza el día anterior, ya que terminada cada jornada se dispone, de acuerdo con los recursos existentes, la comida del día siguiente. El encargado de abrir es Gerónimo, quien vive a unas cuadras y abre tipo 10 de la mañana. Abre los accesos y chequea que todo esté en orden», relata a Sputnik Milko Caracciolo, obrero y miembro sindicato regional de San Antonio.

A las 11 llega Patricia, quien participa en la cocina y comienza los preparativos de elegir los alimentos del día, su manipulación y preparación. En el transcurso de la mañana van llegando más colaboradores de la olla común, «algunos de paso, que van a saludar, otros a entregar sus aportes o simplemente quedarse para una grata conversación y esperar el almuerzo para compartir la mesa», detalla Caracciolo.

A la sede del sindicato llegan variadas donaciones, entre ellas el pan que lo envían de una panadería todos los días y el gas que está asegurado por un mes. Asiduos visitantes y colaboradores como Olga, de una organización de derechos humanos, Danka y los periodistas de Radio de Acción dan motor a la labor de la olla.

«Compartimos el paso de las horas entre pelar papas, lavar verduras, un café, conversación, entre risas, reflexiones», relata Milko, quien cuenta que la olla surgió en virtud del estallido social, «como respuesta a una evidente necesidad de hacerle frente a la pobreza en la que viven miles de familias de San Antonio».

Muchas de ellas producto de la proliferación de tomas de terrenos en la comuna, que dan cuenta «de la «real miseria escondida detrás de las ‘cifras de desarrollo’ que nos mostraban los datos institucionales», denuncia el dirigente.

Señala que producto de la pandemia los comedores fueron cerrados, «pero los almuerzos se siguen entregando desde el sindicato para que las familias puedan llevarlo hasta sus hogares. Se entregan todas las porciones necesarias para cada miembro de la familia».

Olla común delivery

Olla común en 1986
© FOTO : GENTILEZA BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE
Olla común en 1986
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Una experiencia similar a la de San Antonio es la de la combativa población Lo Hermida, su olla también surgió en el contexto del estallido social, posterior a la toma simbólica de terrenos de la Villa Cousiño, que realizaron las y los pobladores, el 11 de noviembre de 2019. Una instancia de alimentación comunitaria que recoge la tradición de lucha que la población libró durante la dictadura militar.

Tras la toma y la represión que se produjo en el sector durante el estallido, y debido a «las bombas lacrimógenas y asedio constante, día y noche, abrimos un albergue en la sede 18 que es donde nos organizamos con la Asamblea Territorial de Lo Hermida y le dimos comienzo a las ollas comunes para la gente que estaba en las manifestaciones, a los vecinos y a las vecinas que participaron dentro del albergue y para los y las integrantes de la Asamblea Territorial», detalla Yigo, miembro de la Asamblea y cocinero de la olla, quien en conversación con Sputnik, también señala que, posteriormente y debido al asedio policial de la Junta de vecinos 18, empezaron a hacer ollas comunes en distintas partes de la población Lo Hermida.

Hoy en el contexto del coronavirus, la olla común es delivery, «para evitar las aglomeraciones y se entrega a los vecinos a las vecinas que están con más complejidad económica, con familiares de vecinos presos y presas, y gente de la tercera edad con poca movilidad y con menos recursos», detalla Yigo.

 Alicia Umaña, vecina de Lo Hermida quien vive junto a sus dos nietas
© FOTO : GENTILEZA PRIMERA LÍNEA PRENSA
Alicia Umaña, vecina de Lo Hermida quien vive junto a sus dos nietas
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En esta modalidad de olla delivery, los organizadores se reparten la tareas, ciertas personas cocinan, otras hacen el catastro de los vecinos y están «los y las que salen a repartir bajo las condiciones sanitarias que se requieren en el contexto que nos encontramos hoy en día». En la actualidad están repartiendo un promedio de 300 raciones, junto con la entrega de canastas de alimentos.

» Yo soy mayor, estoy por cumplir 70 años y quedé viuda hace poco. Igual estoy, así como necesitando de repente apoyo y por eso me enteré. También estoy agradecida y a la vez también yo coopero porque tengo un taxi que ahí lo tengo parado. Este taxi yo lo facilito para que vayan a comprar, a hacer la compra de la mercadería que se necesita después hacer las bolsas, la canasta y después también para que la repartan», señala la vecina, Mónica Ahumada.

Un detalle no menor para Yigo, es la calidad de la comida que entregan en la olla común, «porque tiene que ver con el ejercicio de dignidad», para este cocinero se trata de entregar un plato digno «para un ser, a una ser que tiene los mismos derechos y está viviendo las mismas consecuencias de la mercantilización de la vida, de la alimentación y el abandono del Estado».

De la crisis hídrica a la emergencia sanitaria

Sequía en localidad de Cabildo, Chile
© FOTO : GENTILEZA MODATINA
Sequía en localidad de Cabildo, Chile
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Un abandono estatal que los habitantes de la localidad de Cabildo vienen denunciando hace años, debido a la escasez hídrica, la que la puede convertir en la primera comuna del territorio chileno en alcanzar la sequía total. Catástrofe que se suma al elevado desempleo existente en esta zona rural, que por la falta de cultivos, principal fuente de trabajo.

