Por Alejandro Marcó del Pont | ¡God save the Queen! y la emisión monetaria también 

Se llama Ways and Means Facility (W&M). Es un mecanismo permanente por el cual el Banco Central de Inglaterra presta directamente al Gobierno británico para solventar sus déficit. Es decir, imprime billetes para financiar las necesidades extraordinarias de gasto provocadas por la pandemia. Sin bonos, sin mercado, sin banco intermediarios que ganan interés, ¡voilà!. Los ingleses descubrieron que no les importa si la emisión genera o no inflación.

En realidad este tiro de gracias a la ortodoxia monetaria de los Chicago Boy se encontraba disimulada bajo la frase indiscutible: “la emisión genera inflación”. Y ahora quedó revelada que detrás de eso se halla la exclusividad de un sencillo negocio de la banca privada como prestataria del Estado a través de diferentes mecanismos generadores de beneficios, sean estos tasas de interés o comisiones. El “consenso económico prohíbe un mecanismo de esta naturaleza” para el Banco Central, por ser (un negocio) propio de la banca privada. Los ingleses ejecutaron a Milton Friedman por un lado y ridiculizaron al Banco Central Europeo por el otro.

Examinemos esto con un poco más de cuidado. La prensa mundial ha intentado invisibilizar o minimizar la noticia, pero por sobre todo los cañones fueron apuntados a revelar el apremio de las autoridades económicas británicas por embarcarse en la implementación de políticas extraordinarias ante el hundimiento de su economía. Acontecimiento representativo de la economía mundial, no británica. Es lo que John Kenneth Galbraith llama el fraude inocente, una concepción de los rituales económicos que permiten invalidar algunas políticas económicas a través de la aceptación teórica de un simple fraude privado.

El Banco Central Europeo propuso financiar a sus socios descarriados del sur mediante el pago de algún tipo de interés o política de austeridad, decisión que le valió el mote de “repugnante” por parte del Primer Ministro portugués. Toda una muestra del pensamiento financiero. Lo cierto es que, mientras el Banco Central Europeo enviaba a sus miembros a negociar con el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) como si se tratara de un rescate de deuda tipo Grecia, los británicos desarmaban el negocio de la banca privada, financiando al Estado con emisión sin interés.

Hay una serie de jugosos dogmas económicos despedazados por la realidad que tomaremos en cuenta. La independencia de los bancos centrales, por ejemplo, es otra postergación producida por el Banco Central al trabajar de manera abierta y conjunta con el ejecutivo británico en determinar las necesidades de financiamiento directo del déficit estatal. Imaginen cómo se ira moldeando esta idea en Latinoamérica, donde la independencia del Bancos Centrales, la emisión monetaria y el déficit fiscal forman parte de las verdades del consenso económico en la batalla cultural.

Ambas osadías, la asociación del Banco Central con el poder ejecutivo y el deteriorado servicio que puede prestar el sistema financiero en su conjunto, tanto para financiar políticas públicas o para servir de mecanismo transmisor en su implementación, parecen quedar a la vista como ineficientes, inútiles, incapaces de actuar si no obtienen beneficios. Pero comencemos con la emisión.

El Banco Central de cada país pone una cantidad de moneda y billetes en circulación, de ese total una parte ira a depósito y una parte de ese dinero físico el banco se lo presta a otra persona, como crédito, abriéndole una cuenta de depósito en el mismo banco, depositandolo en otro banco o prestándolo como crédito a otra persona, por lo que vuelve a la circulación. Veamos un ejemplo:

Alguien deposita $1.000 en el banco X y el Banco Central le obligan a este banco a tener una reserva del 20% del depósito = $200. Es así que le quedan $800 ($1.000 – $200 de la reserva = $800) libres para prestar, ya que la gente regularmente no saca el dinero de los depósitos en su totalidad. De estos $800 el banco X se ve obligado a tener una reserva del 20%. Al banco X le quedan $640 ($ 800 – $160 de reserva) para prestar y volverlos a poner en circulación, y así sucesivamente. Si el lector o lectora nota, de los $1.000 iniciales depositados ya hemos prestado ($800 + $640) = $ 1.440. Fácil y sencillo: se emitieron $440 que no están y el Banco Central nunca participó, lo hizo la banca privada a través del crédito, de deuda, o de otros mecanismos.

