Por Alfredo Zaiat | El impacto en la economía de COVID-19

La economía mundial está en shock por la pandemia del coronavirus (COVID-19). Organismos internacionales, analistas y gobiernos no dudan que habrá un fuerte golpe negativo en la tasa de crecimiento global.

Por *Alfredo Zaiat

La crisis del coronavirus está teniendo efectos fulminantes en tres frentes: disrupción en las cadenas globales de valor en un mundo interconectado (shock de oferta), caída en la demanda agregada con impacto fundamentalmente en turismo (shock de demanda) y caída de precios de activos bursátiles internacionales (canal financiero).

La UNCTAD señaló que la presencia del coronavirus en China provocó una contracción de 2% en la producción manufacturera de ese país durante febrero y causó en ese mes una pérdida estimada en 50.000 millones de dólares a la economía mundial.

Las principales consecuencias del coronavirus en América Latina son las siguientes:

  • Una caída de las exportaciones, en especial hacia China, que es el principal destino de productos de la región. Por ejemplo, Chile despacha 50% de su producción de cobre al gigante asiático, y Brasil destina el 28% de sus exportaciones a ese mercado.
  • Retroceso de los precios de las materias primas. El derrumbe del petróleo este 9 de marzo, bajando casi 30%, ha sido el caso extremo. Pero el resto de los commodities ha sufrido en sus precios, por ejemplo la soja que acumula una caída del 10%. China es el principal importador de materias primas del mundo, y con previsiones de un menor crecimiento se esperan menores compras, por lo que bajan los precios.
  • Presiones financieras por el derrumbe de las cotizaciones de acciones y bonos, que provocan pérdidas de capital impresionantes, y por las devaluaciones de las monedas. Por caso, en Brasil, la moneda (el Real) ya se depreció casi 20% este año.
  • Fuga de capitales. Se está registrando un reflujo de capitales hacia mercados desarrollados, generando devaluaciones simultáneas y disminución abrupta de reservas internacionales de libre disponibilidad.

Producción

El impacto negativo del coronavirus es amplio, y si bien tiene un reflejo inmediato en las variables financieras, las actividades productivas también están empezando a crujir.

Existen problemas de abastecimiento industrial de firmas en la región. Es un inconveniente que involucra a todos los países dependientes de insumos para sus distintas industrias provenientes de China.

China se ha convertido en la central manufacturera mundial de muchos sectores. Actualmente, cerca del 20% del comercio global de productos intermedios manufacturados se origina en China, en 2002, esa cifra alcanzaba el 4%.

Los sectores textiles, de electrodomésticos y, en especial, el automotor, dependen de piezas y partes que llegan desde China.

La actividad fabril en el gigante asiático tuvo una brusca caída y así lo reflejan los indicadores sectores. La industria manufacturera de China registró en febrero su peor dato desde que comenzó la serie histórica, en 2004.

Otro sector que está padeciendo esta crisis es el turismo receptivo. El miedo a contagiarse, el riesgo de la suspensión de eventos y las políticas de evitar las grandes aglomeraciones de personas han disminuido el movimiento de turistas en forma súbita.

Las líneas áreas, que están ofreciendo canjear los pasajes para otras fechas o devolver el dinero de los tickets, y las empresas vinculadas al turismo receptivo (hoteles, cruceros, agencias de viajes) están registrado una violenta caída de la demanda. Las pérdidas que están contabilizando son abultadas.

Global

En términos generales, que involucra también a América Latina, la epidemia de coronavirus afecta por el lado de la oferta y también por el lado de la demanda.

Por el frente comercial se ha reducido la producción creando perturbaciones en el suministro. Y por el lado de consumidores y empresas existe reticencia a gastar, lo que ha reducido la demanda.

La economista Gita Gopinath publicó en el blog del FMI «Limitar las consecuencias económicas del coronavirus con grandes políticas dirigidas».

Con el supuesto de que esta crisis tendrá consecuencias económicas significativas y que afectará tanto por el frente de la oferta y la demanda, y de un modo diferente respecto a crisis pasada, propone firmes y sostenidas políticas públicas.

Señala que se necesitan medidas sustanciales para apoyar a la economía durante la epidemia, «manteniendo intacta la red de relaciones económicas y financieras entre trabajadores y empresas, entre prestamistas y prestatarios, y entre proveedores y usuarios finales para que la actividad se recupere una vez que el brote se desvanezca».

Gopinath destaca que esas políticas tienen el objetivo de «evitar que una crisis temporal perjudique permanentemente a personas y empresas a través de la pérdida de empleos y quiebras».

Política fiscal

Ante eventos tan traumáticos, abanderados del mercado libre y de la menor injerencia del Estado en la economía ahora reclaman abiertamente políticas públicas intervencionistas para moderar las consecuencias de las debacle.

Por ejemplo, el FMI aconseja que hogares y empresas afectados por esta crisis deberían recibir del Estado transferencias en efectivo, subsidios al salario y desgravaciones fiscales.