«Cesantía debido al robo del agua que hacen grandes agrícolas y políticos poderosos que usurpan al agua para regar unas 10.000 hectáreas de paltos y así han secado la cuenca construyendo pozos profundos, que los pequeños agricultores no pueden financiar», denuncia a Sputnik Pedro Piñones Díaz, organizador de la olla común de Cabildo.

«Formamos un equipo cuatro compañeros bien motivados y empezamos con un paquete de fideos, después comenzaron a llegar ayudas y hemos reforzado las raciones, una ración de plato contundente, mas ensaladas, pan, frutas, todo efectuado con dignidad», señala.

Y agrega, «nosotros no preguntamos nada las personas que lo necesitan vienen con su ollita y su recipiente, se conversa, y terminamos la jornada con el corazón llenito de amor».

Reconoce que todas las personas que llegan a la olla reciben alimento, por lo que no han sido pocas las veces que han tenido que cocinar de nuevo «para que sea para todos, hay personas que salen a trabajar en trabajos precarios y le guardamos su ración hasta el anochecer».

De sur a norte

Raciones de olla común en Cabildo
© FOTO : GENTILEZA PEDRO PIÑONES
Raciones de olla común en Cabildo
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Esta solidaridad que se viven en la zona centro norte de Chile, se replica en el sur y norte del país. En la ciudad nortina de Iquique, un grupo de artistas populares, garzones y artesanos, que frecuentaban y trabajaban un bar de la ciudad, afectados por la cesantía que provocó el coronavirus, decidieron organizar una olla común para apoyarse entre ellos, pero rápidamente se le sumaron más comensales.

«El primer día reunieron porotos e hicieron porotos. Llegaron 44 personas, a retirar su plato», relata a Sputnik Pilar Balaguer, madre de Rodrigo Letelier gestor de la iniciativa y quien cocina junto a su hijo.

«El jueves siguiente y como habían pasado el dato, llegaron donaciones de tallarines y salsa. Y se aumentó la cantidad a 80 platos. La actividad comenzó a promocionarse entre los artesanos y la gente en situación de calle y ya no fueron 80 platos, fueron 100», agrega Pilar.

Esta iniciativa comenzó a tener la colaboración de pequeños empresarios de la zona, y hoy funcionan del Club Unión Morro, donde les prestan un espacio y una bodega, un refrigerador y una congeladora. También han recibido donaciones en dinero, en mercadería, lo que les permite variar los platos y aumentar las porciones que entrega el llamado Comedor popular y olla común KOAA (Colectivo de Artistas Autónomos).

Olla común en Iquique
© FOTO : GENTILEZA COMEDOR POPULAR Y OLLA COMÚN KOAA
Olla común en Iquique
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«Nuestro menú varían entre legumbres, arroz con agregados, tallarines, charquicán (guiso tradicional chileno). Hoy estamos entregando sobre 300 platos», cuenta Pilar.

El grupo que trabaja en la cocina está conformado por 6 mujeres y tres varones. En su mayoría cesantes o trabajadores informales, que quieren brindar apoyo a quienes en este período de pandemia lo están pasando mal.

«El pueblo ayuda al pueblo, si de eso se trata, que la gente nos saquemos un poco esos egoísmos baratos, y decir bueno, esto nos está atacando a todos, la cesantía es muy cruel, es tan cruel como una enfermedad», confiesa Pilar.

Autogestión: una forma de organizarse
Almuerzo solidario en La Pintan
© FOTO : GENTILEZA OLLA COMÚN LA PINTANA
Almuerzo solidario en La Pintana
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Las ollas comunes se están multiplicando en Chile en este periodo de pandemia, Renca, La Pintana, la Araucanía, Antofagasta y otras localidades del país se autoconvocan y autogestionan la alimentación de sus vecinos. Un tipo de organización popular que para Erichka representa «la solidaridad de clase, la capacidad que tienen los pueblos de producir, de crear, de construir, eje fundamental en la construcción de país que nosotros queremos hacer».

Para Pedro de Cabildo, «estas acciones de solidaridad que es la ternura de los pueblos, pensamos que solo el pueblo ayuda al pueblo, nos hace crecer interiormente como personas y en esta práctica queda demostrado el compromiso político que tiene cada uno respecto de la gravedad que están viviendo los hermanos de esta comuna».

«Acá hay conceptos mucho más importantes que tienen que ver con la solidaridad, la conciencia de clase y la reciprocidad. Por ahí va más o menos el valor y como la proyección política también que tienen las ollas comunes, el comportamiento de la memoria, de historia y de reciprocidad, el comportamiento que debe asumir el vecino y la vecina también en estos tiempos», reflexiona Yigo de Lo Hermida.

Para Milko, «nace e instaura un nuevo concepto de sociedad y un nuevo proceso de organización donde la autogestión es el valor máximo». Esa misma que todos los días en el sindicato de obreros de la construcción de San Antonio prepara el almuerzo entre una buena conversa y un café.

Y donde a las tres de la tarde, confiesa el obrero, todos están contentos, porque se ha repartido toda la comida, «aunque muchas veces, nos aflige el día siguiente, pero en esa gran mesa saltan voces, yo traigo esto, yo esto otro, yo llamo a tal o cual». «¡Y salvamos!», concluye.


Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.