A 30 años de la transición democrática en Chile, no hay mucho que celebrar

Tres décadas han pasado desde que el general Augusto Pinochet entregara la banda presidencial a su sucesor electo, Patricio Aylwin. Fue el comienzo de la transición democrática en Chile. En el actual contexto del estallido social, sin embargo, se ha demostrado que estos 30 años de democracia preservaron herencias de la dictadura.

Por *Carolina Trejo – Sputnik

En un Congreso Nacional repleto y bajo la atenta mirada de distintos partidos políticos, además de la prensa local e internacional, Augusto Pinochet dejaba el mando de Chile después de 17 años de una dictadura cívico militar (1973-1990). Era el 11 de marzo de 1990. Tras darle la mano al dictador, el sucesor electo Patricio Aylwin Azocar juró como presidente de la República.

«Es una fecha muy significativa para muchos quienes luchamos intensamente para la recuperación de la democracia a través de una vía pacífica en la que muchos no creían. Así se gesta el triunfo en democracia del candidato de centroizquierda en ese momento», recuerda a Sputnik Yasna Provoste, actual senadora demócrata cristiana y exministra de Estado de los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.

Aylwin había sido elegido meses antes en las urnas, transformándose así en el primer mandatario de la Concertación de Partidos por la Democracia y el primero elegido democráticamente bajo las normas establecidas en la Constitución de 1980, escrita y promulgada por la dictadura.

El nuevo jefe de Estado recibió de las manos del general Pinochet la banda presidencial que oficializaba su llegada al palacio La Moneda, la sede del Gobierno que, 17 años antes, el mismo general del Ejército había mandado bombardear.

¿Cómo fue la transición de Chile a la democracia?

Ricardo Núñez, quien fue senador de la República por 20 años (1990-2010) y embajador de Chile en México de 2014 a 2018, fue testigo cercano del proceso de transición vivido en el país. En entrevista con Sputnik, analizó por qué este decisivo momento de la historia chilena es hoy cuestionado en la revuelta social que vive su nación desde el 18 de octubre de 2019.

«Toda transición es un proceso extraordinariamente complejo, no siempre bien entendido. Ninguna transición es similar a otra. La chilena no tiene nada que ver con la argentina, la italiana o la española en su momento. Cada transición obedece a las condiciones políticas, sociales, culturales y económicas que el país tiene en el momento que inicia su proceso», remarca.

Exsenador chileno Ricardo Núñez
© FOTO : CATALINA SOLÍS
Exsenador chileno Ricardo Núñez
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El periodo de transición fue marcado por el plebiscito de 1988, contemplado en la Constitución de 1980 que intentaba validar la continuidad de Pinochet por otros 8 años. Si bien esta posibilidad no se concretó en la consulta popular, los resultados fueron estrechos según Núñez.

«Nos olvidamos a menudo que Pinochet, el 5 de octubre de 1988 tuvo un 44% de apoyo y que hasta ahora hay muchos chilenos, de las clases altas, de sectores políticos, de la mayor parte de los empresarios más ‘exitosos’, que siguen soñando con restaurar parte o la totalidad del régimen que experimentó la dictadura en nuestro país», asevera.

Por otra parte, el exparlamentario agrega que hubo «sectores de izquierda que también impulsaron la transición, pero la confundieron con revolución, y ninguna transición es revolución«. «Toda transición, las que se han operado durante el siglo XX y el siglo XXI, supone negociación entre las partes, suponen entendimiento», completa.

Para quienes formaron parte de los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, la transición chilena tuvo grandes virtudes. Basada principalmente en la política de acuerdos, que buscó consensos políticos entre el oficialismo y la derecha, lo que habría permitido que Chile, según sus personeros, tuviera estabilidad política durante tantos años y ubicara al país como un referente y líder en América Latina.

«Fui actor de la transición chilena y estoy convencido de que hubieron muchas carencias, pero las carencias no son ni mucho menos comparables con los grandes éxitos que obtuvimos cuando empezamos a desplegar toda nuestra capacidad para salir del régimen de la dictadura que no terminó con el 5 de octubre», señala Núñez.