Entonces, la emisión generaría inflación si los bancos privados le prestaran a la gente o dieran crédito. Peor aún, los bancos privados se quejan conjuntamente con el establishment de no poder ampliar los créditos al sector privado para la producción y desarrollo porque tienen que financiar los excesivos gastos estatales. Y para evitar la emisión, lo hacen a través de bonos, letra (Lebac, Lelic, etc.) a una tasa de interés privativa. El Banco Central Ingles agradeció las molestias de la banca privada por servir de financiador del gasto, más el pago de una tasa de interés, y decidió hacerlo directamente, sin bancos, sin letras, sin bonos, sin gastos.

Este negocio descarado y abusivo les daba a los bancos privados la letra del discurso necesario para descalificar a la política, a la imprudencia y al despilfarro estatal mientras ellos hacían negocio emitiendo y financiado con exuberantes tasas de interés al Estado. Y tanto el relato como el circuito lógico del mismo, funcionaba porque el ¡consenso económico! (ellos) así lo había dispuesto. Y ahora que el Banco Central Inglés pateó el tablero, las explicaciones teóricas desaparecen de la lógica económica o son disimuladas bajo el manto de la urgencia de disparatadas y abundantes iniciativas del Estado inglés ante la contracción económica

Peor aún, el Banco Central de Inglaterra decidió eximir del financiamiento a su sistema financiero ante la urgencia que las políticas estatales lleguen a sus beneficiario, y la lógica le funcionó. En otros países, como Argentina, por ejemplo, el Estado dio préstamos a las Pymes, préstamos garantizados para el pago de haberes, es decir, si no pueden devolverlo, el Estado lo afrontará. No es necesaria una evaluación crediticia o financiera de la capacidad de devolución por estar garantizados por una parte y para ocultar que el Estado es el verdadero garante de los sueldos. El sistema financiero no lo otorgó, denegando el crédito a muchas pymes por no cumplir con la capacidad de devolución, cuando están garantizadas, una lógica que también está presente en los Estados Unidos. Sin embargo, es posible concluir de esta experiencia que el sistema financiero como está no es de utilidad para la ejecución de políticas públicas.

A diferencia de una pandemia, y con la rapidez de un rayo, la Unión Europea implementó un rescate bancario por un total de 820.900 millones de euros para salvar a los bancos que todos conocemos durante la crisis del 2007/2008, Monte dei Paschi italiano, el Deutsche Bank alemán, Credit Immobilier de France o el Royal Bank of Scotland, por citar algunos.

En la actualidad, los titulares de Finanzas deberían haber aprobado una batería de medidas para proteger la producción europa de la formidable erosión a la que está siendo sometida por la pandemia. El paquete que había sobre la mesa trata de tender una red de seguridad para las finanzas públicas (240.000 millones de euros), empresas (200.000 millones) y trabajadores (100.000 millones) de forma urgente. Mientras se cuentan los muertos por miles, los ministros de Finanzas discuten la idea que, en principio, el desembolso del dinero sería sin condiciones, pero, una vez atendida la urgencia, los países deberían someterse a un programa de ajustes y reformas. Es decir, ante los problemas y la gravedad y la emergencia sanitaria de España e Italia, Bruselas propone las condiciones de un rescate de deuda, con intereses, plazos, austeridad, todo como si fuera un rescate en tiempos normales.

Ante la mayor emergencia sanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, queda plasmada, frente a la velocidad con la que los países adoptan nuevas medidas para paliar sus efectos, que una cosa son los bancos, y otra muy distinta la crisis sanitarias y las personas, sin pensar todavía en un Plan Marshall para Europa. Según las características del MEDE, España podría recibir €28.000 millones e Italia unos € 32.000 millones, aunque todavía no se acuerden las condiciones para recibirlos. Cuál es el beneficio de pertenecer a la Unión Europea pensarán muchos al ver actuar al Banco Central Inglés.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

*Lic. en Economía y Magíster en Relaciones Internacionales (Universidad Nacional de La Plata). Analista de economía. Columnista y comentarista en varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Director del medio de comunicación digital El Tábano Economista.