La médica y magíster en Salud Pública de la U. de Chile, quien hoy encabeza la unidad para pacientes psiquiátricos con COVID-19 en el Hospital de Karolinska, en Suecia, plantea la necesidad de implementar medidas preventivas en salud mental, enfocadas no sólo en estos pacientes, sino que en toda la población. «Médicos y psicólogos tienen que ponerse las pilas a un nivel más ciudadano, y prevenir que los pacientes no tengan que terminar viniendo a un psiquiatra, sino que hay que ayudarlos antes que la cosa salga de control», señala desde Estocolmo.
“En Chile -como médico- yo tenía que tomar la decisión de trabajar con el sistema público, que implica mucho sacrificio con muy pocos recursos, o trabajar para el sector privado y a mí me complicaba mucho esa decisión, que es una que no tengo que tomar acá porque acá solo hay sistema público”, cuenta Paulina Aceituno, médica y magíster en Salud Pública de la Universidad de Chile, quien actualmente dirige la unidad para pacientes psiquiátricos con COVID-19 en el Hospital de Karolinska, en Suecia; país al que llegó como becaria de intercambio, y en el cual realizó la especialidad de psiquiatría.
Fue ante un escenario que en Suecia hasta el día de hoy reporta más de 11 mil contagiados confirmados, que aceptó el desafío de encabezar esta unidad especializada. Entusiasmada por la experiencia, y por ya haber contraído el COVID-19 en Francia previo a la declaratoria de pandemia, es que aceptó.
¿En qué consiste el trabajo de la unidad?
Son diferentes unidades que tratan pacientes hospitalizados, y la diferencia entre esta y otras unidades como la de cardiología, es que uno tiene pacientes que están enfermos, que ellos saben que están enfermos y que necesitan ayuda y que normalmente están en cama. La diferencia con psiquiatría, es que es un grupo de pacientes ellos no sienten que necesitan, ellos no quieren estar hospitalizados.
La otra parte es que los pacientes psiquiátricos no están en una cama. Su problema no es el cuerpo, es la mente, entonces van para afuera, para adentro y el riesgo de contagio es no solo entre pacientes, sino también de contagiar al personal de salud. Así que por eso surgió la iniciativa de crear una unidad especial. Ellos no son pacientes que estén gravemente enfermos por COVID, pero necesitan estar hospitalizados por sus problemas mentales y que no los puedo poner mezclados con los otros pacientes porque el riesgo de contagios es muy alto.
¿Cuál ha sido el impacto de esta unidad para ti y para los pacientes?
Ha sido mucho más relajado de lo que pensamos que iba a ser. Esta semana hemos tenido dos pacientes hospitalizados, teniendo la posibilidad de tener entre 16 y 18. Ha sido mucho menos la presión, pero acá todavía estamos atentos a que la cosa que se va a poner peor, así que todavía no hemos decidido reducir camas.
Es un desafío porque ahora tenemos dos pacientes hospitalizados pero tenemos muchos pacientes que han tenido sospechas. Las sospechas igual las hemos tenido nosotros, y si el paciente después sale negativo lo transferimos a otra unidad. Hasta ahora han sido muchos desafíos que no habíamos pensado antes de empezar, así que es mucho de ir encontrando nuevos problemas y anticipándose a otros.
¿Cuáles pueden ser los impactos de esta pandemia en la salud mental de las personas, en general?
Lo que pasa es que cuando uno habla de pacientes con problemas de salud mental no es un grupo único. Hay pacientes con problemas psicóticos, pacientes con TOC, es un grupo bien diverso, así que es bien difícil ponerlos todos en un mismo saco.
Nosotros lo que hemos visto es que la cantidad de pacientes que acude por problemas agudos o de urgencia, han disminuido, porque la gente sigue las recomendaciones que le dicen a todo el mundo que es quedarse en la casa, a menos que sea algo que necesite arreglarse hoy. Pero hay nuevos grupos de pacientes que les ha sido muy difícil esto, la angustia de no saber qué va a pasar, no saber cuánto va a durar, tener miedo de que se van a enfermar y morir. E ese es un grupo nuevo que no hemos tenido antes, por eso yo no estoy tan preocupada de quienes ahora tienen contacto con psiquiatría. Creo que a esos pacientes ya los estamos tratando de ayudar y los tenemos bajo el alero de psiquiatría. Estoy más preocupada por los pacientes nuevos que no van poder acudir por todo el estigma que hay alrededor de psiquiatría aún en un país como Suecia, pero que la están pasando mal y que el riesgo de que la pasen peor si es que no reciben ayuda es grande. Ese es el grupo por el que yo estoy más preocupada en estos momentos.
¿Cómo es que se brinda ese apoyo específico a los pacientes?
Cuando uno habla de salud mental, psiquiatría es la punta del iceberg. Uno puede tener problemas mentales sin tener contacto con psiquiatría. Los consultorios son el mejor ejemplo. Si no tienes trabajo, tu marido te pega, tienes problemas de alcohol, a lo mejor no tienes contacto con un psiquiatra, pero necesitas probablemente ayuda de salud mental, entonces no todo lo que es enfermedades psiquiátricas automáticamente tiene psiquiatría.
Y eso es un poco lo que funciona mucho mejor acá, donde el 30 por ciento de las personas con enfermedades mentales tienen contacto con psiquiatría, el resto el resto es consultorio. En Suecia hay mucha prevención y promoción de la salud mental a nivel de consulta primaria y redes sociales, diferentes páginas para diferentes grupos etarios, diferentes fondos culturales, porque hay muchos inmigrantes, con diferentes religiones. Ha habido mucho foco en que la gente tenga la posibilidad de contactar a diferentes foros para acceder a información y también para ayudar a disminuir la angustia.
Ahí pienso un poco Chile, que los médicos y los psicólogos tienen que ponerse las pilas a un nivel más ciudadano, y prevenir que los pacientes no tengan que terminar viniendo a un psiquiatra, sino que hay que ayudarlos antes que la cosa salga de control.
Pensando en que la realidad sueca es muy diferente a la chilena, ¿es recomendable crear este tipo de unidades en Chile?
No sabemos cómo va a resultar esto. No sabemos si a la larga los pacientes van a estar mejor o peor. Esto es algo nuevo. Hay otras unidades que han decidido mezclar pacientes, tenerlos en la misma unidad pero aislados, así que es difícil para mí todavía decir si esto es una buena solución o no, pero lo más importante es que no podría decir qué es lo que es mejor hacer en Chile. Son dos realidades absolutamente diferentes. Entonces, más que tratar de copiar el modelo de acá o de otra parte, es poner adelante cuál es la realidad en Chile, de qué es lo que tenemos que estar preocupados, y cómo nos podemos adelantar para tratar a los pacientes psiquiátricos que van a estar infectados.