Y agrega, «el 5 de octubre de 1988 se inició un proceso muy difícil, muy complejo con dos intentos de reversión violenta por parte de las Fuerzas Armadas y de Pinochet en particular, eso no se vivió ni en Argentina, ni en Brasil, ni en ningún lugar de América Latina que estuviera en iguales situaciones, solamente en Chile los pinochetistas fueron capaces de ponerle trabas e incluso tratar de impedir que se desarrollara la transición en nuestro país».

La senadora y exministra de los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet Yasna Provoste
© FOTO : CATALINA SOLÍS
La senadora y exministra de los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet Yasna Provoste
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«La gente olvida lo complejo que fueron los primeros años para el expresidente Patricio Aylwin, que en paz descanse, cómo fue convivir con las Fuerzas Armadas, y los ejercicios de enlace, y los boinazos», puntualiza Provoste, recordando los dos movimientos de tropas que Pinochet realizó para presionar al Gobierno por una investigación judicial realizada contra su hijo mayor. Comandos de paracaidistas vestidos de combate, con rostros tiznados, rodearon el edificio de Defensa el 28 de mayo de 1993, en lo que se llamó ‘El Boinazo’.
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Los llamados «enclaves autoritarios» establecidos en la Constitución de 1980 como el Consejo de Seguridad Nacional (organismo asesor del presidente), que contaba con menos miembros civiles que militares, los senadores designados y el sistema electoral binominal, fueron otros de los mecanismos de control que tenía la inaugurada democracia.

«Desde la asunción en 1990, se presentaron reformas que son muy importantes y que no se pudieron acometer porque la minoría presente en el Parlamento era producto del binominal. Particularmente la derecha bloqueó sistemáticamente estas iniciativas, pero también la falta de fuerza de convicción de muchos quienes finalmente se sintieron muy cómodos con un modelo», explica Provoste.

Para Núñez, las fuerzas que aún añoraban el régimen de Pinochet eran muy poderosas y no impulsaron una transición real o nítida, que permitiera reformas más profundas. Fue el caso de la UDI (Unión Demócrata Independiente), liderada por Jaime Guzmán, uno de los redactores de la Constitución del 80, junto con Renovación Nacional, ambos partidos del actual oficialismo.

Asimismo, el exsenador insiste que a un sector de la izquierda nunca le gustó la transición «porque nunca asumió que las transiciones son exactamente la antípoda de la revolución», A su juicio, en una transición hay cambios y también mantención de lo que se hereda: «en el caso de Chile, mucho de lo que significó el régimen de Pinochet quedó, lamentablemente, en la Constitución política de 1980».

Una frustrante Carta Fundamental

La Constitución de Chile
© AP PHOTO / ESTEBAN FELIX
La Constitución de Chile
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Para el exsenador la Carta Fundamental impuesta en 1980 ha sido el mayor impedimento para que Chile pudiera avanza con mayor tranquilidad y con mayor paz hacia un «régimen político superior», tras el fin de la dictadura, «fue un permanente freno a las necesidades de cambio que el país ha aspirado».

A su juicio, en estos 30 años en que ha imperado esta Constitución ha sido la derecha que ha impedido generar una nueva Carta Fundamental. «Nunca estuvieron de acuerdo de generar una Asamblea Constituyente, una Convención Constituyente como se denomina ahora, para crear una nueva Constitución que generará un nuevo pacto social», resalta.

La exministra es más autocrítica y señala que también durante estos años hubo falta de fuerza para acometer otras reformas que eran necesarias, «porque no existía el apoyo del Parlamento producto de la Constitución que teníamos, pero también digo la falta de fuerza de algunos que finalmente se acomodaron a un modelo económico neoliberal y encontraron que era absolutamente legítimo que el mercado ocupara posiciones que son de privilegio para el Estado, y que son funciones connaturales al Estado». «Tengo la impresión de que lo que está sucediendo hasta el momento en Chile es producto del hecho de que la Constitución de 1980 fue generando una presión y una frustración en gran parte de la sociedad chilena. La frustración y la presión que el régimen heredado de Pinochet generó en la sociedad chilena es lo que está explicando en gran parte la violencia que estamos viviendo en la actualidad», señala Núñez.