Esas medidas apuntan a ayudar a las personas a satisfacer sus necesidades básicas y a las empresas a mantenerse a flote.

Son una guía oportuna para los países de América Latina con el objetivo de estar ya preparados cuando la situación se complique aún más en la zona, en el periodo invernal.

En esa línea de cobertura, Italia extendió los plazos para pagar impuestos a las empresas radicadas en las áreas afectadas y amplió el fondo de complementación salarial para trabajadores desempleados.

Corea dispuso subsidios salariales para pequeños comercios y aumentó las asignaciones para cuidado del hogar y solicitantes de empleo.

China ha suspendido en forma temporaria cobrar las contribuciones de seguridad social para las empresas.

El Congreso de EEUU aprobó un paquete inmediato de 8300 millones de dólares en medidas sanitarias.

Otras iniciativas implementadas son un aumento del seguro de desempleo, extendiendo su duración e incrementando los beneficios.

Política monetaria

La primera reacción importante de las potencias en el frente monetario la realizó la Reserva Federal (Banca Central de EEUU), al recortar 50 puntos básicos de la tasa de referencia.

También decidió inyectar 150.000 millones de dólares diarios a los mercados financieros.

El FMI aconseja que las bancas centrales deberían estar preparadas para proporcionar una amplia liquidez a los bancos y a compañías financieras no bancarias, para asistir con préstamos a pequeñas y medianas empresas que pueden estar menos preparadas para soportar la crisis.

Otra medidas podría ser la entrega de garantías de créditos de cortísimo plazo para atender necesidades de fondos líquidos. También se podría, de manera temporal, disponer la extensión de los vencimientos de los préstamos.

Un estímulo monetario amplio, como el recorte de la tasa de interés o las compras de títulos públicos en el mercado abierto, podría amortiguar actual el clima de incertidumbre.

Coordinación

Teniendo en cuenta el amplio alcance de la epidemia en muchos países, los fluidos vínculos económicos transfronterizos, así como la brusca pérdida de confianza que afecta la actividad económica y los mercados financieros y de materias primas, aparece como imperiosa la necesidad de una respuesta internacional coordinada.

La comunidad internacional debería ayudar a los países con sistemas de salud débiles para evitar un desastre humanitario.

Organismos multilaterales de crédito deberían estar preparados para apoyar con facilidades crediticias a países vulnerables, entre los que se encuentran varios de América Latina.

Ayudas financieras

El Grupo Banco Mundial ofrece un paquete inicial de hasta 12.000 millones de dólares de apoyo inmediato para ayudar a los países que deben hacer frente a los impactos sanitarios y económicos de este brote mundial.

El financiamiento tiene como objetivo ayudar a los países a tomar medidas efectivas, y cuando sea posible, disminuir los trágicos impactos que representa COVID-19.

El FMI está listo para apoyar a los países vulnerables con diferentes facilidades crediticias, incluso a través del financiamiento de emergencia de rápido desembolso, que podría ascender a 50.000 millones de dólares para países de bajos ingresos y de mercados emergentes.

En la presentación de la evaluación en Ginebra, la jefa de la División de Materias Primas y Comercio Internacional de la UNCTAD, Pamela Coke-Hamilton, advirtió sobre lo que puede venir. «Si la propagación del virus no se mitiga en el corto plazo, el impacto general en la economía global sería sustancial en términos de un retroceso muy negativo», dijo.

El efecto en las cadenas de valor mundiales continuará durante varios meses. «Pero si se recupera en pocos meses, el impacto a largo plazo será diferente y menos grave. Así que depende de lo que pase en China», apuntó.

Coke-Hamilton reconoció, no obstante, que no está claro hacia dónde va la economía. «Dependerá mucho de lo que pase con el COVID-19, si se pudiera desarrollar una vacuna pronto, veríamos el fin de la desaceleración pronto, pero si no, el impacto puede ser grave», puntualizó.

Las bolsas mundiales se derrumbaron. Se sabe que los mercados financieros siempre sobre reaccionan, pero hoy el problema de la economía mundial, y de las de los países de América Latina en particular, es que en esta crisis la incertidumbre es enorme.

Con el coronavirus apareció finalmente el cisne negro que siempre mencionan como eventualidad analistas financieros. Un acontecimiento impredecible que destruye las expectativas económicas.

En ese contexto, la recesión y el deterioro socio laboral serán la marca distintiva de la economía 2020 en la región.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

*Periodista, escritor y economista, jefe de la sección de Economía y del suplemento Cash de Página 12 desde 1997. Columnista de la Agencia de Noticias Sputnik. Conduce desde hace 18 años el programa radial ‘Cheque en blanco’. Ganador del premio ETER en varias oportunidades. Integra el cuerpo docente del Programa Amartya Sen de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros ‘¿Economistas o astrólogos?’, ‘Historia de la economía argentina del siglo XX’ junto a Mario Rapoport, ‘Economía a contramano’, ‘Amenazados. El miedo en la economía’ y ‘Macrisis. Otro fracaso del neoliberalismo en Argentina’.