No solo los tiernos ojos de tu perro te dicen a gritos que no lo regañes, ahora también la ciencia lo hace

Un nuevo estudio ha demostrado que los gritos y castigos corporales pueden tener efectos negativos a largo plazo en el estado mental del mejor amigo del hombre.

Un grupo de científicos internacionales analizó el comportamiento de 92 perros educados en centros de entrenamiento de Oporto. De ellos, 42 asistían a escuelas que aplicaban métodos basados en recompensas, conocidos como refuerzo positivo, y 50 canes entrenados con métodos de aversión que implicaban gritos, manipulación física o sacudidas de correa.

En especial, los investigadores estudiaron a los perros durante el entrenamiento para observar su conducta y medir los niveles de cortisol, hormona liberada como respuesta al estrés.

Los resultados no son una sorpresa. Los perros entrenados con métodos aversivos tenían un comportamiento errático, con bostezos y lamidas de labios. Además, los niveles de cortisol eran particularmente altos.

Por su parte, los perros entrenados con refuerzo positivo se mostraron más relajados y con niveles de cortisol en los rangos normales.

«Específicamente, los perros que asisten a las escuelas utilizando métodos basados ​​en el castigo mostraron durante el entrenamiento más comportamientos y posturas relacionadas con el estrés, mayores elevaciones en los niveles de cortisol después del entrenamiento y fueron más ‘pesimistas’ en una tarea de sesgo cognitivo», señalan los científicos, liderados por la bióloga Ana Catarina Vieira de Castro de la Universidad de Porto en Portugal.

Las consecuencias a largo plazo

Luego de un mes, los perros fueron nuevamente evaluados. Los científicos idearon un ejercicio donde los canes tenían que asociar un bol con salchichas en función de la ubicación del recipiente en una habitación. Debido a que todos los recipientes fueron frotados contra el rico manjar, los perros no podían valerse del olfato para hacerse con la comida y tenían que saber elegir el lado correcto de la habitación para recibirlo.

Posteriormente, los investigadores movieron los recipientes por la habitación sin un orden aparente para ver cuánto tardarían los canes en acercarse al recipiente. Una mayor velocidad indicaría que el perro estaba anticipando el sabor de la salchicha, mientras que una menor velocidad indicaría que el perro tenía una actitud más pesimista en cuanto al contenido del bol.

Los resultados señalan que los perros entrenados con métodos de recompensa mostraron los mejores resultados, ya que aprendieron más rápido dónde se encontraba el envase con el manjar. Mientras, los perros entrenados con métodos más duros se acercaban más lentamente al cuenco y se mostraban más desconfiados.

Con ello, los investigadores indican en su estudio que no hay evidencias de que haya diferencias en términos de efectividad entre los métodos de adiestramiento de los perros. Pero sí hay una considerable diferencia en el bienestar físico y emocional de las mascotas cuando se aplica uno u otro método.