No son 30 pesos son 30 años

Desde el comienzo del estallido social, la frase «no son 30 pesos son 30 años» ha sido desplegada por los manifestantes tanto en lienzos como en cánticos. Sin embargo, se trata de un enunciado del que Núñez es particularmente crítico. Para el exparlamentario y exembajador, algunos sectores tanto de la izquierda más tradicional como de la izquierda nueva cometen «el grave error» de pretender que «la transición chilena fue un conjunto de errores permanentes que no posibilitó la materialización de las grandes aspiraciones del pueblo».

«Creo que es una visión absolutamente maniquea, que no tiene nada que ver con la realidad, porque olvidan que la transición chilena se hizo con el dictador vivo, con una clase empresarial extraordinariamente poderosa, con un régimen económico que parecía muy exitoso según los cánones económicos exigibles al momento que se inició esta transición», añade.

Frente a este enunciado, la actual senadora por la región de Atacama, junto con reiterar las trabas del sistema binominal, reitera la falta de convicción de muchos personeros de su sector, «quienes finalmente se sintieron muy cómodos con un modelo que ha generado en estos último cinco meses un estallido social de un profundo malestar no solo por las desigualdades que se viven, sino también con las situaciones de abuso que se viven en nuestra sociedad, al menos esa es mi opinión».

Núñez por su parte pide que, al cumplirse los 30 años, haya la máxima objetividad analizar la transición de modo de entender este proceso histórico tan trascendental para la vida de Chile y generar las condiciones para superar el momento difícil que estamos viviendo.

«Si seguimos pensando, como algunos sectores vinculados a la izquierda y también de la ultraderecha, que la transición fue un conjunto de errores permanentes que fueron cometidos fundamentalmente por la Concertación de Partidos por la Democracia y por los gobiernos de Frei, de Lagos, de Michelle Bachelet y por cierto de Aylwin también, no estamos entendiendo nada, no estamos generando las condiciones para que un país sea mejor», opina.

«Cuando la gente dice ‘no fueron 30 pesos, sino son 30 años’ es un gravísimo error, es una ofensa a los muchos chilenos que lucharon honestamente por terminar con la dictadura e iniciar el proceso de transición en Chile», señala Núñez.

Provoste coincide pero en partes: «Tiene por cierto el valor de haber recuperado un país de una larga y oscura noche como lo que significó la dictadura, pero creo que también hay que tener el valor de que reconozcamos que esta nueva fuerza que emerge producto del estallido social debe tener una transformación en las instituciones que necesitan cambios importantes».

«Los partidos no son representativos de lo que hoy día se vive en el malestar ciudadano, hay una evidente falta de legitimidad de instituciones como el propio Parlamento y por lo tanto yo miro con esperanza lo que hoy día se vive en nuestro país», sostiene la senadora. 

¿Se conmemoran los 30 años de la democracia en Chile? 

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El presidente chileno Sebastián Piñera
© FOTO : GENTILEZA PRENSA PRESIDENCIA DE CHILE
El presidente chileno Sebastián Piñera
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Un acto conmemorativo de los «30 años de democracia en Chile» se realiza este miércoles 11 de marzo en el Palacio de La Moneda, evento convocado por el propio presidente, Sebastián Piñera, y encabezado por la frase «Cuidemos la Democracia». Se trataría no solo del aniversario número 30 del inicio del Gobierno de Patricio Aylwin, sino del segundo año del actual Gobierno de Piñera.

Para ese mismo día la Mesa de Unidad Social convocó a un paro nacional, llamando a una protesta simbólica a todos los funcionarios públicos, quienes paralizan todas las actividades durante 11 minutos antes del mediodía.

Además, está el llamado para realizar un cacerolazo a nivel nacional, ya que esta agrupación considera que la agenda presentada por el Gobierno de Piñera no responde a las demandas sociales desde el inicio del estallido social en 2019.

Frente a las convocatorias para la fecha, Núñez señala que se trata de «una celebración relativamente opaca» que no convoca mayormente a los sectores políticos comprometidos, «ni siquiera aquellos que alguna participación tuvieron en el proceso de transición porque están acomplejados de decirse parte significativa de la historia de Chile a través de la transición». El exsenador lamenta que se haya «comprado más los errores de la transición que los triunfos que ésta tuvo».


*Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.